Odio a Botero volvió en el mejor momento posible
Mientras veía el documental ‘Clamoroso Silencio’ sobre Odio a Botero, muchas cosas pasaban por mi cabeza. Recuerdos de aquellos años en los que la banda apareció y se volvió un fenómeno, el volver a escuchar aquellas letras que describían nuestro país de una manera tan cruda como divertida, y la tristeza de tantos años en los que no pudimos disfrutarlos por muchos temas, algunos de ellos referentes a la censura, tema con el que la banda tuvo que luchar gran parte de su carrera.
Sin duda este gran documental hecho por la productora Los Monstruos del cine, en asocio con Señal Colombia, es algo que la banda merecía ya que apareció en un momento donde no había mucha gente diciendo cosas y ellos lo hicieron volviéndose un hito para una generación. Odio A Botero nos contó miles de historias que nos ayudaron a no comer entero, por eso era el momento de contar la historia de ellos.
En un país donde no es tan bien visto salirse de ciertas líneas discursivas, René Segura a través de sus líricas lo hizo. Y no solo hablando de lo político y lo social, sino rompiendo paradigmas con el género en sí. Odio a Botero ha sido un punk al que la militancia, los formalismos y las reglas que muchas veces impone el punk, poco le importan. No pasa por las crestas, pasa por decir duro lo que somos y reírnos mientras movemos la cabeza.
El documental termina con una nota abajo. Con la desaparición de la banda y por supuesto su legado. Sin embargo, justo cuando el documental estaba en postproducción, la banda tuvo la oportunidad de rehacer sus dos primeros álbumes y terminar de grabar uno nuevo llamado ‘Bardo’ (2017). Un disco donde hay evolución musical pero la esencia no se pierde.
Y por eso disfruté mucho ese documental, porque como dice René en un pedazo del mismo: “El punk es una fruta mala que se siembra en todas partes” y fruta mala nunca muere.
Entonces dedico estas palabras para declararme fan furibundo de Odio a Botero, decirles que los extrañé y que creo que este regreso en pleno año electoral no podía tener mejor timing, y aprovechar para poner a todo volumen su música y recordar todos aquellos momentos en los que ante mi falta de fe en el futuro del país, los busqué a ellos para que me dijeran: “No importa, y si importa, tampoco importa”.
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