'The End Of The F***ing World': cinco (5) razones para verla
¿En qué radica el éxito de la serie que lanzó Netflix para empezar el año? Acá les damos cinco motivos por los cuales el producto audiovisual es digno de entrar en el olimpo de las series de culto.
Un autodenominado psicópata de 17 años que a los 9 para sentir algo metió su mano en aceite hirviendo. Una adolescente atípica que en vez de enviar mensajes por el celular, decide odiar de frente. Infelicidad y amor. Aventuras y miedo. Humor negro y tragedia. James y Alyssa.
Este inicio de año Netflix dejó ver que no hay que esperar por sus éxitos como Stranger Things, House of Cards o 13 Reasons Why, el gigante de streaming cada vez está dando pasos más fuertes y se está abriendo camino con productos tanto propios como agregados que evidencian que el espectro se está ampliando de los contenidos estadounidenses. Muestra de eso es The End Of The F***ing World, la adaptación británica de la novela gráfica de Charles S. Forsman que se realizó para Canal 4 y que Netflix lanzó al estrellato mundial en enero del 2018.
La serie se ha convertido en una de las mejores sorpresas televisivas, así que si no la han visto, con estas razones, por nombrar algunas, los invitamos a que lo hagan y si ya lo hicieron, coméntennos más motivos que los hicieron enamorar de la historia de James (Alex Lawther) y Alyssa (Jessica Barden).
1. Referencias cinematográficas.
En varios momentos parece que esas imágenes ya las habíamos visto y en parte, en eso radica el encanto de la serie. The End Of The F***ing World fue pensada al inicio como una película, así que es fácil relacionarla con filmes noventeros de su corte, más exactamente con las road movies. La apariencia fugitiva de James y Alyssa nos hacen recordar a Clarence y Alabama en True Romance (1993), a la huida fabricada por David Lynch en Wild at Heart (1990), a la consecuencia del acoso del que es víctima Mallory en Natural Born Killers (1994), al espíritu de huida de Thelma y Louise (1991) todas ellas, a su vez, inspiradas en el clásico del género: Bonnie y Clyde (1967). Además los bailes de la joven incomprendida nos transportan a los clásicos movimientos de Mia Wallace (Pulp Fiction, 1994).
Warren Beatty y Faye Dunaway en Bonnie y Clyde (Arthur Penn, 1967).
2. Banda Sonora
Es claro que la serie está enmarcada en lo indie y lo retro, y por su puesto su música también responde a esa dinámica. Es por eso que nombres como los de Graham Coxon de Blur, quien compuso 16 canciones instrumentales y la balada titulada Walking All Day, son tan importantes en la producción. A él se le suman los sonidos de Fleetwood Mac, The Black Angels, Soko, Buzzcocks, Mazzy Star, Shuggie Otis, Julie London, entre otros, que le dan mayor valor a la serie para que se instale como uno de los referentes de la cultura pop. El diseño sonoro va más allá de poner buenas canciones, la gracia está en hacerlas sonar en el momento justo; en el chiste cruel, en las vistas al mar y en las tragedias que en la serie resultan ser varias.
Coxon ha liberado recientemente el soundtrack original, que pueden escuchar a continuación. El resto de los temas usados los encuentran acá:
3. Brevedad
Son ocho capítulos que no se sienten. Tan entretenidos y cuidados en cada uno de sus 20 minutos que es fácil devorarle en poco tiempo sin sentir que ha pasado un día entero pegado a una pantalla, y eso hace falta en las series recientes. El éxito del producto audiovisual ha hecho que crezcan los rumores de una segunda temporada, pero, la historia está tan bien contada en esa primera parte que no se hace necesaria una continuación. La adaptación terminó como el cómic, así que si Netflix y el creador Jonathan Entwistle, insisten en hacer una segunda parte, podría resultar un arma de doble filo. Este es uno de esos productos que tiene un tiempo y un final justo, efectivo. Hablar de más puede resultar exagerado además de avaro. Aunque si resulta una segunda parte les estaremos contando.
4. Historia
Dos adolescentes que no le siguen el juego a la vida trivial y que se tornan transparentes tanto en sus familias como en su escuela. Que detestan vivir con un celular en la mano y que están cansados de sus familias y de los traumas que les generó el abandono y el suicidio, todo pintado de un humor negro que nos lleva a comprender más James y Alyssa en su extraño mundo con el pasar de los capítulos. La adaptación de Charles S. Forman, en medio de lo compleja que puede resultar la historia al poner a dos adolescentes a huir y enfrentarse a los peligros de una sociedad enferma, se plasma como una trama fácil de contar y por lo mismo entretenida.
5. Personajes
Son pocos personajes, lo que hace fácil que se puedan conocer y relacionar sin tener que pensar mucho quién es quién. James y Alyssa llenan intensamente la historia durante los ocho capítulos. Son raros, ella con una intensión sobre él básica para su edad, y él con una patología que se va transformando con el trascurrir de la narración. En algún momento nos llevan a sentir su misma incomprensión, a odiarlos un poco al inicio para terminar enamorándonos de sus palabras y hechos. Los perfiles de cada uno están tan bien desarrollados que como televidentes podemos generar un instinto de protección sobre ellos. Todo radica en la buena actuación de Jessica Barden (The Lobster, 2015) y Alex Lawther (Black Mirror: Shut Up and Dance, 2016 ) y el guion de Charlie Covell.