Valium: Un grito de desahogo en clave de crust punk
Dentro de nuestro interior hay una fuerza que grita con furia y agonía. Una fuerza oscura llena de rabia y tristeza que se alimenta por los golpes del día a día. Golpes que vienen del contexto político y social del mundo, de las injusticias que nos azaran constantemente, de la apatía y desprecio que caracterizan la condición humana y de los demonios internos que nos atormentan. La única forma de sobrevivir a este caos, es tomar todo este dolor y canalizarlo de una forma que salga con toda su oscuridad y una banda que sabe muy bien cómo hacerlo a través de su sonido es Valium.
Radicado en Ibagué, este es un grupo que es difícil de definir musicalmente porque sería limitarlo. Valium es la unión de múltiples sonidos que exploran el crust, el punk, el grind y el metal, que los junta de una forma que exorciza toda la rabia y angustia del ser, a la par que nos invita a ser críticos del mundo que nos rodea, los discursos que profesamos y nuestros seres internos.
Este trío compuesto por Juliana Montesino (bajo y voz), Germán Conde (guitarra, voz) y Felipe Álvarez (batería), se formó en el año 2010 en Valledupar. Germán llegó a esta ciudad porque se graduó muy joven de su colegio en Ibagué y al no conseguir un trabajo se mudó a la capital del Cesar con su familia que se trasladó por cuestiones laborales.
Él siempre tuvo gusto por escuchar y hacer música y casi toda su vida ha tenido fascinación por los sonidos extremos y distorsionados. Una vez instalado en Valledupar, conoció a Juliana, quien es oriunda de la ciudad, pero por distintos motivos vivió en varios lugares del país. Ambos se juntaron y empezaron a hacer ruido.
En un principio, mientras definían su sonido, se dedicaron a sacar covers de bandas colombianas de punk , pero la movida extrema de Valledupar no es muy grande y era difícil encontrar un baterista constante y espacios donde tocar. “La ciudad tenía muy pocos espacios para enseñar, a veces había a veces no, a veces tocaba en los patios de las casas”, cuenta Germán, quien ante la falta de lugares, empezó con otras personas a gestionar eventos en la ciudad y en algunas de las urbes de la costa como Santa Marta.
Juliana recuerda esos primeros años como una época de formación, en la que ella no solo aprendió a dominar el bajo sino que también el canto y fue la época en la que se construyeron las bases sobre las que Valium formaría su sonido en Ibagué.
A la capital de Tolima llegaron en 2014 en busca de mejores oportunidades laborales, musicales y estudiantiles. Juliana entró a la Universidad del Tolima en el 2013, donde empezó un proyecto conocido como el Centro de Memoria y Proyección Musical, un espacio clave en el desarrollo no solo de Valium, sino de la música independiente de la ciudad.
Esta era una sala de ensayo/estudio al que llegaban músicos de todo tipo para tocar y entre ellos estaba Felipe, que como buen baterista tenía varios proyectos paralelos. En esa época, él no conocía mucho de los géneros más extremos del punk, pero decidió aceptar el reto y poco a poco comenzó a tomar forma la banda.
El resultado de las largas horas de ensayo y exploración fueron: Sarna Trinidad y Guerra Napalm, sus primeros EPs ambos lanzados en el 2016. Con el impulso de la autogestión que comenzó en Valledupar, Germán, junto con otros músicos y gestores de la ciudad, comenzó a apoyar la organización de eventos. Unió fuerzas con colectivos como Fuerza Punk, para hacer intercambios con bandas nacionales y extranjeras, y en 2018, junto con el Colectivo Dixtorción RP, apoyó la organización del primer Festival Ibagué Punk.
Hasta ahora, Valium tiene tres álbumes: Tierra Hirviendo (2017), Animales (2019) y su más reciente lanzamiento Melodías Para el Fin del Mundo (2021). Este último trabajo define muy bien ese espíritu ecléctico e inquieto que le da un tono especial a esta banda.
Desde sus inicios, los miembros de Valium han buscado las formas de retarse, explorar y probar con la música. En esta ocasión, la banda presenta un álbum que fluctúa entre lo agresivo y lo melódico; que es oscuro, furioso y al mismo tiempo introspectivo. Si bien los cortes mantienen la esencia del trío, musicalmente es distinto a sus trabajos previos, se puede decir que su sonido es más agónico.
Cada grito de este disco viene desde lo más profundo de las entrañas, es como estar perdido un bosque embrujado en la noche. Mientras lo atraviesas, las sombras de lo que se esconde en las penumbras te rozan la cara y no sabes que encontrarás en el camino. Estas canciones son los susurros que escuchas mientras te envuelve la niebla y es lo que bailan los demonios alrededor del fuego.
