La Casa de la Memoria de Tumaco podría cerrar por falta de financiación
Nació como una iniciativa de la Diócesis de Tumaco y desde sus inicios, hace diez años, le apostó a la construcción de una cultura de paz a través del reconocimiento de las víctimas en Colombia. La Casa de la Memoria de Tumaco fue también la primera sede de oficina de la Comisión de la Verdad en esta región. Además de contar con un museo, también en su interior ocurren varias iniciativas de formación en Cátedra de Paz a docentes, jóvenes, niñas y niños y de acompañamiento psicosocial a mujeres víctimas.
“Hemos recibido un gran reconocimiento local, nacional y varios premios por nuestra labor, entre ellos el Premio Franco-alemán de Derechos Humanos Antonio Nariño y el premio en el 2013 del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) a la mejor exposición museográfica de memoria del conflicto armado”, dice uno de los comunicados de este espacio, firmado por su asesor principal, Jose Luis Foncillas.
Sin embargo y a pesar de su trabajo comunitario, este espacio podría cerrar ya que no ha recibido ningún apoyo estatal, tal como lo denuncian sus miembros en su página web. Este mismo documento advierte que a pesar de 10 años de intenso y fructífero trabajo con las comunidades y diversos sectores del conflicto armado, se ven obligados a cerrar el museo en 2023 si no consiguen financiación. “Queremos denunciar que existe una Sentencia Judicial, que no se ha cumplido, la sentencia del 29 de septiembre de 2014 del Tribunal Superior del Distrito Judicial de Bogotá, Sala de Justicia y Paz, la misma que fue ratificada por la H. Corte Suprema de Justicia, mediante sentencia del 16 de diciembre del 2015”.
El exhorto 69 de dicha sentencia, dice el texto, obliga al Ministerio de Cultura, a la Alcaldía de Tumaco y Gobernación de Nariño a contribuir con el “mantenimiento, continuidad y demás gastos del museo Casa de la Memoria de Tumaco, en el entendido que se trata de una forma de preservar la memoria de las violaciones a los derechos humanos y garantizar su no repetición”.
Y sentencia que pese a la existencia de este mandato hoy la Casa de la Memoria no tiene ni “mantenimiento, ni continuidad” por parte de ninguna entidad del Estado. “Llevamos diez años construyendo física y socialmente el museo gracias a la cooperación internacional. Más de 200.000 personas han visitado el museo y más de 10.000 jóvenes se han formado en talleres. Todo eso prueba la pertinencia de un museo de paz en Tumaco, lugar donde el conflicto armado se ha padecido y se sigue padeciendo de manera intensa”.
El Espectador que además de referenciar dicha denuncia, habló con algunas de las víctimas que han encontrado en el espacio un lugar seguro. “Allá nos reunimos varias mamás que perdimos hijos, nos hacemos llamar las amigas del Museo porque siempre ha sido un lugar de encuentro, un lugar al que podemos acudir cuando estamos mal o cuando necesitamos asistencia o apoyo psicológico. Su cierre sería un golpe duro para las víctimas”, cita el texto.
Y es que parte de la importancia de la Casa de la Memoria puede verse reflejada en la publicación de dos libros que han surgido de estos espacios que promueven una cultura de paz: Desde las raíces y Educando para la paz. También revisando a cabalidad el trabajo que han hecho sus participantes de la mano de la Comisión de la Verdad en la reconstrucción de los hechos de guerra ocurridos en el departamento. De ahí por ejemplo surgió La herencia de nuestros mayores, un libro que cuenta la historia de esta región y que se espera ser lanzado a finales de este mes.
Foncillas denunció a Verdad Abierta que la Casa de la Memoria necesita menos del uno por ciento de los cerca de 70 mil millones de pesos que el Estado colombiano destinó para la construcción del Museo de Memoria de Colombia. “No entendemos por qué, si hay dinero para ese museo en Bogotá, no lo hay para un museo de memoria en Tumaco que está ubicado en uno de los territorios más golpeados por el conflicto armado y que necesita urgente un lugar para la construcción de paz”.
Por este motivo el asesor es enfático cuando dice que de nada sirve una solución temporal, como dinero para programas con fecha de caducidad, cuando lo que se necesita es una solución que a largo plazo pueda sostener este proyecto que tanto hace por la paz y la verdad de nuestro país.