'Cera perdida': de la tradición al futuro con el Frente Cumbiero
A finales del año pasado, Frente Cumbiero lanzó su más reciente disco, Cera perdida. La noticia no es menor, pues significó el regreso de una agrupación que, desde 2006, se ha alimentado de los sonidos tropicales para catapultar una tradición desde Bogotá, desde la montaña, a un presente sonoro que se abre camino en el futuro. Al margen de las tendencias “obligadas” que impone la industria musical y teniendo como hoja de ruta la diáspora cumbiambera, Mario Galeano, el comandante de este frente, se ha convertido en uno de los personajes vitales para el latir de este ritmo a nivel mundial.
“Tropicalismo de Alta Montaña” o “tropicalismo caníbal”, así se ha bautizado ese conjunto de sonidos que en los últimos años han brotado de la capital y que ahora Cera perdida llega a robustecer. Y si bien Mario Galeano ha figurado en otros proyectos (Ondatrópica o Los Pirañas) y a finales de 2019 se metió en los estudios de Mambo Negro en Bogotá para entablar un fructuoso diálogo musical con la agrupación japonesa Minyo Crusaders y dar vida al EP de Minyo Cumbiero, hacia falta un nuevo golpe contundente, de larga duración, como el que dio con el Frente Cumbiero Meets Mad Professor en 2010.
Recientemente, La Roma Records, tienda emblemática de discos con sede en Bogotá y Ciudad de México, lanzó un prensaje físico de Cera Perdida. Un tiraje limitado de 500 copias, 400 en vinilo negro y 100 en vinilo traslúcido splatter a tres tintas, que nos da la oportunidad nuevamente de hablar de la importancia de este disco.
Fueron diez años entre un disco y otro, diez años de idas y venidas, de alimento musical que llevó a una nueva formación para la llegada de este álbum del Frente Cumbiero. La mutación ha sido la constante de este proyecto: arrancó en formato DJ, luego, para el disco con Mad Professor, se conformó un primer cuarteto que duró unos seis años. Más tarde volvió a un proyecto electrónico de Mario Galeano en solitario. Y finalmente el cuarteto se rearmó, solo que reemplazó la guitarra por el bombardino.
Esa es precisamente la exploración de este disco: los vientos de los ensambles tradicionales de la Costa Caribe colombiana, las melodías de gaitas y los metales que mutan bajo una mirada contemporánea para vibrar a través de la interpretación, de la abstracción, de las máquinas, el clarinete, el saxofón y el bombardino.
Son ocho canciones, nueve en la versión en el vinilo, que se pasean por el jazz, el porro, la electrónica, la cumbia y que incluso llega a alimentarse de elementos surferos y rockanroleros. Pero más que una fusión se pregunta por el punto de encuentro de estas músicas, construyendo un diálogo sonoro que replantea o indaga los criterios de identidad, mística, historia y performatividad; dejando de paso a un lado esas fórmulas pre establecidas que terminan homogenizando cualquier creación.
Cera perdida
La cera es uno de los materiales con los que se arma la gaita, columna vertebral de la cumbia.
Cera, o “Wax” dentro del slang en inglés, es una forma gringa de llamar al vinilo, que ha sido el alimento continuo de la investigación y la inspiración del Frente Cumbiero.
Cera perdida es también una metáfora de los tiempos que corren, de la combustión social y económica a la que estamos asistiendo.
El grupo que dio vida al disco está conformado por Mario Galeano (moog y guacharaca, electrónica, bajo eléctrico), Pedro Ojeda (timbal, campanas, percusión), Marco Fajardo (saxo tenor, clarinete) y Sebastián Rozo (bombardino). Tuvieron como invitados al Conjunto Miramar, banda clásica de Medellín, y La Delio Valdez, la poderosa orquesta de cumbia nacida en Buenos Aires, Argentina.
Fue grabado, en bloque, durante el segundo semestre 2019 en varios lugares: en los estudios Mambonegro y Salgaelsol en Bogotá; en io Recording en Medellín y en los Estudios Fort de Buenos Aires. El arte de carátula, la fotografía y la diagramación estuvo a cargo de Mateo Rivano, A.K.A. Barbaroja, y Camilo Pachón.
Cera perdida arranca con “La Era del GigaHertz”, un tema funky, con mucho groove, y el toque frenético de unos sintetizadores hipnóticos. Alegre, pero con una intención contenida, en momentos el poder de los vientos en conjunción con el moog entregan un sabor a afrobeat. Sigue “Jaley Jaley”, que tiene la profundidad de una cumbia rebajada, pero con el delirio galopante del surf, la repetición de la electrónica y unos vientos que en tramos tiran al free jazz.
El tercer corte es “Porrovia”, que se enmarca en un diálogo entre las máquinas de ritmo y el timbal y donde los vientos se acoplan al sintetizador. Es un tema que hace alusión al porro como tradición musical presente en las festividades de varias ciudades del país. Luego suena la “Cumbia del Asilo”, que tiene esta intención orquestal, formato en el que se metió la cumbia a mediados del siglo pasado, pero con recursos simplificados y un trazo enrarecido. Es hermoso lo que hace el bombardino en esta pieza.
“Entrada Espectral” propone una tensión rítmica mientra el contratiempo es marcado por el teclado a modo de llamador. Una cumbia de sintes y delays. Nos recuerda al dub, ese género proveniente del reggae que casa tan bien con el ritmo colombiano y con el que Galeano ya ha jugado. El sexto corte es “El método de la cera perdida”, que da una muestra de esa intención de agarrar la tradición, como las ruedas de gaita, desde otros ángulos y dar nuevas soluciones melódicas que la traigan al presente.
Le sigue “Soldaditos”, con una percusión llena de texturas, juegos de sintes muy dinámicos, acompañado por unos vientos en general más uniformes y unos gritos que entregan una capa de profundidad a la pieza. Y la puerta de salida es “Llegamos los montañeros”. Se siente como un statement, aunque que el disco en sí lo es. En esencia es una cumbia sabanera que hace referencia al acordeón, a la caña de millo, pero no emula, reinterpreta. Y es que eso sucede con Cera perdida, es la montaña bebiendo de las aguas de lo tropical no para imitar sino para crear, para seguir abriendo caminos.
Es un disco fundamental para este presente, de debates alrededor del multiculturalismo y de apropiaciones culturales, pues se para en un punto que expande la experiencia sensorial, funciona como caleidoscopio de los diálogos musicales y culturales y muestra posibilidades desde la música.
Pero es también fundamental en estos tiempos convulsionados, de un pueblo inconforme, de una violencia negada pero activa y de una incertidumbre que nos obliga a sacudir la mente y la cadera para mirar esa narrativa sonora que cuenta nuestra historia como latinos: nuestras reivindicaciones, mitologías y de la resistencia de una periferia que más que un no le dice sí a otros mundos posibles.
Escuchen el disco a continuación y busquen su copia: