Pixies: Papá ha vuelto
Entre 1990 y 1994 no hubo bar en Chapinero (TVG; Vértigo, Transilvania y Florhisteria entre otros) donde no sonara cada noche Hey, Debaser o Isla de Encanta de forma casi ritual. Las chicas que iban a los bares alternativos tenían religiosamente el CD de Doolitle.
Fue un momento muy corto de la noche Bogotana, pero en esos pocos años los Pixies eran los reyes. Lo eran porque aunque no sonaban en la emisoras, eran los causantes de todo. No habría Nirvana, no habría Radiohead sin Pixies.
Difícilmente se creerían reyes, pioneros, o la banda más influyente de los últimos treinta años cuando en los ochenta eran simplemente la reunión de varios estudiantes en Boston que se enfocaban en las emisoras universitarias, mientras el top 40 rockero estaba lleno de pop birtánico o hard rock capilar. Sus primeros discos (Common Pilgrim y Surfer Rosa) iban mostrando las fronteras que rompía el cuarteto sin que nadie, ni ellos mismo, lo notaran.
Fue con Doolittle (1989) que un pequeño público desconectado de la juventud reganiana describió un nuevo camino en el rock. Sacaron tres discos más, menos universales pero más arriesgados y se convirtieron en la banda favorita de todo la siguiente generación. Pero justo en el año 91, las peleas a causa de los egos entre su líder y cantautor Black Francis, frente a la encantadora e innovadora bajista Kim Deal, eran muy frecuentes, y el tema de los excesos estaba dando vueltas...
Mientras ellos se consumían entre ellos, un joven llamado Kurt Cobain (quien en varias entrevistas durante sus primero años reconoció sólo querer “copiar a Los Pixies”) se volvía el cantante más famosa del mundo, y la banda que lo había inspirado, trágicamente se había acabado justo antes.
Pasaron los años y Pixies quedó sumido en un ostracismo tan prolongado como inmerecido. Las emisoras se olvidaron de ellos y algunos bares los rescataban a veces. Sin embargo tomaron un segundo aire. Sacaron un irregular álbum de grabaciones viejas llamado Indie Cindy (ya sin Kim Deal). Vinieron a Colombia y ante un público no tan numeroso, todos aquellos que estuvimos en esos bares les dimos las gracias.
Ahora la banda saca un nuevo album, en Head Carrier se vuelve encontrar en gran forma el sonido y la forma de Pixies. Con su nueva bajista, Paz Lechantin, totalmente encajada, el disco y la banda siguen siendo toda una lección sobre la vida en el rockanroll. Head Carrier es tan innovador y sorprendente como conservador con el sonido de siempre. Pixies vuelve a lo grande. Y la gente se lo reconoce.