Iggy Pop: una visita oportuna
No era de entrada lo que uno consideraría el mejor día para un concierto. Seguramente muchos de los que estábamos ahí moríamos por ver a Iggy pero también llegábamos con muchas cosas revueltas en el alma después de haber vivido una de las semanas más difíciles en la historia del país. No me cabe duda que eso influyó en el mood del concierto.
Ahí estábamos todos esperando nerviosos pero ensimismados en la situación del país, esperando aquel mito del que tantas cosas se han dicho: que estaba viejo y acabado, que era un acto decadente, que no tenía sentido ir a ver a una vieja caricatura de un anciano rockero. En fin...
Yo no dudé ni por un momento el ir a verlo, nunca creí ese cuento del 'viejo decrépito'.
Un hombre que es capaz de sacar un disco tan completo e increíble como el Post Pop Depression está lejos de ser una caricatura de sí mismo. Iggy aún sabe juntarse con otros genios; es cierto que tuvo la ayuda invaluable de Josh Homme como en su momento la tuvo de su gran amigo Bowie.
Aquella noche de jueves salió de la nada la leyenda al escenario y todos aquellos que necesitábamos hacer catarsis tuvimos nuestra recompensa. Iggy se entregó, cantó todo lo que uno esperaba y más, pero sobretodo fue el Iggy que uno siempre soñó ver.
Y no podía dejar de pensar en aquellos jóvenes en la Norteamérica de los setenta que iban a ver a The Stooges sintiéndose que no pertenecían a nada y que realmente nada les llegaba al corazón y aparecía Iggy y les cantaba sobre esas cosas y de pronto todo tenía sentido y esos jóvenes terminaban armando una banda como los Ramones o simplemente no se sentían tan sin rumbo. Y al ver a toda la gente que estaba a mi lado experimenté esa sensación de felicidad compartida. Y entonces recordé que ese ha sido el papel del punk y el rockandroll desde siempre: incomodar a aquellos que no entienden desde afuera, pero aglutinar a aquellos que no se sienten parte de nada. Uno de los primeros que lo hizo hace muchos años fue Iggy y son miles los que han seguido su legado.
Así que pocas veces un artista vino en tan buen momento a Colombia; a ponernos a saltar, llorar, gritar y a pensar. A hacer lo que Iggy siempre ha hecho. Por eso Iggy te doy gracias. Te necesitábamos más que nunca y cumpliste.