10 recomendaciones para propiciar la autonomía económica de las mujeres
De acuerdo a la Red Mujer y Hábitat de América Latina, las mujeres y disidencias sexuales son las más afectadas por el confinamiento causado por el Covid-19, el cambio climático y los diferentes conflictos que se dan en el territorio interfiriendo con su derecho al hábitat, a una vivienda digna y a ciudades y territorios sin violencia.
Así, esta red viene realizando avances en América Latina y el Caribe, para poner en la agenda de los gobiernos locales el derecho de las mujeres a la ciudad y el territorio y por un municipalismo feminista.
La problemática, sin embargo, sigue siendo preocupante. En Colombia, por ejemplo, se estima que 9 de cada 10 mujeres realiza trabajos no remunerados. Antes de la pandemia, según la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT) las mujeres destinaban 7 horas 14 minutos a estos trabajos.
Hoy, según las últimas mediciones del DANE, destinan 8 horas (casi 1 hora más), mientras los hombres 3:07 minutos (5 minutos menos que antes de la pandemia). La brecha de tiempo entre hombres y mujeres hoy es de 5 horas al día en Colombia. En Bogotá 1’200.000 mujeres, (el 30%), se dedican de forma exclusiva a trabajos de cuidado no remunerado. Antes de la pandemia eran 800 mil, por lo tanto, hubo un aumento del 50% de esta población por las altas demandas de cuidado que trajo el cierre de guarderías, escuelas y centros de cuidado.
En Argentina, dice la misma red, la Encuesta Nacional del Uso del Tiempo (ENUT) de INDEC (2022), indica que el 91,6% de las mujeres realizan tareas domésticas o de cuidado no remunerado frente al 73,9% de los varones, lo cual confirma la división sexual del trabajo. La situación se refleja de peor manera en hogares bajo responsabilidad única de las mujeres. Las demandas se multiplican entre las tareas escolares, teletrabajo (si lo hay) y el sostenimiento emocional ante la incertidumbre, al punto de que descuidan su propio cuidado.
Esta variable del uso del tiempo y la división sexual del trabajo, puntualiza la organización, profundiza los sesgos de género generados durante la pandemia, poniendo en evidencia la presión de las tareas de cuidados y las mayores asimetrías del uso de tiempo de mujeres en relación con varones.
Es así como, en Latinoamérica un 27,8% de las mujeres no tienen ingresos propios comparado con un 12% de hombres, de acuerdo a datos del Observatorio del CEPAL. Mientras tanto, en Colombia las mujeres sin ingresos ascienden a un 39,3% mientras los hombres están en un 17,4%. En Argentina un 19,1% de mujeres mientras un 12,1% de hombres. Cifras que ascienden considerablemente en Centro América donde vemos El Salvador con 39,4% de mujeres, y un 15,8% de hombres o el caso de Guatemala con un 51% de mujeres y 14% de hombres.
Para avanzar hacia el reconocimiento, la reducción, y la redistribución del trabajo de cuidado, con el fin de propiciar la autonomía económica de las mujeres diversas, dice la red, se necesita seguir estas diez recomendaciones:
1. Información actualizada: Estudios periódicos sobre el uso del tiempo y de demanda de las mujeres con respecto a las necesidades de cuidado de niños y niñas, personas con discapacidad, adultos mayores, a nivel rural y urbano.
2. Mapeo de ofertas de cuidado estatales, comunitarias, locales, privadas: Mapeo de demanda de vivienda, trabajo, servicios, cultura, recreación, deporte y espacios de esparcimiento.
3. Cambio cultural involucrando a los hombres en las tareas de cuidado.
4. Dotación de equipamientos y servicios de cuidado próximos a la vivienda: Incluyendo necesidades de personas trans y con diversidad sexual. Esto, con una articulación con las organizaciones locales de mujeres.
5. Recorridos y entornos que cumplan con los principios básicos de espacio público seguro para las mujeres: Con accesibilidad, Iluminación, señalización, concurrencia, vigilancia, mantenimiento y limpieza.
6. Transporte y movilidad para el cuidado: Con circuitos barriales, ciclo rutas, senderos y andenes que conecten equipamientos y servicios con las viviendas del sector.
7. Oferta de vivienda social en función de la localización y accesibilidad al mercado laboral.
8. Activismos locales fortalecidos para la participación ciudadana y la gestión local de las mujeres por sus derechos económicos, sociales y culturales.
9. Acceso a la salud reproductiva, al aborto seguro y a anticonceptivos para las mujeres.
10. Políticas sobre la economía del cuidado en los planes de desarrollo y de ordenamiento territorial de ciudades y territorios.