San Bernardo, el único pueblo de Colombia con momias
No todas las momias han salido de los cuentos de terror, en este municipio sus pobladores son testigos de un fenómeno sin explicación: la momificación natural.
En un rincón de Cundinamarca, aproximadamente a 99 KM de Bogotá, está ubicado el municipio de San Bernardo, un lugar acogedor y cómodo como muchos otros municipios del país, aunque en él hay una particularidad, dentro del cementerio del pueblo está ubicado el Mausoleo de momias. Sí, momias, pero no son la clase de momias que conocemos por los relatos o películas, tampoco son aquellos cuerpos embalsamados de antiguos faraones, ni mucho menos están llenas de vendas. Los cuerpos que allí reposan simplemente poseen una capa de piel entre tonalidades blancas y cafés que les dan un aspecto bastante peculiar. En este lugar la muerte adquiere un toque fantástico y quizá místico, ya que no existe como tal una explicación científica para dicho proceso.
Al ingresar al lugar puede percibirse una sensación de armonía y calma, y como en todos los cementerios hay un olor particular en el aire. Ese olor que nos avisa que estamos teniendo un contacto cercano con la muerte. A pesar de lo que puede pasar por la mente al escuchar la palabra 'momia', las de aquí no están ubicadas en un lugar lúgubre, ni sombrío, las momias en este lugar están exhibidas en un espacio bastante iluminado. Actualmente hay alrededor de 15, cada una de ellas con la historia sobre quiénes fueron y qué simbolizaron para el pueblo. Antes habían 180 pero por cuestiones de salubridad debieron ser reducidas.
Desde los años ochenta en el cementerio comenzaron a notar un patrón en algunos de los cuerpos al momento de ser exhumados, varios parecían estar intactos, perfectamente conservados, dando un aspecto algo onírico a la muerte. Muchos de los cadáveres del municipio se momificaron de manera natural y están allí por autorización de sus familiares.
La momificación que se presenta en San Bernardo es un proceso natural en el que los cadáveres que se han mantenido en un estado de conservación aceptable. A pesar de las diversas búsquedas, aún no se han encontrado explicaciones científicas para el fenómeno, pero existen varias hipótesis entre los habitantes.
La primera de ellas afirma que tiene origen en la alimentación de los sanbernardinos, basada en el consumo de Guatila y Balú. Ambos alimentos hacen parte de la tradición alimenticia y crecen de manera silvestre y natural, sin productos químicos que los alteren.
La Guatila o cidra (Sechium Edule) es una enredadera o trepadora. Tiene un valor medicinal y es abundante en frutos que se caracterizan por ser voluminosos y de color verde o blanco. Se cocina en sopas, cocidos y tortas.
El Balú o chachafruto (Erythrina Edulis) es conocido como “el árbol que nunca muere”. Su fruto es un frijol gigante que se prepara de múltiples formas. Se ralla la vaina, se desgrana y se cocina quitándole la corteza. Se acompaña en salsa. También puede prepararse en dulce y en jugo.
Buscando dar respuesta al proceso natural también se mencionan cuestiones más espirituales, como que la momificación puede ser causada por el fervor y la fe de los habitantes, ya que la mayoría de ellos son católicos.
Vale la pena decir que el consumo de la Guatila y el Balú no es exclusivo en esta zona del país al igual que el fervor católico. La momificación natural generalmente es atribuida las condiciones naturales del clima. El fenómeno se presenta bajo condiciones climáticas muy frías o muy secas pero este tampoco es el caso de San Bernardo puesto que el clima del pueblo es templado, por lo tanto la momificación de los cadáveres sigue siendo un enigma.
La exhibición de las momias en el Mausoleo ha hecho del lugar un escenario que logra transmitir a través de esos restos humanos y su peculiar estado, un testimonio frente a la muerte desde el punto de vista histórico, religioso, científico y cultural, porque como lo destaca una frase ubicada en uno de los carteles del Mausoleo: “Si conocemos mejor la muerte, no nos desvelaremos más por huir de ella y ocultarla, apreciaremos mejor la vida y respetaremos antes que nada la de los otros”.
Las palabras no alcanzan para describir las sensaciones que despiertan estos inusuales procesos de momificación, vale la pena darse una vuelta por San Bernardo, acercarse al Mausoleo y ver la muerte desde otros puntos de vista.