Ubasuka: metal en lengua muisca para guardar la memoria ancestral
Hay objetos que tienen una energía especial y nos conectan con el pasado. Estos pueden ser un collar, una cerámica, un amuleto o incluso una foto, que con solo verlos por unos segundos mueven fuerzas que van más allá de la nostalgia y evocan recuerdos más profundos, hasta el punto de generar una conexión entre el pasado, el presente y el futuro. Estos objetos son una especie de portal a la memoria, los cuales eran tan importantes para los muiscas que habitaron el altiplano cundiboyacense, que incluso tenían una palabra especial para nombrarlos: Ubasuka.
Este también es el nombre de una banda de folk metal cuyas letras están enteramente en lengua muisca y cuya composición explora los ritmos y formas musicales de los pueblos ancestrales de los Andes colombianos de una forma muy interesante, ya que, contrario a lo que la mayoría de la bandas de este estilo hacen, la base de las canciones es la percusión y los vientos tradicionales y sobre esta se hacen los arreglos metaleros.
Ubasuka fue fundada por Facundo Manuel Saravia, músico y docente argentino, que se radicó en Colombia hace 14 años y desde hace casi 9 vive en Ráquira, Boyacá con su esposa, su hijo de 13 y su hija de 9 años. En el país donde nació, Facundo, quien por teléfono habla con un tono alegre y amable y su acento es una mezcla entre el argentino y el colombiano, estudió una licenciatura en inglés y durante muchos años se dedicó a enseñar esta lengua.
Pero también, hace un par de décadas sintió un llamado en su interior que lo motivó a comenzar a andar un camino que lo ha llevado a explorar la cultura, la tradición y la forma de vida de los pueblos ancestrales de Latinoamérica, de los hermanos mayores que han habitado esta tierra por siglos y que han resistido y luchado por preservar sus tradiciones y su cultura.
Este viaje lo motivó a crear en Argentina un grupo llamado Proyecto Chakana, con el que empezó a unir su pasión por el metal, la cual siente desde que era un niño, con las nuevas enseñanzas que iba aprendiendo. Entre música, investigación, exploración, aprendizaje y sobre todo desaprendizaje, Facundo comenzó de a poco hacer de la ancestralidad su forma de vida.
Actualmente, con su esposa, que es colombiana e ingeniera agrónoma, y sus hijos viven en una finca agroecológica, donde plantan su propia comida, usan energía solar, reciclan agua y aplican las enseñanzas que durante años han recibido de los hermanos mayores. “Nos ha interesado mucho la tradición cultural, por eso hemos hecho trabajos con Mamos de la Sierra Nevada, con abuelos, abuelas; recogiendo la palabra, aprendiendo del tejido, de la hoja de coca, del tabaco. Nosotros llevamos a la práctica una espiritualidad sobre unos valores ancestrales expresados en el territorio hoy en día, porque no es lo mismo el territorio hoy que hace 400 años”, comenta Facundo.
Él explica que la conexión de su familia con lo ancestral es como un tronco del que se desprenden las ramas que conforman su día a día. Y como una de sus grandes pasiones son los idiomas, cuando llegó a Colombia se sintió intrigado por la lengua muisca y decidió empezar a explorarla. Lo que al principio fue muy complicado porque esta lengua desde hace siglos no tiene hablantes y mucha de su riqueza se perdió.
Facundo se puso a investigar y dio con el trabajo de la lingüista María Stella González del Instituto Caro y Cuervo, fallecida en 2019, quién dedicó su vida al estudio de las lenguas ancestrales de Colombia, principalmente la muisca y pisamira, y logró hacer una reconstrucción muy completa de la fonética muisca. Esto lo complementó con el trabajo del lingüista inglés Nicholas Ostler, fundador de la Foundation for Endangered Languages (Fundación de los idiomas en peligro), quien profundizó en la gramática; y comenzó a hacer un acercamiento muy académico con el que pudo descifrar lo que más pudo esta lengua perdida.
“La lengua es el vehículo de expresión de las cosmovisiones”, dice Facundo, quien desarrolló un método pedagógico y ahora dicta cursos abiertos a todo el que quiere aprender la lengua muisca, porque para él lo más importante de todo este proceso es poder compartir este conocimiento.