La única forma de atravesar este bosque es enfrentándolo y eso nos plantea Valium líricamente. Enfrentar lo que no nos gusta, lo que nos atemoriza y confunde para también revisarnos a nosotros mismos y ganar la fuerza necesaria para salir del laberinto.
“Este es un álbum mucho más enfocado a lo emocional”, dice Juliana que escribió las letras de “Melodías para el fin del mundo”, la cual fue un desahogo de un profundo momento de tristeza; “Desposeído”, que habla de cómo la sociedad olvida y desprecia a los habitantes de calle; y “Satanic Crust Punk”, que es una especie de caricatura paródica de lo que la gente piensa cuando ve a un punkero o un metalero por la calle.
En cuanto a la música, Germán cuenta que fue compuesta en base a “Abstinencia”, el último corte de Animales, que es una de las canciones más viejas que compuso y es un tema acústico hecho en un momento difícil,cuando dejó las drogas.
Pero este disco también tiene un toque de denuncia muy fuerte, lo interesante es que es otro tipo de protesta la que plantea. “Ha habido un cambio en lo que de las temáticas sociales, que no van tan enfocados a la protesta sino que son un poco más crudas de decir: ‘en realidad las cosas están peor que nunca’” , explica Germán. Por su parte Juliana agrega: “la música también sirve para canalizar lo que denunciamos de nosotros mismos o lo que sentimos dentro”.
Un buen ejemplo de esto es “Pseudolibertad de Expresión”, en la que hacen una mirada crítica a ciertas dinámicas de las escenas extremas, donde se viven unos moralismos que se han vuelto tan punitivos, que rayan en la intolerancia y la intransigencia. “En la música hay mucha diversidad pero no hay libertad. Esta es una música que de una u otra manera debe transgredir, ofender y atacar posiciones que son realmente fascistas, misóginas y xenófobas, pero en estos momentos a cualquier persona la pueden señalar sin ningún fundamento”, explica Germán.
Pero sin duda la base temática de este disco es una búsqueda de la libertad total, por eso no hubo limitaciones al momento de crear. “Es más el gusto por la música que el gusto por el punk. Mucha gente se cierra en su sonido, en cambio el crust tiene mucha influencia de muchos géneros. Es hacer cosas que a uno le van naciendo. La idea es que suene a algo propio. Las personas me dicen ‘esto suena muy diferente’ y me parece bien porque para hacer música extrema no tiene que ser encasillado”, dice Juliana quien agrega: “Ya hay temas muy trillados ¿para qué hacer lo mismo y lo mismo? Es hacer las cosas que uno ve a diario y es mostrarlo de otra manera”.
A parte de la búsqueda de la libertad, con este álbum Valium también hace la invitación a no rendirse ni bajar los brazos, a moverse y hacer lo necesario para cambiar en algo la realidad. Bien sea la personal o colectiva.
“Ya hay bastante maldad en el mundo para seguir creando ese ambiente malévolo, pero más que positivismo es hacer una memoria histórica de decir: ‘ey está pasando esto, vamos a ver cómo podemos enfrentarlo'", explica Germnán. “Esto es colaboración, es interés por apoyar al otro, es ver qué podemos hacer nosotros. A veces nos sentimos muy frustrados porque todo es una mierda, nunca se había estado tan mal, pero decimos: ‘salgamos y hagamos algo para levantar a la gente’. Los discursos son importantes, pero también es importante llevar el actuar cada vez que podamos para hacer de esto un poco menos mierda de lo que es”, agrega.
Julina por su lado dice: “yo creo que la música trasciende en muchos sentidos porque logra llevar mensajes que la misma educación y la televisión no transmiten. Creo que el punk no puede seguir manteniendo esa imagen de autodestrucción y sabotaje a todo, porque sí, es transgredir, pero tampoco puede influenciar de mala manera al mundo. Algún día lograremos acabar con esa idea de que el punk es solo ir a recatar y emborracharse en los toques y no hacer nada. Pues no. Por eso pienso que uno también debe tener el mensaje positivo, ya que la idea es demostrar que a través de la música extrema se puede llevar un mensaje importante. Nosotros no vamos a cambiar el mundo, pero cuando uno logra llegar a pocas personas que lo escuchan pienso que eso es demasiado importante”.
Actualmente Valium se encuentra moviendo Melodías para el Fin del Mundo, preparando el lanzamiento en físico en formato casete y esperan también sacar un vinilo. Además están trabajando para poder concretar los planes que tenían de girar por Europa, que quedaron congelados por la pandemia, y están preparándose para los conciertos que poco a poco están regresando. Creativamente la banda está en un especie de pausa, ya que Juliana está ahora radicada en Manizales, pero sin duda el ruido seguirá retumbando en las venas de Valium.