¿Están dispuestos los ciudadanos de Medellín a aportar para mejorar la calidad del aire?
Las recientes alertas ambientales por la mala calidad del aire en la capital de Antioquia demandan un compromiso interinstitucional de sectores públicos y privados, pero también de cada habitante del Valle de Aburrá.
En Medellín cada año mueren 3 mil personas como consecuencia de afecciones generadas por la contaminación ambiental, esto según datos expuestos por el periódico El colombiano en un artículo publicado el 12 de abril de 2018.
La cifra –inquietante, por cierto- se apoya en un estudio liderado por el médico epidemiólogo Elkin Martínez quien es docente de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Antioquia.
De ahí que en la reciente crisis por la desmejora de la calidad del aire en Medellín, hemos caído en una malsana dinámica de atacar a quienes creemos responsables: ¡unos arremeten contra la industria o contra la administración municipal, otros señalan el parque automotor y muchos más señalan a Ecopetrol por el tipo de combustible que envía a la ciudad!
Pero lo cierto y que parece tan obvio es que la mejora de la calidad del aire en Medellín es responsabilidad de todos. ¡Si, es una problemática que nos afecta por igual! Y cada sector según su grado de impacto debe asumir tareas y compromisos para contribuir a menguar las dificultades. No podemos esperar que el Tribunal Administrativo de Antioquia resuelva por vía jurídica un tema que detona desde lo cotidiano.
Así que empecemos por aclarar algo:
A Medellín la conocen como la tacita de plata y esta denominación ilustra nuestra particular geografía pero además, dicha condición incide en la degeneración del aire y en la creación de esa capa densa y grisácea que se posa sobre la ciudad y no deja ver las montañas. Me explico:
Nuestra topografía tipo valle –imaginen una olla- implica que al llegar las temporadas de lluvias, las nubes generen un efecto corcho (como si tapáramos la olla); entonces somos esa olla prendida que en ola invernal, se cierra. ¡Es ahí cuando quedamos sellados, las montañas bloquean también la circulación y la calidad del aire alcanza el nivel naranja, punto donde la contaminación es dañina para los denominados grupos sensibles: personas con afectaciones pulmonares, ancianos y niños!
Ya con ese contexto, ¿cómo aportar al cuidado del aire? Las recomendaciones son muchas y sencillas, incluso están publicadas en el sitio web del Área Metropolitana de Medellín; estas son algunas y las expongo a manera de ejemplo pues no se tata de dar cátedra ambiental:
- Utilizar el Sistema Integrado de Transporte del Valle de Aburrá -SITVA-.
- Compartir el vehículo con otras personas; Evitar al máximo el uso del automóvil y la moto.
- Usar internet para reuniones de trabajo, trámites y pagos.
- Hacer revisiones técnicas al vehículo varias veces al año…
Y aquí viene el detalle a partir de la actitud ciudadana que debe cuestionarnos desde lo simple. El Ministerio de Transporte en el decreto 019 de 2012 determina que
“Los vehículos nuevos de servicio particular diferentes a motocicletas y similares, se someterán a la primera revisión técnico-mecánica y de emisiones contaminantes a partir del sexto (6°) año contado a partir de la fecha de su matrícula, luego anualmente”.
En ese sentido, la pregunta es, ¿se cumple? Claro que sí, muchas personas hacen juiciosamente la tarea, pero… muchos otros no y eligen hacer la trampa falsificando los documentos para recibir un certificado de gases conforme a la exigencia de la norma.
¡Y el tema es sensible! Según la Superintendencia de Puertos y Transporte, la evasión en la revisión técnico-mecánica (RTM) en 2018 fue del 54 por ciento en Colombia. Y al respecto, es c-l-a-v-e señalar que, según la entidad, “Bogotá, Antioquia, Valle del Cauca y Cundinamarca representan el 54 por ciento del total de vehículos matriculados en el país (7,2 millones), de los cuales 5,9 millones está obligado a hacer la revisión, y de estos 2,9 millones la evaden (50%)”.
