Hay que verla, por orden de los Peaky Blinders
Ubiquémonos en Birmingham, Inglaterra, a mediados del siglo XX. Una banda real de delincuentes azotaba las calles de esta ciudad en proceso avanzado de industrialización, y lo hacían fieles a los códigos del raponéo, códigos que no reconocen distingos primermundistas ni tercermundistas. Los muchachos, pensaría uno, se afeitaban, y acto seguido cocían las cuchillas en sus gorras para usarlas en sus actividades delictivas de callejero nivel. Esos eran los “Peaky” reales, los que toma Steven Knight, creador de la serie, para instaurar este universo que está en pleno rodaje de su sexta temporada.
Claro, si bien la serie tiene elementos en común con la historia real, mucho de lo que se ve en la serie (mucho) es producto de la ficción e imaginación de los guionistas: la historia por ejemplo, inicia en los albores del siglo XX (plena postguerra); Tommy, el mayor de los Shelby y protagonista de la serie, nunca existió; y estos personajes, a diferencia de los reales, no se dedican a “carteriar” ni a delinquir por “chichiguas”, la familia Shelby es una mafia que quiere el poder a como de lugar, en cabeza siempre de Tommy, un personaje inteligente, calculador y frío.
Si usted no se ha pegado la pasada por los dramas de esta familia, acá van cinco razones por las que vale la pena ver Peaky Blinders.
1. La historia.
Los tres hermanos Shelby: Thomas, Arthur y Jhon, llegan de la guerra tocados por la barbarie. En una ciudad en pleno proceso de industrialización, buscan opciones para ganarse la vida y deciden formar una banda con antiguos aliados. La historia es atrapante por los conflictos familiares y sociales que se plantean desde un principio, sumados a los traumas y a la persecución de un policía que tiene entre ceja y ceja al naciente emporio Shelby, emporio que empezará a tomar fuerza, inicialmente, con una cuchilla de esas de afeitar.
2. Los personajes
Estamos ante personajes protagónicos, con una alta dosis de antagonía reconocible en cualquier otra serie. Todos y todas tienen características que hacen que sus modus operandis sean atractivos, conflictuados y atrapantes. Hay crudeza en su actuar. Los perfiles están muy bien definidos y eso hace que cada vez que aparece alguno, las tramas tomen un nivel de relevancia importante. Claro, Tommy es el manda más, pero vale mucho la pena ver el papel de los roles femeninos en esta búsqueda del poder, por ejemplo (acuérdense de mí cuando vean a la tía Polly).
3. La estética
Si yo tuviera que definir la serie en una palabra, esa palabra sería ‘actitud’. Por supuesto el contexto socio – político y la búsqueda del poder son importantes, y sobre todo, transversales a toda la serie, pero la manera como está manejada la imagen, los tiempos, la narrativa, la fotografía y las cámaras lentas, hacen que Peaky Blinders sea una serie de corte histórico, con narrativas frescas, llena de una estética contemporánea que va a despertar ese “bad boy” o “bad girl” que llevan dentro. (Sabrán disculpar el anglicismo)
4. La música
Suena Black Sabbath. Arranco por ahí. La selección musical de la serie refuerza el carácter que manifesté en la estética: de repente aparecen los White Stripes, y de un momento a otro PJ Harvey; uno puede estar inmerso en la trama, y arrancan los acordes de Arctic Monkeys, Queens of the Stone age o Radiohead. Acá me podría quedar. La música es un complemento perfecto para la imagen, un elemento narrativo pensado y concienzudamente seleccionado. Suena Idles. Termino por ahí.
5. Lo que se viene
¿Qué esperar de la sexta temporada? Sería absolutamente infiel a los sentimientos que me invaden con el tema de los spoilers. Destinaré estos esfuerzos para un nuevo artículo. Lo que sí les puedo decir, es que el peso opositor reposa sobre los hombros de una época muy oscura de la humanidad.
Se rueda en estos momentos la sexta temporada de la serie. Si no la han visto, es una muy buena opción; si ya la vieron, sigan contando las horas para el estreno… Háganlo por orden de los Peaky Blinders.