Estupida Humanidad: los niños del ruido
“¡Qué frío tan hijueputa!” grita Peste enérgicamente a través de un tubo de PVC amarrado a un micrófono. A su lado, Rata, su hermano menor, golpea frenéticamente una plancha de aluminio con unas claves de madera. Son las primeras horas de la noche del 11 de septiembre de 2021 y sobre la cancha de fútbol del barrio La Perseverancia de Bogotá, cae uno de los típicos aguaceros de la capital. A pesar del frío y de que no hay donde resguardarse de la intensa lluvia, entre 50 y 60 personas, la mayoría vestidas de negro, miran sonrientes y algo sorprendidos la primera presentación de Estupida Humanidad, un dúo de harsh noise wall creado en 2020.
Ese sábado, que comenzó con un cálido sol veraniego, se celebró la quinta edición del Festival Viva La Noizzz, organizado por el colectivo La Reunión de las Ratas. Desde más o menos las cuatro de la tarde, ese rectángulo de concreto ubicado en la zona más alta del barrio fue tomado por una descarga de ruido y distorsión. Punk, crust, pornogrind, rap y mucho noise retumbaron por las empinadas calles de La Perseverancia, las cuales, a través de la estridencia, vivieron una unión entre los habitantes del barrio y varios amantes del ruido.
Una de las presentaciones especiales de la jornada fue la de Estupida Humanidad (así, sin tilde), para la mayoría de las personas fue una tremenda sorpresa. Pero no solo porque Peste y Rata se montaron en el escenario con una vieja guitarra acústica llena de stickers y con varias piezas de metal colocadas sobre una mesa de madera, sino porque estos hermanos que llegaron a la capital desde el Distrito de Aguablanca de Cali, tienen 17 y 11 años.
“En nuestra opinión el noise es para reírse, para divertirse, para el parche, mejor dicho”, dice Peste, quien al igual que su hermano, tiene la cara redonda, ama el anime y es algo tímido, pero habla con serenidad y sonríe cada vez que responde una pregunta. Junto a Rata, han grabado en su cuarto más de 50 splits con bandas de Brasil, Francia, Ecuador, Chile, España, Paraguay, Perú y México.
Tal vez la mejor forma de describir la “música” de este dúo, es como si usted estuviera viendo la estática de un televisor, y sin una explicación lógica es atrapado por la saturación de la pantalla. De repente, todos sus sentidos son golpeados por un emgambre granulado de color gris y negro y lo único que se escucha es el “¡shhhhhhhh!” de la distorsión y sus gritos de angustia.
Peste
El noise es probablemente la expresión más underground, saturada, inentendible, irónica, incorrecta, violenta y majadera que existe. Esta es la anti música y es una descarga muy cruda y visceral a la que no tiene sentido encontrarle una explicación.
El ruido es la verdadera esencia de la humanidad. La armonía y la melodía son máscaras que creamos para disfrazar nuestra realidad sonora, porque en verdad la saturación es la que manda en la ciudad.
Los plácidos sonidos del cantar de los pájaros, el agua que corre o el soplar del viento, pertenecen a los dominios de la naturaleza. El jadeante y escatológico humano sólo crea bulla. Carros que por sus escapes saturan de humo la atmósfera; herramientas que golpetean todo el día y llenan de concreto, plástico y cables el ambiente; alarmas, pitos y timbres de notificaciones que someten constantemente al silencio; pedos, eructos, crujidos de rodillas, gritos y llantos truenan todo el día en nuestros cuerpos. El caos, lo incómodo, el asco y la vergüenza son la parte más honesta de la humanidad.
Y el noise de alguna forma apela a eso, a la raíz cruda, desnuda y viscosa del ser humano. O tal vez no, y simplemente es una forma de joder la vida, reirse un rato, molestar a los vecinos y como dicen Peste y Rata: pasarla bien “haciendo bobadas”.
