Seis (6) lugares que el turismo puede poner en jaque
Viajar es uno de los grandes motores de la economía mundial. El Ministerio de Comercio Industria y Turismo ha dejado claro que el turismo no ha parado de crecer en los últimos años, trayendo consigo una alta ocupación hotelera y la diversificación de los destinos buscados. Esta tendencia contrasta sin embargo con la deficiente infraestructura física, la escasa conectividad digital, una institucionalidad que aún despierta dudas en los empresarios, la falta de servicios para cubrir la oferta -sin afectar además la población local- y hasta la percepción de inseguridad.
Esto ha llevado al Gobierno a enfocarse en estrategias que potencialicen este sector, que incluso ha catalogado como el nuevo petróleo. Esto, teniendo en cuenta que, según la revista Dinero, en el primer trimestre de 2018 la participación del turismo en el PIB fue de 6,9%, mientras que en 2017 fue de 1,6%; ha creado 1,9 millones de empleos formales en este sector; se han implementado 45 rutas turísticas en 32 departamentos; y la inversión en los hoteles solo ha venido en aumento desde 2003. Según las metas del Plan de Negocios trazado por Colombia Productiva y los actores del sector, para 2032, con esta iniciativa se espera alcanzar ingresos directos totales por US$2.878 millones por turismo de bienestar y naturaleza
Sin embargo, este tipo de proyecciones deben tener en cuenta la capacidad de las regiones y la necesidad mitigar los riesgos que puedan afectar tanto a visitantes como locales: contaminación y degradación del lugar, actividades turísticas en masa en reservas naturales o la pérdida de identidad de la cultura de las poblaciones que habitan un territorio, por mencionar solo algunos.
Estos son algunos lugares (la lista es mucho más larga), que se están viendo afectados por un turismo poco regulado y muy abrasivo.
Amazonas
El problema en la amazonía es de regulación. En 2017 llegaron unos 90 mil viajeros a Leticia, duplicando el número de habitantes que tiene la capital del Amazonas, que además para el 2002 solo recibía 6 mil habitantes. Los efectos se están empezando a sentir, como explicó Semana Rural “se volvió costumbre que los visitantes contraten paquetes todo incluido a bajo costo y conozcan únicamente el Amazonas que ofrece la cadena hotelera, una imagen muy reducida de lo que en verdad tiene para ofrecer el departamento y sus comunidades”.
Este paso de un turismo ecológico a uno de masas tiene una serie de consecuencias: hay una oferta de habitaciones de lujo con aire acondicionado, los habitantes sufren cortes de luz y de agua, y no tienen alcantarillado. También hay déficit en la oferta de alimentos para los locales en el afán de brindárselos a los turistas al resultar un mejor negocio.
Sumapaz
Al ser un epicentro histórico en el desarrollo del conflicto en el país, el Sumapaz permaneció aislado a pesar de quedar a una hora de la parte urbana de Bogotá. Con el proceso de paz este panorama cambió y cada vez más gente se anima a pasar un fin de semana en el páramo. Desafortunadamente esta dinámica turística ha afectado un ecosistema que, por lo demás, es sumamente delicado. Y al no contar con ninguna infraestructura, ni operadores autorizados, entonces los visitantes lo están haciendo a placer sin medir las consecuencias de sus actos: carros encima de la vegetación, basura, quema, contaminación del agua, son algunos de los problemas que se han generado. Esto ha generado una fricción entre turistas y los campesinos, que llevan además un proceso de varios años de tomar consciencia sobre su territorio para respetarlo y explotarlo de la mejor manera posible. Ahora, debido a que no hay una regulación no hay mucho que puedan hacer los campesinos realmente para frenar este efecto.
Caño Cristales
Este sitio es ampliamente conocido por su inmensa variedad de colores debido a la presencia de plantas acuáticas y a los reflejos de la luz. Es también otro caso de un territorio que, al estar ocupado por las FARC, resultaba poco visitado. Sin embargo, con el proceso de paz el turismo llegó y, aunque no es aún muy numeroso (alrededor de 20 mil anuales) como en otros sectores del país, ya se plantea un desafío para proteger un lugar tan delicado. Si aumenta el grado de contaminación de las aguas, las plantas que le dan el color al río podrían morir y así este santuario perder su magia.
San Andrés
En el último año, San Andrés alcanzó el récord de un millón de turistas, sin que la isla esté preparada para enfrentar ese ritmo de crecimiento. Esto significa sitios informales, actividades no legalizadas y muy invasivas, que va en detrimento del ecosistema. A esto hay que sumarle las deficiencias para el suministro de agua - que el 80% desconoce según investigaciones- que se hace en carrotanques, la crisis de centros de salud y la disposición final de basuras. San Andrés tiene más de mil variedades de peces y estudios demuestran que serranilla es uno de los lugares donde más se ha reportado nacimiento de tortugas.
Tayrona
Nuevamente este año se acordó, entre autoridades ambientales y representantes de los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta, un cierre entre el 28 de enero al 28 de febrero. Esto con el fin de seguir haciendo recorridos de prevención, vigilancia, control y monitoreo de especies de la región, y de realizar actividades de restauración de ecosistemas marinos, tales como como instalación y mantenimiento de guarderías de corales, de especies que se encuentran altamente amenazadas por el calentamiento global. Para las comunidades, Arhuacos, Wiwas, Koguis y Kankuamos, es también momento para hacer un saneamiento espiritual y material de su territorio. Sin embargo, en los primeros 27 días del 2019 habían llegado al parque 71.245 visitantes, una cifra histórica para la reserva natural, por lo que muchos expertos señalan que la medida no es necesaria y que, por el contrario, hay que trabajar en la educación al turista.
Nevado del Cocuy
En el año 2016, los indígenas impidieron la entrada de turistas al Parque Natural El Nevado del Cocuy, como reacción al desmedido turismo ecológico en la zona. Señalaban que la normativa en materia de protección y conservación no se estaba cumpliendo, y por lo tanto, no ha habido un buen manejo de las aguas negras como lo aseguraba Corpoboyacá, viéndose afectadas las fuentes hídricas de los más de 7 mil indígenas asentados en la zona. A esto hay que sumarle los efectos del cambio climático que vienen descongelando el nevado. Desafortunadamente es una situación que no ha dejado de suceder.