Tiendas de discos: antes y durante la crisis
Con la última recolección de datos del Observatorio de la Economía de la Música de Bogotá (un sistema de recolección y análisis de información que busca fortalecer el sector de la música en Bogotá y en Colombia), se vislumbran una cantidad de datos sobre la música grabada y su consumo, que pone una alerta roja sobre las tiendas discográficas. Si bien estos espacios ya venían enfrentándose a varios retos con respecto a las ventas y los procesos de consumo, con el COVID-19 y las medidas adoptadas para su mitigación como la cuarentena y el cierre de establecimientos comerciales, tienen un largo camino para recorrer en vías a estabilizarse, lograr componerse y salir al menos ilesos.
Por ejemplo: En los últimos 20 años, los formatos físicos pasaron de representar prácticamente la totalidad de los ingresos a abarcar apenas la cuarta parte de los ingresos; las ventas físicas en Colombia han pasado de 1,8 millones de unidades en el 2014 a 450 mil unidades en el 2018; únicamente el 3 % de la población reporta haber adquirido música en almacenes de cadena, lugares o eventos especializados y el 21 % de la población reporta no contar con los equipos para escuchar música fotograbada.
Y aunque dicho estudio se realiza cada dos años y solo existen los datos de consumo hasta 2018, no es para nada inexacto concluir que esas cifras van en contravía de lo que podría ser un panorama ideal para estos lugares especializados en formatos físicos.
Con el fin de entender cómo sobrellevan la situación, conectamos con varios dueños de tiendas en diferentes ciudades del país.
Liliana Andrade, propietaria de RPM Records (Bogotá), explica que sus ventas se han reducido a la mitad desde que comenzó la crisis a causa del coronavirus: “Nuestra tienda no solo dependía del tema de los discos sino también de los eventos que hacíamos. Y aunque no representa una venta grandísima lo del café o lo de la cerveza, todo ese movimiento que había de los anexos a la venta de discos, quedó anulado”, explica, “La música es una experiencia y no solo tiene que ver con ir a comprar un disco, echarlo en una bolsa y llevárselo a la casa. Es sentarte, oír música, tomarte un café, encontrarte con alguien, ir a una sesión RPM, escuchar nuevos artistas, una tarde de coleccionistas, estar ahí leyendo un libro y encontrarse, con Chucky García de Rock al Parque o a León Larregui tomando tinto. Es un lugar de encuentro, de gente amante de la música y eso le da mucho más valor”, agrega.
Para Rodrigo Duarte, de La Roma Records (Bogotá), un aspecto absolutamente significante de su establecimiento ha sido generar un ambiente de calidez y familiaridad con el público y los artistas, donde todo el proceso curatorial de los títulos que están en stock han sido escogidos con pasión. Por eso, las ventas se ha visto afectadas de manera preocupante: “Durante las tres primeras semanas de la cuarentena no hubo ninguna venta, básicamente porque decidimos esperar cómo procedería el Gobierno y porque existía sobresaturación en las redes sociales, eso significa una reducción del 100 %. Dadas las medidas adoptadas, del alargue del confinamiento, retomamos de manera ordenada y escalonada nuestras comunicaciones; en principio de forma privada atendiendo las distintas solicitudes, luego abiertamente al público. En el segundo periodo de la cuarentena las ventas se han visto afectadas en un 80 %”, dice Rodrigo, administrador de La Roma.
En el caso de la Caja Soundbox (Medellín), también son conscientes que uno de sus mayores fuertes ha sido la conformación de un comunidad alrededor de los discos, así que se han focalizado en fortalecer esos lazos a través de actividades digitales como bingos, ruletas y debates todos los sábados enfocados en la cultura del vinilo. Sin embargo, no esperan ninguna ayuda del Gobierno: “No pensamos en ninguna ayuda del Gobierno por qué somos una tienda independiente. El apoyo para el arte en un país como Colombia es muy poco. Desde el principio no hemos contado ni con ayudas de la Alcaldía ni del municipio, simplemente iniciamos con un proyecto independiente porque creemos en la fuerza de la comunidad underground. No es un movimiento contra el sistema, pero sabemos que de alguna manera la cultura nos salva y la música nos salva y eso va ser lo que nos saque a flote, junto a la solidaridad de todos”, cuentan Andrés Restrepo y Franklin Ruiz.
Para Álvaro Vélez de Surcos Records (Medellín), vender discos en una situación normal ya es complicado, sobre todo en Colombia y más exactamente en Medellín, donde el disco es un objeto de lujo y más los vinilos importados. Por eso desde que abrieron la tienda, hace cuatro años, han combinado la tienda con un espacio que brinda una importante oferta cultural (conciertos, exposiciones, charlas de historietas y música). Cuenta que hay pocas tiendas de su estilo y por ende es difícil formar una masa crítica que permita hacer presión ante el Gobierno o una administración local. Por el momento han logrado acuerdos con el arrendatario y asociaciones con otras tiendas, además están socializando una iniciativa de La Roma Records para estudiar soluciones. “Nosotros estamos respondiendo por nosotros mismos, porque sabemos que no hay ayudas ni del gobierno local ni del gobierno nacional para nosotros. Lo que sí pedimos es la ayuda de la gente que le gusta la música y que la colecciona para que se fijen en nuestras redes, donde tenemos el catálogo, y compren discos”, dice Álvaro.
Contrastado con los anteriores casos, el de Café Vinilo (Cali), funciona hoy en día como una tienda online y aunque en un principio tuvieron un periodo de recesión por las trabas a la hora de hacer envíos y recibir de los distribuidores, en estos momentos no se han visto afectados con la atención al cliente. Han mejorado las estrategias; por ejemplo, crearon una iniciativa llamada “vinil mistery box” en la que se escogía un artista y el cliente recibía cuatro vinilos aleatorios de ese artista de forma sorpresa, esta iniciativa tenía un valor o precio especial fijo. “Fue una experiencia exitosa en cuanto a conocer clientes y rotar el inventario que teníamos”, cuenta Pablo Zúñiga, y agrega que no están esperando ninguna ayuda del gobierno.
En Pasto, Armando Mora de Discos Centro, afirma que el negocio de la música ya venía en declive y en su caso cuenta que ha sido nula la adaptación de los productos a la venta online, ya que su fuerte era el movimiento que se generaba gracias a que el local quedaba en un centro comercial. “Si estamos esperando una ayuda, pero hasta el momento no se ha visto nada. A nivel de la región de Nariño hay muy pocas tiendas de discos y si en dos meses no hay cambios, habrá que cerrar la tienda”, dice Mora con respecto a su situación.
Examinando la recolección de datos del Observatorio de la Economía de la Música de Bogotá y los testimonios de propietarios de tiendas de discos en diferentes regiones de países, queda un sinsabor apenas normal. Surgen preguntas sobre cuáles son las propuestas del Gobierno para mitigar los daños a estas tiendas, que si bien no son servicios de primera necesidad sí brindan bienes y servicios culturales. Por esa misma vía también vale la pena poner sobre la mesa la necesidad de que las tiendas de todo el país se unan con el objetivo de consolidar planes de apoyo mutuo, estrategias y medidas que sirvan para preservar esos espacios tan necesarios y tan claves en la construcción de industria.
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