4 razones para ver ‘Smiley’, la nueva serie LGBTI de Netflix
En el amplio catálogo de series y películas que se realizan tanto para el streaming y la pantalla grande hay muchos personajes LGBTIQ+, la gran mayoría poco interesantes y con historias pobremente desarrolladas, por lo que resultan ser más un ejercicio de queerbaiting que producciones con un sincero deseo de retratar la experiencia de vida de algún hombre gay, mujer lesbiana, persona trans o no “binarie”.
Entre toda esa tendencia de incluir por incluir -lo que ha ido en incremento en los últimos años- podemos mencionar pocos ejemplos de producciones que le han rendido un aceptable homenaje a esta población y que se han esforzado por retratar con profundidad su diversidad.
En el cine podemos mencionar a la ganadora del Oscar a Mejor Película en 2017 Luz de Luna, una cinta que muestra cómo es ser un joven negro abiertamente gay; también se puede mencionar a Una mujer fantástica, Mejor Película de habla no inglesa en los Oscar en 2017, que muestra la transición por la que atraviesa una mujer trans chilena; y La favorita que le valió uno de estos premios de la Academia a Olivia Colman en 2018 por personificar a una reina lesbiana.
En el apartado de series podemos hablar de Pose (2018) -creada por el genial Ryan Murphy- la cual retrata los ballrooms de los 80 en Nueva York; vale la pena mencionar también a La Veneno (2020), dirigida por Javier Calvo y Javier Ambrossi, que cuenta la historia de la travesti más famosa de la historia de España; Special (2019) de Netflix habla sobre cómo es ser gay y tener una discapacidad múltiple; y más recientemente Heartstopper (2022), también original de Netflix, que muestra una relación adolescente como cualquier otra que atraviesa muchas tropiezos.
Siguiendo este hilo, Netflix cerró el año 2022 con Smiley, una serie conmovedora sobre dos tipos gay que son y no son, que se gustan pero se evitan, que dan un paso y retroceden dos, que no se soportan pero no se imaginan la vida junto a nadie más… Una historia de amor compleja como puede llegar a ser en la vida misma.
Protagonizada por Carlos Cuevas (Alex) -que viene de personificar a un hombre bisexual en la querida serie de habla catalana Merlí- y Miki Esparbé (Bruno) -un actor español también con gran trayectoria en el cine- Smiley es una serie muy reconfortante entre besos de microsegundos en el cine con ínfulas de inclusión e historias secundarias que nunca se terminan de profundizar. Por eso aquí le cuento cuatro razones para no dejar de verla.
Una comunidad estereotipada
Ser gay en su mayoría, es ser blanco, musculoso o al menos de gym, tener una belleza hegemónica, y ser masculino, o al menos así se nos ha retratado por mucho tiempo en el cine y la televisión. Pocas veces vemos la pluma, las comunidades afro e indígenas, la diversidad corporal y todas esas características que nos hacen completamente diversos.
En esta serie, podemos apreciar una crítica hacia esto cuando Bruno, a quien poco le interesa el gimnasio, se conoce con Alex, un obsesionado por las fibras, los batidos y las mancuernas… un encuentro que desencadena una crítica hacia esa pluralidad.
¿La diferencia de edad es un problema? ¿Tener trabajos o profesiones diferentes acarrea dificultades? Estas son dos preguntas que también se plantean en la serie, donde la brechas generacionales, así como las clases sociales, sí pueden generar un desencuentro entre los protagonistas, pero pueden ser las mismas razones que los ata para descubrir el mundo del otro.
El amor idealizado
Tener una relación monogámica, estable y con proyectos de vida compartidos no significa la ausencia de crisis en pareja. Eso precisamente es lo que demuestran los personajes de Meritxell Calvo (Vero) y Giannina Fruttero (Patri) en Smiley.
Esta pareja lésbica -también protagonista de la producción- tendrá que asumir que a veces el amor no es para siempre y que esa premisa de “envejecer juntos” es una promesa difícil de cumplir porque el amor y la familia es compleja, y antes que pareja se es individuo.
Con ellas vemos cómo toda relación, por más bella, es imperfecta y tiene que atravesar por mil pormenores que ponen en duda para dónde vamos o qué queremos, y muchas veces las respuestas no coinciden en pareja.
Las aplicaciones de ligue
Las apps de citas se han convertido en una oportunidad fácil, rápida y a veces instantánea de hacer clic con alguien más, aun más en estos momentos pospandémicos en los que los encuentros descubrieron otras formas, y traspasaron los muros físicos para ingresar a la virtualidad.
Es en ese universo digital donde habitan otras formas de amar, de vivir la soltería o de ser pareja o individuo, y eso lo vemos en Smiley, donde se muestran los pros y los contras que podemos encontrar ahí. A veces las pulsiones primarias se resuelven, pero para las emociones complejas como la sensación de soledad quizá se encuentra o no la cura.
Vivir en el clóset
Otro personaje que se desarrolla durante la serie es el interpretado por el actor Carles Sanjaime (Ramiro). Con él se puede entender un poco lo que significó para algunas personas nacer en épocas más conservadoras que los llevaron a sobrevivir en el clóset, con todo lo que eso conlleva.
Si pocas veces vemos personajes gays bien desarrollados en el cine y la televisión, ahora poquísimas veces o en casi inexistentes ocasiones vemos hombres gays en su vejez. Esta es una excepción bellísima que nos demuestra que nunca es tarde para amar o encontrar el amor que deseamos; además que nos muestra algo que hemos decidido más bien ignorar como sociedad y es el hecho de que en la edad adulta también se puede sentir deseo y ser sensual, a pesar de que no sea para muchos tan “glamuroso” o excitante retratarlo.
Antójese de más mirando el tráiler de Smilley aquí.