Peste, quien también participa en competencias de cubo rubik, empezó a escuchar rock gracias a su padre, quien tenía varios discos piratas de dos mil pesos llenos de música. Las primeras bandas que lo cautivaron fueron Mago de Oz y Limp Bizkit, pero sus entrañas querían algo más fuerte, más rápido, más pesado. Navegando en el internet fue encontrado sonidos cada vez más extremos. Pronto bandas de grind, gore, crust, punk, nintendocore, de-beat fueron entrando a sus oídos y a pesar de eso quería ver si existía algo aún más ruidoso. Un buen día, gracias a un amigo, conoció el sonido del japonés Merzbow y supo que ese era el ruido que estaba buscando.
Se sumergió en los rincones más oscuros de Bandcamp y YouTube, empezó a adentrarse en un mundo de saturación y furia y decidió que eso era lo que quería hacer. Una tarde, mientras Rata hacía tareas, le preguntó si quería grabar un demo. Su hermano le dijo que de una, pero no sabía qué hacer. Peste sugirió que se encargará de la percusión, compuesta por un vaso de aluminio, otro de vidrio y un par de lapiceros, y con un celular grabaron lo que salió.
Luego fueron probando distintos nombres como Skeletor, Sepulcro Maldito y A, así a secas, solo la A. Pero nada los convencía. Hasta que una tarde mientras hacía un logo en Photoshop, a Peste se le ocurrió el nombre Estupida Humanidad, el cual según explica, parte del hecho de que el comportamiento humano es estúpido, ya que todo lo daña, lo contamina o lo ensucia y a buena parte de la población poco y nada le importa el planeta.
Rata
Así comenzó este juego de gritos, golpes y exploración de sonidos. Ellos graban en su cuarto y luego pasan el archivo a la computadora, donde lo editan y saturan aún más y finalmente lo suben a su Bandcamp. Siguiendo este proceso y a punta de Google Translate, se animaron a escribirle a otros grupos similares y vino split tras split. Ahora las bandas son las que los buscan a ellos.
Las letras de Estupida Humanidad son anti todo, cualquier tema del que quieran hacer una crítica o burla lo usan para sus canciones.“Nos encanta que alguien llegue y diga, ‘no, que asco ese sonido’, ‘qué asco lo que ustedes hacen’”, dice Peste riendo y agrega que le da pena su generación porque “ahora les molesta todo, les ofende todo. La infancia ya no es la misma de antes que salía a jugar Rin rin corre corre, Toca piso, nada de eso ya se ve”.
A estos hermanos les fastidia ver cómo sus contemporáneos se la pasan haciendo videos de Tik Tok como autómatas, tal vez por eso es que se encierran a hacer ruido, ya que es una otra forma de jugar y desahogarse. “Lo mejor de hacer bobadas es divertirnos y distraernos cuando estamos aburridos”, dice Rata.
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Esa tarde en La Perseverancia, mientras en la cancha las bandas tocaban y en un rincón una olla comunitaria compartía una sopa vegana, estos hermanos recorrían el lugar con una mezcla de nervios y emoción. Este no solo era su debut en el escenario, también era su primera visita a Bogotá y la primera vez que estaban como público en un festival underground.
Este viaje se dio de forma fortuita, por esas cosas del destino, o más bien de las redes sociales. Peste le escribió a La Reunión de las Ratas para pedirles un contacto. Las Ratas le preguntaron si le interesaría participar en el festival, pero en ese momento no sabían que Estupida Humanidad estaba compuesto por dos niños ruidosos. La noticia llegó cuando hablaron con Anita, la mamá de Peste y Rata, quien los acompañó a la capital junto con su hermano más pequeño.
Al igual que sus hijos, Anita tiene la piel morena y la cara redonda. Usa gafas y un brillante arete adorna su lengua. Habla poco, pero sonriendo cuenta que ella no tenía ni idea que sus hijos tenían este proyecto musical. “Cuando yo me iba es que hacían la fiesta”, dice y confiesa que no le gusta para nada la música de sus hijos, pero que los va apoyar sin importar nada, ya que se siente muy orgullosa de ellos.
A parte de ayudarlos a costear el viaje y darles hospedaje, La Reunión de las Ratas organizó una sesión de grabación en el estudio Panorámica Soundworks, de la que saldrá un casete, y junto con Kidney Discharge, proyecto de noise bogotano, les dieron un taller de fabricación de máquinas ruidosas.
