Medellín escribió un capítulo más para la historia de Altavoz Fest
Después de más de 35 horas de música, 55 shows en vivo y 3 días de transmisión desde el Aeroparque Juan Pablo II para todos los que sintonizaron los 99.9FM de Radiónica en el Valle de Aburrá, despedimos una edición más del festival musical antioqueño con 12 años de trayectoria, y les contamos a continuación algunas impresiones en cuanto a temas técnicos, logisticos y artísticos del evento. Y extendemos una invitación a todos aquellos que nos leen a abrir los oídos y corazones a los nuevos sonidos del país y del mundo, abrir las mentes para aquellas bandas que deciden explorar e indagar en propuestas musicales diferentes, innovadoras, arriesgándose a invitar a los públicos a universos sonoros desconocidos.
Uno de los aprendizajes que deja esta versión del recital es que el público no indaga ni estudia las bandas antes de su show. El cartel, aunque careció de nombres rutilantes, sin duda propuso y si alguien simplemente se deja llevar por el gusto de la música, podía sorprenderse con bandas como MULA y su vanguardia y experimentalismo; igual pasó con Catfish y su simpleza, sumado a bandas emergentes como Sonicals y su búsqueda electro rock.
No hay excusa para no explorar, la ley del mínimo esfuerzo en el público debilita los procesos, sobretodo si hablamos de festivales públicos como Altavoz Fest.
Santiago Arango
Por otro lado, la logística del Festival este año estuvo impecable, empezando por el cambio de escenario, que le dio otro ambiente de "festival" y de parche de amigos a Altavoz. Increíble montaje de producción, buenos espacios para el público, cómoda zona de comidas, de prensa y accesos prácticos para publico, producción y artistas.
El Altavoz ya dio un paso adelante con respecto al lugar, de ahí debería no devolverse. Es un lugar que funciona para el formato del Festival y le da otro valor agregado a simplemente escuchar música en vivo. Quizá a este espacio solo le falte buenas rutas de transporte, cosa que también puede ser una propuesta para el festival, ofrecer servicios de transporte para varias zonas de la ciudad al terminar los conciertos y que de la misma manera la gente pueda pagar por el. El festival se vio bonito, y eso también es importante.
Diego Londoño
En la mejora de escenario se puede hablar también de una infraestructura que supo responder con el desafío que podía presentarse el cambio de locación. En un lugar más abierto, el sonido no fue excusa para que cada una de las 55 bandas salieran a dar todo de sí, pero es también necesario mencionar algunos impaces técnicos que generaron retrasos y contratiempos en los dos escenarios, condiciones que fueron mejorando transcurridos los shows, y que se evidenciaron conmás frecuencia en el Escenario Norte. Se hace entonces necesario mencionar el desafío técnico que implican shows como el de la Colombia Blues Society y otras agrupaciones presentes en la edición 2015, aspectos que el Festival deberá tomar como retos.
Sebastián Martínez
Si bien el cambio de locación pudo haber sido la causa de la poca asistencia a la más reciente edición de Festival si se compara con ediciones anteriores, seguramente no fue la única, otra de ellas se evidenció recien lanzado el cartel oficial 2015 en diversas plataformas online; el disgusto de la gente y posterior inasistencia al evento, seguro sí fue a causa de la falta de nombres relucientes y prestigiosos. Y aunque los públicos de cada uno de los tres días se mostró cálido, tranquilo y respetuoso con las diferencias, queda en el aire ese sin sabor que representa para eventos musicales como éste el poco interés de la gente en abrir las puertas de los espacios musicales que les pertenecen como ciudadanos, abrir los ojos, oídos y mentes a nuevos sonidos, a propuestas que día a día rompen esquemas y no representan los sonidos que han caracterizado a esta ciudad.
Los festivales musicales claramante se hacen con bandas, artistas, productores, promotores, medios de comunicación, sonidistas, managers y un sostenido etc... Pero el corazón de eventos musicales tantos privados como públicos siempre será el público asistente, y hay que decirlo, el público musical de Altavoz se quedó atrás respecto a la infinidad de sonidos y propuestas que giran por el mundo, el púbico de Altavoz fue a ver a las bandas que conocía, a las de siempre y le cerró sus oídos a las nuevas propuestas, lo mismo pasó con aquellos que decidieron no ir por falta de nombres reconocidos en el cartel.
Mariel Bejarano