Jonathan León, un animador en eterno desarrollo
La animación se ha venido convirtiendo en el país, con el paso de los años, en una alternativa para desarrollar talentos a partir de áreas como la ilustración, el diseño y el arte audiovisual.
De Medellín, con 35 años, más una variedad de experiencias que van desde el doblaje, la voz comercial, hasta la docencia en niños y adultos, esta es la historia de Jonathan León González.
Desde el simple sueño de un niño de querer hacer de grande los dibujos animados que veía, hasta una oportunidad rentable para crear sin muchas restricciones, ese gusano de la animación se haría presente de a poco, mientras todo lo demás le pasaba: “Comencé improvisando animaciones con editores de video y aprendiendo de colegas y amigos que conocían software de animación 2D y 3D. Dado que no era algo que se pudiera estudiar en la ciudad en ese momento, pasé varios años haciendo 'motion graphics' siguiendo tutoriales en internet y experimentando”.
Así las cosas, el camino lo llevó a estudiar animación formalmente hace casi una década. Esto fue, para él, el punto de partida para “explorar el amplio campo de acción en industrias que requieren artistas digitales”.
Con más bases para crear, comenzó a explorar en ese profundo universo aquello en lo que, tal vez, quería potenciar sus capacidades. No le gusta hablar de un estilo como tal, porque prefería no atarse a algo en particular.
Como un artesano, hablaba más de técnica: “me he especializado en el prototipado de arte 3D con acabados que hacen que la animación parezca animación 2D, utilizando una técnica de texturizado conocida como Cel Shading”.
Esta forma de esculpir universos y personajes desde un software, lo usa para desarrollar, principalmente, videojuegos. De hecho, ya ha trabajado en algunos, desde las áreas de arte conceptual, dirección de arte y animación.
En su trayectoria, que él considera no tan larga aún, ha trabajado en el desarrollo de 11 juegos, entre los que se destacan títulos como Muleteer 1927, Nutabe Town, y Guardians of the Andes. Sin embargo, afirma que le es difícil elegir uno como un punto de inflexión en su camino como animador, ya que “cada proyecto ha sido un desafío en investigación y toma de decisiones”.
Para Jonathan, el presente de la animación en una ciudad como Medellín está lleno de oportunidades y desafíos, pero con un panorama promisorio para quien decida asumirlos, “los desafíos clave para un artista digital en la ciudad son especializarse en un campo de la animación y dominar una segunda lengua, preferiblemente el inglés”.
Y es que esto no es un secreto, ya que la ciudad desde diferentes perspectivas e iniciativas (públicas y privadas) ha venido aunando esfuerzos para que se convierta en un punto de referencia para desarrollar talentos en esta área, y que se convierta en un punto importante de esta industria a nivel global.
Pero dejando de lado un panorama más enfocado en lo racional, y pasando al terreno de los sueños y las pasiones, para este creador digital que alimenta su sensibilidad de la música, el cine, la literatura y la dinámica del juego en sí mismo, animar es, en esencia, construir desde la unión de esfuerzos: “lo que más disfruto de animar es trabajar en equipo. Aunque pasé mucho tiempo trabajando en solitario, encontré una mayor satisfacción y crecimiento al trabajar en colaboración”.
Y como parte de un combo creador, él tiene claro lo que más le llena: “cada proyecto representa desafíos inesperados que me gusta plantear, investigar y resolver”.