Sin duda, no hacer la revisión técnico-mecánica es una irresponsabilidad con la vida propia y con las obligaciones como ciudadanos para el cuidado del medioambiente.
Pero vamos más allá en el compromiso ciudadano para aportar a la mejora del aire –de la responsabilidad de la industria, el sector económico y otras instituciones ya han hablado mucho en múltiples escenarios-; por eso, hay que tomar conciencia y para eso también hay que hablar de la Silvicultura que es el cultivo, el cuidado y la explotación arbórea.
En el Valle de Aburrá hay un déficit de 700 mil árboles según informó el Ministerio de Medio Ambiente en 2017; y en ese orden, la organización Mundial de la Salud –OMS- recomienda que por cada persona existan tres árboles pero en Medellín, el porcentaje no alcanza ni para un árbol por cada uno de nosotros.
Pero, ¿y es que son muy importantes los árboles para contribuir a mejorar la calidad del aire? La respuesta es ¡Sí, son cruciales!
Los árboles cumplen funciones de amortiguamiento y retención de contaminantes en su follaje: a mayor tamaño de la hoja tienen mayor capacidad de retener las partículas contaminantes; dichas partículas luego por acción de la lluvia se lavan y se pierden; por eso son muy importantes, pero ojo, los árboles contribuyen a mitigar, no resuelven el problema. Los árboles no son máquinas de digerir contaminante; ellos incorporan el dióxido de carbono que se emiten en la combustión y liberan oxígeno, es decir, son purificadores de aire; con ello contribuyen a combatir el cambio climático.
Como un regalo de la naturaleza, los árboles ayudan también a regular la velocidad del viento, bajar las temperaturas, reducir las inundaciones y menguar las islas de calor –zonas de concentración de temperatura-: ¡Los árboles generan un microclima que es para nuestro bienestar!
Contrario a esas bondades y en contravía de sus aportes, es común que muchas personas no permitan que los árboles se siembren cerca de sus casas dizque porque la hojarasca genera mucha basura, atraen murciélagos, obstruyen la visual de la casa o porque en ese lugar donde se puede sembrar un árbol, parquean la moto de la casa y montan un puesto de comidas rápidas los fines de semana. Y entonces aquí la cuestión: ¿es más importante respirar o comer un perro caliente?
No se trata de verdades totales, el punto es que debemos buscar la forma de conciliar de manera que la ciudadanía valore los servicios ambientales pues es posible que a algunas personas les molesten los árboles pero de fondo hay una responsabilidad colectiva con la ciudad.
Por fortuna, la alcaldía de Medellín está desarrollando un plan de creación de 30 corredores verdes con la siembra 20mil nuevos árboles y a su vez, el Área Metropolitana de Medellín tiene la meta de sembrar a 2019 un total de un millón en zonas urbanas y rurales del Valle de Aburrá; a la fecha se acercan a los 500mil árboles sembrados.
Y todo esto cobra total trascendencia si consideramos que sumado a las dificultades de la calidad de aire, la Organización Mundial de la Salud recomienda que una persona no debe caminar más de 15 minutos sin encontrarse una zona verde en su recorrido. ¡Salud mental! ¡Puro equilibrio!
Hay muchas organizaciones civiles que trabajan por mejorar la calidad del aire en Medellín, la alcaldía de Medellín hace esfuerzos sobre el tema y muchas instituciones también se comprometen, pero en fin, es como separar las basuras en casa o no arrojar la envoltura de un dulce por la ventanilla de un bus. Hay que trabajar desde el acto diario.
Por eso no es necio preguntarse, ¿hay verdadera conciencia ciudadana sobre el tema? ¿Hay disposición ciudadana mayoritaria para aportar? ¿Falta invertir mayores recursos en acciones de prevención?
Lo cierto es que, desde lo simple y como lo expliqué con los casos puntuales de la siembra de árboles y la revisión técnico-mecánica, cada uno de nosotros debe ponerse la camiseta y contribuir, pues ya lo dice el grupo de metal ecológico Posguerra en una de sus canciones, “estamos al borde” …