“Nuestros manglares suenan a las voces de nuestros ancestros”, Cantares del Pacífico
En Buenaventura, todos los días, los manglares, con sus formas entramadas de madera enraizadas al agua, ven llegar a varias mujeres y hombres que pescan, pianguan y que entonan a ritmo del agua, cantos de boga.
Estos cantos, cual susurro que endulza el alma, los conectan con su pasado, sus raíces y con las tradiciones que sus abuelos y ancestros les enseñaron a través del sonido. Así, estos sonidos, como otros de la región, entre los cuales se destacan las jugas, los currulaos, los amadores, los chigualos, las letanías y los alivios, hacen parte de su identidad y de esas tradiciones que los hacen ser un pueblo mágico y espiritual que tiene mucho que enseñarnos.
Partiendo de ahí, de esas imágenes y sonidos que los hacen ser únicos y como un esfuerzo para sonar como los ríos, los manglares y en últimas, como el agua en la región, nació Aguajes de Mar y Manglar, una joya musical en la que su reúnen seis generaciones de músicos para tejer un puente entre el pasado y el presente y dejarnos ver una región llena de vida y de tradiciones culturales que convergen entre mangles y corrientes de agua.
Por eso, para ahondar más en esa relación profunda entre el agua, la selva y el territorio con la música y las tradiciones de Buenaventura, conversamos con la joven lideresa, investigadora, abogada e intérprete de la marimba y quienes muchos han nombrado “la reina de la marimba”, Eryen Korath. Ella es una de las integrantes de Cantares del Pacífico y tiene una apuesta clara de siempre honrar a los maestros veteranos y sus sonidos con su música.
Cuéntame más de ti y sobre Aguajes de Mar y Manglar, tengo entendido que en este disco se reúnen seis generaciones de músicos y que además a través del sonido se honran las cuencas hidrográficas de la región…
Cantares inicia bailando y haciendo danzas tradicionales. Los compañeros que hoy hacen parte de Cantares del Pacífico como músicos también estuvieron en un proceso dancístico antes de hacer música.
La directora del grupo de Danzas de Retoño, Maritza Prieto, nos invita a un proceso con la música y la construcción de instrumentos tradicionales del Pacífico Sur y hacemos ese recorrido con todos los instrumentos. Yo, por ejemplo, empecé tocando guasá, cununos, bombos y terminé en la marimba, donde me quedé.
Inicialmente fue un trabajo inconsciente porque de alguna manera reconocemos también que en el territorio estaba prohibida esa interpretación por la mujer —y todavía se considera como una falta— por parte de los maestros veteranos. Hoy con Cantares del Pacífico que está bastante consolidado y que además convoca a varios maestros veteranos, se hace ese proceso de la interpretación no sólo de la marimba de chonta, sino que hay una compañera también que interpreta el cununo.
Hay una apuesta clara por transportarnos en este disco a las aguas, a los ríos y a los manglares de Buenaventura, ¿cuál es la influencia de estos ecosistemas en su sonido?
Definitivamente nuestros cantos están aquí: en el agua, en los manglares y en la selva. El nombre de este álbum 'Aguajes de Mar y Manglar' precisamente evoca eso y reconoce eso también. Nosotros sabemos que en nuestras faenas, muchas de los cantos que grabamos son interpretados en esos momentos por las mujeres y los hombres del Pacífico que salen a sus labores: a pescar y a pianguar.
Por ejemplo, tenemos un “Canto de boga” que se hace netamente en el manglar, específicamente cuando están sacando la piangua del raicero. Por eso decidimos colocarle este nombre a esta canción porque recoge precisamente esas sonoridades propias del territorio.
Buenaventura tiene ocho cuencas hidrográficas y de esas ocho, tenemos tres en esta producción musical: está la cuenca del Naya, la del Yurumanguí y la del Achincayá. En estas tres se realizan estas actividades y de ahí el nombre del disco, porque sabemos la conexión que tiene nuestra música, con las aguas y los manglares.
¿Hay algún recuerdo en específico, ya sea tuyo o de alguno de los integrantes de la agrupación, que los conecte al manglar?