Se puede decir que hay tres formas de hacer noise. Una es con máquinas, la mayoría de fabricación casera que hacen distintos tipos de saturaciones; algunos de los exponentes más conocidos de esto son Merzbow y Vomir. La otra forma es el grind noise, al estilo de Anal Cunt o Final Exit, el cual báscimante es tomar una guitarra y una batería y tocar la mayor cantidad de canciones en el menor tiempo posible. Y la tercera forma es tomar distintos objetos y golpearlos sin un ritmo en particular, a veces estos pueden estar conectados a máquinas que les den distorsiones, pero el objetivo es jugar con el timbre propio de las cosas, como hace Mesías Maiguashca. En esta última categoría se podría colocar a Estupida Humanidad.
Algo muy interesante de este dúo, es que experimenta con el sonido a través de la búsqueda constante de averiguar qué clase de estruendo puede generar el golpear distintas cosas como los aros de la bicicleta o la cama. O también prueban ver qué sonidos pueden salir si desarman unos parlantes de computador, o si se revuelcan por el piso mientras tocan sus canciones. E incluso si sienten que la composición está muy parecida a otras, le integran pedos y eructos a las ediciones. Lo que salga de las entrañas es lo que funciona y por eso intentar categorizar este caos es un poco contraproducente, porque a la larga se trata de hacer ruido y ser libre.
Muchas veces las “presentaciones” de noise son acompañadas de un performance en el que la persona básicamente hace lo que su instinto le diga. Es como dejar que las tripas tomen el control y enloquecer.
Y eso hicieron Peste y Rata cuando les tocó su turno al frente del micrófono.
Estupida Humanidad, Festival Viva La Noizzz.
Ambos se subieron con unas máscaras de luchador mexicano y unas chaquetas negras. Rata tenía una camiseta de Dragon Ball y su hermano usaba una bufanda de cuadros negros y blancos. El inicio de la presentación fue un poco tímido. Pero a medida que entraron en calor se fue poniendo más intensa la cosa. Rata golpeaba con toda su fuerza las piezas de metal y Peste rasgaba con furia su guitarra mientras gritaba. A veces quedaban en silencio como congelados en el tiempo y la mojada audiencia aprovechaba para aplaudir con ganas. “Toquen más rápido hippies”, gritan desde el público que se acercó lo más que pudo a la carpa para ver a estos dos jóvenes hermanos, literalmente, romperlo todo.
La gente sonreía y miraba con cara de sorpresa a Peste y Rata, que en un punto cogieron la plancha de aluminio y empezaron a golpearla contra la mesa de madera hasta que esta se rompió. Mientras tanto el caos era acompañado por gritos y silbidos de apoyo. Una de las mejores partes fue cuando Peste le mostró su cariño al público saltando sobre un charco y mojando a toda la primera fila.
“En mi opinión este proyecto es una caca”, dice Peste quien agrega en tono de broma: “a mi alguien en la calle me dice: ‘bacano tu proyecto’, yo digo ‘ush no, ese proyecto tan malo y le gusta’”. A pesar de eso recibió sonriente a la gente que al final se acercó a felicitarlo. “Me sorprendió cuando se sacó la máscara”, le dice un hombre flaco y alto a Peste, que resume toda la experiencia como “una chimba”.
Puede ser que lo que hace Estupida Humanidad y los demás proyectos de noise no tengan sentido. Y en verdad es probable que no lo tengan, pero a la larga eso no importa porque a este caos lo envuelve una crudeza muy humana. Es muy probable que la música se creará de una forma muy similar a lo que hace este dúo. Unas cuantas personas aburridas en una cueva que empezaron a gritar y golpear con palos y piedras el piso y las paredes hasta que eventualmente salió algo armónico de eso.
Estos hermanos dicen que les gustaría llegar a viejos haciendo ruido, pero por ahora lo que les interesa es seguir descargando lo que sienten a punta de gritos y sobre todo seguir cuestionando esta Estupida Humanidad.
Vean nuestra entrevista a Estupida Humanidad en el siguiente video.