Coleccionismo, el arte de recordar historias
“Somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos”. Jorge Luis Borges
Existen distintas maneras de leer la historia y existen también otras historias detrás de lo contado oficialmente. Siempre existirán narraciones que se cuentan entre líneas y ahí es donde radica la importancia de todo tipo de colecciones.
Las colecciones de arte conforman un universo que articula la historia de la humanidad que, por diversos factores, poseen configuraciones que a veces anteponen intereses alejados a las intenciones de los artistas o creadores, sus narrativas y contextos.
Para comenzar, es necesario que entender que las colecciones comprenden desde la catalogación de objetos hasta su mantenimiento y comprensión a través de las historias que nos cuentan.
El coleccionista, hace parte de un entramado relacional de alcance transnacional, orientado a la conservación y puesta en valor de la documentación sobre el pasado de sus objetos coleccionados, que dejan de ser solo “objetos” y pasan a ser parte de la memoria que se ofrece a las futuras generaciones de historiadores o personas interesadas en conocer, lo que para entonces será, el pasado.
A la capacidad de crear un universo de objetos, se asocia con las colecciones. Según señala Russell W. Belk “La evidencia material en torno al coleccionismo es milenaria; los arqueólogos reportan que hace 45.000 años el hombre de Cromañón coleccionaba fósiles para depositar en sus entierros”.
El coleccionismo se vincula con el deseo de reunir objetos agradables a la vista, el tacto u otros sentidos, bajo criterios estéticos que pueden cambiar con el tiempo y en el espacio, pero están presentes en todas las culturas. De hecho, puntualiza el mismo investigador que “el origen del coleccionismo de objetos refleja la trasfiguración que sufrieron dichos artículos entre sociedades, como bienes personales, tesoros, botines de guerra o como parte del patrimonio cultural”.
En Colombia contamos con algunos espacios dedicados a la conservación y el rescate de algunas historias que con el tiempo suelen ser olvidadas. Es importante retornar a ellas y hacerlas parte de nuestra vida para no revivir las historias de violencia con que hemos crecido.
Comenzamos este recorrido de Pueblos mágicos por el Centro Nacional de Memoria, Paz y Reconciliación, que se establece como un instrumento que promueve una cultura de paz y respeto por los derechos humanos a partir de la memoria y la verdad histórica, que contribuye a la reconciliación y la profundización de la democracia.
El arte religioso, entendiendo a Colombia como un país laico cuyas tradiciones están arraigadas en el catolicismo, pasa a ser una de las más grandes narraciones de las visiones en los territorios.
Uno de estos espacios de conservación de la memoria en el sur del país es el Museo Juan Lorenzo Lucero, que en su interior conserva obras de arte religioso, arqueológico e histórico; documentos del patrimonio del suroccidente colombiano y reliquias de personajes ilustres que se destacaron a nivel nacional e internacional, entre ellos obispos, sacerdotes, escritores, poetas, músicos, gobernantes, militares y políticos.
Una de las colecciones más importantes del país que se resiste al olvido, es la que nos presenta el Museo Romántico de Barranquilla. Es el único lugar en que está concentrada toda la historia de Barranquilla, pues en los 772 metros cuadrados de construcción hay incontables documentos, libros, fotografías, cuadros y objetos que son verdaderas joyas que reposan allí como testimonio.
El Museo Romántico es el sitio para conocer todo lo relacionado al pasado de Barranquilla, desarrollo y tradición. Cuenta con colecciones del Carnaval de Barranquilla, una máquina de escribir que perteneció a Gabriel García Márquez, medallas de Simón Bolívar, escritos del General Santander, una espada del primer Gobernador general Diego A. de Castro; pianos, documentos y fotos del primer Centro artístico en 1905 y piezas de la primera filarmónica. El lugar, fundado en el año 1983, se ha esmerado por preservar y recopilar la historia de la Puerta de Oro de Colombia.
La música ha sido, desde tiempos remotos, una gran atracción para coleccionistas entre los que encontramos apasionados por géneros musicales diversos, aficionados del acetato y otros formatos, o quienes consideran quizás a la música como parte de la construcción de la identidad regional, nacional, o como métodos de semejanza con los pares.
Sea cual fuere el motivo para iniciar una colección musical se verá esta siempre atravesada por acrecentar en número y categorías esta intensa pasión. Otros formatos para la colección de música se suman si se adhieren los géneros audiovisuales. Giovanni Rendón es un coleccionista que explora las posibilidades creativas desde la colección de imágenes en la música. Su memoria está presente en Rodrigo D No Futuro.
En Cali, la historia también se nos va contando audiovisualmente. Allí, Caliwood, el primer Museo de la Cinematografía en la historia de Colombia, muestra a los visitantes nacionales y extranjeros los principales artefactos, elementos, artículos, juegos ópticos, maquinaria, accesorios, equipos de filmación y proyección de películas, cámaras fotográficas antiguas de carácter análogo, afiches, carteles, pastines y heraldos y todos los objetos que fueron protagonistas en el desarrollo de la cultura cinematográfica y su ascendiente legítima la fotografía.
Sea como fuere, seguiremos conociendo diversos pasados a través de los objetos de quienes nos preceden y cuentan las historias de sus vidas y entornos en otras épocas.