‘Sex Education’ y una sexualidad libre de prejuicios y violencia
A pesar de que la cátedra integral de educación sexual es un derecho de la niñez y adolescencia de Colombia, es escasa en los colegios. Y esta es sumamente importante, no solo para la prevención del embarazo adolescente y las enfermedades de transmisión sexual, sino para el desarrollo de una sexualidad libre, informada y consensuada.
El problema es que por falta de recursos o tabúes, son pocas las escuelas que realmente dan educación sexual, y muchas personas tienen que aprender como puedan: a través de las amistades, las redes sociales y por supuesto, la pornografía. Por eso, Sex Education es tan popular, porque echando mano de un excelente guión, una fotografía impecable, una banda sonora bien curada y un argumento atrapante, pone sobre la mesa varios temas relacionados con la sexualidad que muchos de nosotros hubiéramos deseado tener en nuestra juventud.
En sus tres temporadas se repasan cosas básicas como que los labios menores de la vulva pueden ser de todo tipo, las luchas de las disidencias sexuales, el cuidado al momento de tener relaciones sexuales y la importancia de poner límites dentro de una relación. Tópicos que actualmente ocupan varios espacios de discusión, pero que siguen siendo restringidos en los colegios.
Pero la genialidad de esta serie se evidencia cuando toca temas delicados y de los que no se habla tanto. Como por ejemplo que las personas en condición de discapacidad, como Isaac, tienen el mismo derecho a la sexualidad y el placer que el resto de la población; las complejidades que viven en su día a día las personas no binarias como Cal; o cómo los ciclos de violencia se pasan de generación en generación en las familias, como es el caso de Adam y su padre.
Esta entrega fue muy atrapante, no solo por la metáfora de la represión totalitaria y moral encarnada en Hope y sus métodos para enderezar a los estudiantes de Moordale; la compleja relación entre Eric y Adam; la extraña relación entre Otis y Ruby; las disyuntivas que enfrenta Maeve respecto a su madre y su futuro; y el peligro de desinformar respecto a la sexualidad. Sino porque más allá de los dramas de estos adolescentes que están aprendiendo a explorar su sexualidad, a ser adultos y a relacionarse con el mundo de formas menos tóxicas, esta entrega logra tocar una fibra muy delicada de la sociedad actual. Una que está relacionada con un crimen que durante siglos ha pasado impune, porque es tan culturalmente aceptado que mucha gente no le presta atención, pero que es capaz de destruir vidas.
En la temporada dos, a Aimee, mientras está en un bus, un hombre mucho mayor le eyacula encima. Esto le genera ataques de pánico que poco a poco enfrenta gracias a la ayuda de sus amigas, pero eso no significa que el trauma desapareció y en estos capítulos se ahonda más en el golpe psicológico que este abuso le causó. Empezando porque no se siente cómoda ni con su cuerpo ni con su sexualidad.
“Solía gustarme mi cuerpo y solía gustarme tener sexo. Pero desde que sucedió no me gusta cómo se siente mi cuerpo. No me gusta mirarlo y ya no me gusta que mi novio lo toque”, le dice Aimee a la Doctora Jean en su primera sesión. La conversación continua de la siguiente manera:
— Estaba yendo a la escuela y todo parecía normal. Luego… subí al bus y había un hombre. Lo siento, a veces me cuesta hablar de eso. Solo quiero volver a ser yo.
— Bueno, quizá nunca seas la misma, Aimee, pero está bien. Como personas, vivimos en constante cambio y desarrollo. Y, al procesar este trauma, obtendrás claridad sobre el evento en sí. Y lograremos que avances hacia la sanación del vínculo con tu cuerpo.
Un par de capítulos después la terapia continua de esta forma:
— Odio hacer sentir mal a la gente. Así que miento y les digo lo que quieren oír. Por eso no rompí con Steve y, por eso, tuve amigos horribles durante tantos años. Y por eso, le sonreí a ese hombre asqueroso en el autobús y le hice pensar que podía frotarme con su pene.
— ¿Crees que si no le hubieras sonreído, no habría abusado de ti?
— No lo sé
— ¿Ya les había sonreído a extraños?
Aimee asiente con la cabeza
— ¿Y eso hizo que abusaran de ti?
Aimee lo niega con la cabeza
— Escuchame Aimee. Lo que te hizo ese hombre en el autobús no tiene que ver con tu sonrisa o con tu personalidad. Solo tiene que ver con él. Y no es tu culpa en absoluto.
Esta conmovedora historia no solo aborda lo complicado que puede ser el trauma del acoso, también habla de cómo muchas mujeres no solo son re victimizadas, sino culpadas. En el bello pueblo rodeado de árboles de Moordale, la brillante Doctora Jean con mucho cariño explica a su paciente que ella no hizo nada malo al sonreirle a un pervertido, pero en verdad, en una comisaría es más común escuchar algo como: “¿para qué le sonrío?”, “eso le pasa por vestirse así”, “eso es su culpa”.
Muchas de estas denuncias nunca se hacen y el gran problema son las cicatrices que dejan en las personas. Y Sex Education, invita a sus espectadores a reflexionar acerca de que los vínculos con el cuerpo son importantes, que la salud mental es vital para la vida y como Jean le dice a Aimee: “eres más fuerte de lo que crees”.
Pero por favor no nos malinterpreten, obviamente una serie de televisión hecha para vender jamás podrá reemplazar la terapia, ni de verdad retrata el miedo y la frustración que vive una víctima de violencia sexual. Pero sí puede invitar a una reflexión, incluso a definir cosas que sentimos y sobre todo puede animar a hablar y pedir ayuda.
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Si necesita ayuda u orientación respecto a acoso sexual puede acudir I de Insistencia o a la Casa de la Mujer.