Así es 'Drácula', lo nuevo de Netflix
Aunque algunas de las más recientes versiones de Doctor Who y Sherlock tienen igual cantidad de fanáticos como detractores, es indudable el papel que Steven Moffat y Mark Gatiss han tenido en la televisión británica de la última década, y ahora, junto a Netflix, parecen lograrlo de nuevo, dándole un giro a una de las historias clásicas que ha sido adaptada hasta la saciedad: la del Conde Drácula de Transilvania.
La miniserie basada en la novela de Bram Stoker, lanzada el 1 de enero, cuenta con tres capítulos de hora y media cada uno y fue co-producida entre Netflix y la BBC. En esta vemos una subversión del clásico relato que aunque empieza mostrando fielmente los eventos de la novela, publicada en 1897, se desvía de una manera que para algunos puede ser interesante, al ser algo poco explorado en las anteriores adaptaciones de la historia, mientras que para otros será criticable por realizarle cambios considerables a una narración clásica.
Sin entrar en detalles, el segundo capítulo se dedica exclusivamente a contar la historia del viaje de Drácula a bordo del ‘Demeter’ con rumbo a Inglaterra, algo que en la novela es apenas mencionado. Lo anterior demuestra la capacidad narrativa de Moffat y Gatiss para abordar fragmentos del material original y tejer una trama rica que sirve para expandir las motivaciones y peripecias del sangriento protagonista.
En esto también se aleja la serie de la novela, al no mostrar como personajes principales al tradicional Jonathan Harker y sus aliados, sino usarlos como un encuadre narrativo para contar la historia de Drácula y ahondar en su psique y su maldad. Aquí radica una de las fortalezas más grandes de esta adaptación, en no mostrar al Conde como un villano unidimensional, sino como un personaje complejo y a ratos conflictuado.
Lo anterior se ancla en la sólida actuación del actor danés Claes Bang (The Square) como este vampiro de más de medio milenio de edad, que a momentos amenazante y a momentos romántico y carismático, recuerda las actuaciones de Bela Lugosi y Christopher Lee en las adaptaciones de 1931 y 1958, respectivamente, sin quedarse en una mímica y agregándole toques cómicos y humanos que se asientan muy bien en la personalidad que encarna esta versión de Drácula.
Junto a Claes Bang aparecen en el primer capítulo John Heffernan como Jonathan Harker, Morfydd Clark como Mina Murray y Dolly Wells como Agatha Van Helsing, siendo todas actuaciones sólidas pero destacándose la última, no solo al ser la némesis del Conde de Transilvania, sino también al inyectarle cinismo y una visión sarcástica de la vida a una versión femenina y más joven y fresca del tradicional Doctor Van Helsing.
Aunque algunos de los giros argumentativos podrían molestar a los puristas de las adaptaciones y dejan un poco qué desear al no contar con suficiente tiempo para explorar las ramificaciones que representan, las excelentes actuaciones del reparto principal junto a una escritura compacta, fotografía, efectos especiales, maquillaje y locaciones que aterran y roban el aliento hacen de esta una adaptación que vale la pena ver y la mejor desde hace muchos años.