Una de las experiencias que podemos resaltar es nuestra visita al manglar: fuimos con los maestros que hacen parte de esta producción a sacar piangua allí. Fue una experiencia maravillosa para todos porque era conectar con eso de lo que estábamos hablando y que estamos llevando en este álbum.
Antes de ir al estudio a grabar tuvimos esa experiencia: fuimos hasta los territorios a visitar los manglares, a sacar la piangua. Insisto en que hay una conexión muy grande entre nuestros cantos, las aguas y los manglares.
Esos manglares suenan a las voces de nuestros ancestros, a esas voces de nuestros mayores que han salvaguardado las manifestaciones culturales, pero que también nos han permitido vivir y subsistir de eso. Los mayores han vivido de ir a sacar la piangua al manglar y es aquí donde donde ellos empiezan a cantar, donde empiezan a corear, a echar versos y por eso creo que tienen una conexión muy grande con nuestro diario vivir.
¿Qué sigue para Cantares del Pacífico? ¿Qué proyectos tienen y cuáles son sus siguientes pasos?
Las funciones más grandes que tenemos con Cantares del Pacífico —y de hecho hace unos días recibí una llamada de la maestra Zully Murillo alentándome a hacerlo— es no permitir que los maestros sigan muriendo en el olvido. Es una tarea grande, pero que significa mucho para Cantares del Pacífico, para mí y sé que también para la gente del territorio.
Necesitamos inmortalizar a los maestros veteranos y estamos revisando la posibilidad de continuar varias producciones con ellos. También hay algunas presentaciones y giras que se están realizando y queremos también que estos mensajes lleguen a la academia.
Hablando de esto, del otro lado de los maestros veteranos, ¿cómo fue esa esa interacción de las generaciones más jóvenes de músicos con ellos?
Somos seis generaciones en esta producción, la menor soy yo que tengo 25 años. Aquí hay algo muy importante y es que siempre hemos estado y he estado muy abierta a los maestros. A sentarnos a conversar con ellos y en este proceso en el que se han sentido escuchados, se han abierto a contarnos mucho más sobre sus experiencias en cuanto a manifestaciones culturales.
Dentro del proceso investigativo que nosotros hicimos con Cantares del Pacífico concluíamos que dentro de las producciones musicales que se han hecho en Buenaventura, la que más suena con ese aguaje propio del municipio fue grabado por Bahía de la Cruz en los años setenta, ochenta. Y si t miras las producciones que se han hecho en Buenaventura, ni siquiera aquí se escuchan.
Por eso estamos corriendo peligro en términos de salvaguardia porque cuando hablamos de cuencas hidrográficas, estas tienen sus propias formas de sonar, cada una. Esto quiere decir que Buenaventura tiene muchas formas de sonar y hay mucho por investigar y los maestros, siendo de diferentes cuencas, nos contaban que según donde vivían y su experiencia en el territorio, cambiaba el ritmo y cómo se cantaba su música.
En una sola cuenca, por ejemplo, podemos encontrar tres o cuatro variaciones. De hecho, en la cuenca del Naya, que tiene 42 comunidades y que se divide en tres partes — la alta, la media y la baja— hay sonoridades propias de cada parte y ellos mismos las identifican así.
Tenemos una tarea también muy importante y es ponernos a investigar sobre nuestras nuestras propias sonoridades y ese es el trabajo que hemos hecho con Cantares del Pacífico: investigar y sonar a cómo suena nuestro territorio.
¿Quisieras añadir algo que se nos haya escapado en esta conversación?
Algo que siempre quiero exponer en estos espacios es el trabajo y el aporte de los maestros. Lo que queremos con Cantares del Pacífico es que se les reconozca también lo que han hecho, salvaguardando nuestras manifestaciones culturales.
Además, no está de más mencionar que Buenaventura es más de lo que cuentan los medios, más de lo que se dice: Buenaventura huele a tradiciones, a mar, a manglar, al Pacífico y por supuesto algo que que lo hace muy fuerte y muy valiente es su forma de proteger su cultura y tradición.