Y una gran herramienta que encontró para compartir todo lo que ha aprendido, está en una de las ramas más robustas del tronco de su vida, el metal. Cuando llegó a Colombia intentó continuar con Proyecto Chakana, pero nunca pudo despegar del todo y ya cuando se fue a vivir al campo se desencantó de la música por un tiempo. Pero ese impulso de componer es algo que no se va, así que decidió volver a conseguir equipos, puesto que en punto vendió todas sus cosas, y armar Ubasuka como un proyecto personal, dirigido por él y con la intención de que se fuera desarrollando de forma orgánica y fluida, sin presiones de ningún tipo y sobre todo siendo fiel al proceso creativo.
Junto con Andrés Felipe Castillo Lancheros, quien hace los vientos, comenzó un proceso de composición distinto al que estaba acostumbrado. En sus anteriores proyectos, dominaba la guitarra eléctrica y eran muy elaborados, con muchos cambios y arreglos. Para hacer Ubasuka se inspiró en los cantos de los koguis y otros pueblos ancestrales, y comenzó a hacer canciones cuya base es melodía y contra melodía. El reto fue que la guitarra metalera no se tragará los instrumentos tradicionales, pero que al tiempo, la música sonara robusta y pesada sin la necesidad de meterle muchos elementos.
La música de esta banda va a la raíz más básica posible, las canciones son como una ceremonia de patrones repetitivos que buscan casi que llegar a un trance. Poco a poco el ensamble fue teniendo sentido y Facundo se juntó con Cristian Marciel López Camargo (tambora), Katherinne Terraza Robechi (voz limpia), Juan Sepúlveda (voz gutural) y Wilson Andrés Rodríguez Casas (bajo) y en plena pandemia, usando cuatro estudios en ciudades distintas, grabaron Zhaitania (2021) el álbum debut de Ubasuka.
En esta producción, Facundo plasmó las vivencias de su vida y del camino que eligió. La sabiduría del tabaco, el cuidado del agua, lo sagrado de la naturaleza, son los mensajes de sus canciones y dice que su objetivo no es ganar ni un centavo con este proyecto. De hecho toda la producción ha salido de su bolsillo y la intención es que la música de Ubasuka sea gratis y esté disponible para ser escuchado sin barreras en todo el mundo.
“Nuestro énfasis, con todo lo que hacemos, es el compartir una experiencia que inspire. Hay muchas personas que sienten de alguna u otra manera un llamado a todo esto”, comenta Facundo, que cuando comenzó su camino por la ancestralidad, sentía que era algo utópico irse a vivir al campo de forma similar a la de los pueblos ancestrales, pero poco a poco fue conociendo personas que lo inspiraron y le mostraron el camino, y con Ubasuka quiere decir que es posible lograrlo.
Pero él también tiene claro que es un hombre blanco criado como criollo. “Nuestro tronco es mestizo, nosotros no somos indígenas”, dice Facundo. “Culturalmente crecimos como criollos y fuimos a la escuela y hablamos español, pero hubo un momento de nuestras vidas donde sentimos un llamado a la ancestralidad y empezamos a aprender y a viajar pero eso no nos va a quitar nunca lo que vivimos. No se trata de decir ‘me voy a volver un indio y voy a rechazar todo lo occidental’. Es nuestra tarea como mestizos hacer ese tejido entre lo occidental y lo nativo que no se hizo en su momento”, agrega.
El mestizaje muchas veces está relacionado con la parte blanca y europea y lo indígena se suele ver como algo exótico o que se trata con desdén. Por eso la lucha de Facundo y Ubasaka es también fortalecer la parte ancestral, pero yendo más allá del discurso y más bien haciéndolo su diario vivir. “Todas las letras hablan de cosas que vivimos, no son una teoría, plasmamos vivencias y las plasmamos en todas las actividades que hacemos'', comenta. Este proyecto resume todas las fuerzas que se unen en su vida y conjuga lo mejor de dos mundos que después de 500 años, al fin han logrado complementarse.
“La enorme mayoría de los mestizos crecemos con un vacío cultural, porque no somos europeos, pero no conocemos las tradiciones de la otra parte de nuestra identidad, tenemos que llenar esa identidad cultural”, opina Facundo quien agrega: “es compartir esa riqueza del mestizaje, porque el mestizaje se ha visto de una forma negativa, como que no eres ni chicha ni limonada. No eres nada, esto es mostrar lo contrario, es decir tengo estas raíces y en mí conviven y fluyen armónicamente”.
Actualmente Ubasuka se encuentra trabajando en un EP que se espera salga en el 2022 y si bien nunca se han presentado en vivo, Facundo dice que cuando ese día llegue, el grupo quiere que suene mejor que las grabaciones. Por ahora, este docente seguirá transitando su camino de la ancestralidad el cual siempre lo caminará junto al metal.