Festival Rock por la Vida: un canto de alegría
Una llamada es una canción, una canción, la vida misma.
Aquel día llamé a mi mamá y le dije: No puedo más. Ya no quiero vivir más. Al otro lado de línea hubo silencio. No se lo esperaba. Nunca se hubiese imaginado que a su hija le pasara eso por la cabeza.
Porque si, en general he sido una persona feliz, genuinamente feliz. Y cuando la tristeza ha golpeado mi puerta nunca se ha presentado con forma de agujero negro. Así que a lo largo de la vida, hasta ese momento, había podido hacer frente y sacudir las más solidas tristezas de muchas maneras. Pero ese día, esa mañana en donde no podía parar de llorar, tuve que llamarla y hablar con ella. Fue una medida desesperada. Necesitaba un polo a tierra o más bien un polo al corazón con el que tengo línea directa.
Ella me habló del amor, de mi hijo, de mi misma, de la vida, de ella. Me mostró caminos con su palabra y descanso con su colaboración inmediata. Una llamada le dio la vuelta a mi agobio, a la presión, el estrés, el cansancio y el maltrato que vivía en silencio. Una llamada que implica una última dosis de humildad y valentía ante el desespero, una llamada que abría un camino, soluciones diversas y un stop ante una medida desesperada en un ciclo que parecía no acabar.
Esa llamada fue como una canción. La misma que puede sonar en la radio con las palabras indicadas justo cuando la necesitas. Como si el universo estuviera viendo y escuchando cada una de las cosas que piensas y sientes y de pronto, le da la vuelta al disco y le pone play a la canción que clamas. La que te susurra y te retumba en los oídos y termina no solo cambiándote el día, sino la vida misma. Su poder, el de su palabra, el ritmo y la melodía puede ser tan exacto que magistralmente y mágicamente da un punto de giro que ni siquiera creías.
Ese día sin duda alguna mi madre fue canción y la llamada el dial que encontré para encontrar la salida que mi espíritu clamaba.
Subestimamos el poder de la música ante tanto ruido que recibimos, pero antaño las canciones eran rituales y estos a su vez tenían una intención directa de modificar, sanar, celebrar o reforzar situaciones en vida por difíciles que estas fueran. Era magia de la más pura, porque convocar a través de la música es quizá de los actos más movilizadores no sólo socialmente, políticamente sino sobre todo, espiritualmente hablando. Lo que vives y te conecta con otros en un concierto y/o festival cantando, bailando y celebrando, impacta directamente cada centímetro de tu ser y sales de ahí sin ser el mismo que llegó.
En el año 2007 el comunicador, gestor y promotor mexicano Alejandro Tavares se dio cuenta de esto. Leyendo el diario Mural en Guadalajara vio que el Estado de Jalisco era el segundo, a nivel nacional, con mayor número de casos de suicidio. Ante esa noticia decidió proponerle al Gobernador de turno que hicieran un festival en donde a través de la música circulara el mensaje de prevención y compartieran una línea de atención directa para que una llamada como una canción fuera un pasaporte para reivindicar la vida.
Desde ese día hasta la fecha, ROCK POR LA VIDA lleva 13 años convocando artistas nacionales e internacionales como Café Tacvba, Auténticos Decadentes, Molotov, Calle 13, Unkle, Julieta Venegas, Babasónicos, Aterciopelados, Zoé, Vetusta Morla, Diamante Eléctrico, Nortec, Doctor Krápula, Los Pericos y Dorian entre otros, ante más de 25 mil personas que cumplen esta cita anual adquiriendo su boleta a través de una llamada en donde responden ¿Qué hacer con una persona deprimida?
Esta reflexión colectiva tapatía ha convertido a Rock por la Vida en un de los festivales gratuitos más importantes en México y ha permitido que los casos de suicidio en el Estado de Jalisco vayan disminuyendo.
Atiende sin juzgar, Propicia el diálogo sin discutir y No minimices sus motivos son algunas de las organizaciones que durante el festival están ofreciendo su atención para casos de diversa índole que giren alrededor del acto de quitarse la vida. A lo largo del día circulan mensajes en las pantallas alertando sobre las señales de alarma que nos pueden ayudar a identificar si una persona cercana está pensando en no vivir más. Y durante todo el día el parque Agua Azul en Guadalajara comparte en cada edición todas las canciones que sean necesarias con tal de reivindicar la vida y darle sentido a través de la música.
Citando a www.asivamosensalud.org “Según la Organización Mundial de la Salud cerca de 3000 personas se suicidan cada día en el mundo (lo que equivale a una cada 30 segundos) y otras 60.000 intentan hacerlo pero no lo logran. Las tasas de suicidio han aumentando un 60% en los últimos 50 años y este incremento ha sido particularmente agudo en países en desarrollo, especialmente en países jóvenes: es la tercera causa de muerte entre los 15 y los 34 años de edad”.
En Colombia según SISPRO (Sistema integral de información de la protección social) la tasa de intento de suicidio para el periodo entre 2009-2016 ha ido incrementando año tras año pasando de 0.9 por 100.000 habitantes en 2009 a 36,08 por 100.000 habitantes en 2016. En 2017 la tasa preliminar fue de 52.4. La tasa más alta se presentó más en el grupo de edad entre los 15 y 19 años, seguido por el grupo de 20 a 24 años. Y las tasas son aún más altas en hombres. Por cada mujer cinco hombres intentan quitarse la vida. Es la cuarta forma de violencia en nuestro país.
En México según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) en 2016, se detectaron más de 6.285 suicidios lo que representa 5,2 muertes por cada 100.000 habitantes y un año antes se registraron 2.599 suicidios entre personas de 15 a 29 años para apuntarse como la segunda causa de muerte entre adolescentes de 15 a 19 años. "El suicidio se convirtió en la segunda causa de muerte entre el grupo de 15 a 29 años, únicamente superado por los accidentes", señaló el coordinador del departamento de psiquiatría y salud mental de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), José Javier Mendoza Velásquez.
El Estado de Jalisco en México se ha convertido entonces en una luz sonora frente a esta situación. A través de iniciativas constantes como el festival Rock por la Vida ha puesto sobre la mesa la problemática contribuyendo con música a la reducción de dicha situación. Un frente amplio musical y familiar, porque a lo largo y ancho del Parque Agua Azul circulan familias enteras disfrutando el festival. Jóvenes, padres y hasta niños caminan por los tres escenarios cuidándose los unos a los otros y celebrando la vida a través del rock.
Bandas locales e internacionales dan su mejor show ante un público generoso que corea y baila todas las canciones en un día en donde hasta el sol no quiere esconderse. La música hace lo suyo, el festival lo propicia y cada cual, después de haber asistido, no es el mismo. Todos miran a la vida, se convierten en familia, porque es ahí donde todo puede cambiar, donde podemos ver si alguien cercano está presentando signos de alerta (desesperanza, tristeza, cambios de conducta muy marcados, irritabilidad) que lo acerquen a pensar en quitarse la vida.
Una llamada puede cambiarte la vida, una canción también y un festival entero no sólo cambiártela sino darle sentido completo a ella. Llegamos siendo unos y nos vamos siendo otros. Así como mi madre aquel día fue canción, Rock por la Vida en Guadalajara, México sabe llevar a cabo, versión tras versión, su misión. Que la vida con música nunca se apague en primavera.