Centros culturales que la pandemia se llevó
En junio de este año, y en vista de la situación que se avecinaba por el COVID-19, realizamos un especial para entender la situación de la cultura y de la industria musical en el país. En el artículo titulado “Música, industria y pandemia: ecos de una crisis” analizábamos con lupa la situación de músicos y también de los venues y espacios culturales, reflexionando sobre el futuro incierto, y oscuro que se avecinaba si no se proporcionaban los debidos apoyos que impidieran el cierre de muchos espacios y, por ende, el debilitamiento de la cultura en el país, con preocupantes consecuencias para un futuro a mediano y largo plazo.
“Difícilmente los artistas y los mismos venues encontrarán una manera de reemplazar los ingresos que tenían fuera de cuarentena por cuenta de los shows en vivo. La pregunta entonces es si los lugares podrán resistir a la tempestad para, eventualmente, poder volver a operar” se escribía en el artículo ya citado.
Hoy, a tres meses de dicha publicación, podemos responder que son varios los lugares, bares, espacios culturales y venues, que no solo no han podido operar hasta el día de hoy, sino que, arrinconados por la situación y la falta de auxilio, han tenido que cerrar para siempre sus puertas.
Hacemos en esta publicaicón un paneo general por diferentes sitios que no tuvieron más opción que recoger sus cosas, apagar la luz y decir adiós. Lugares que, desde distintas ciudades del país, funcionaron como centros para avivar la cultura, para incrementar los intereses artísticos de las comunidades y ser piezas claves en el engranaje cultural.
Esta es la situación que vivieron algunos de esos espacios.
Bar El zaguán
(Antioquia)
El Zaguán fue un bar y centro cultural ubicado en el municipio de Guatapé donde se llevaban a cabo conciertos, recitales de poesía, de cuentería y exposiciones de pintura. Allí se le abrió la puerta a proyectos culturales como el festival de cine de oriente y el festival de música Más que sonidos para que realizaran actividades. Ofrecieron el lugar como bodega para quienes entregaban sus negocios y no tenían en dónde guardar sus cosas, intentaron alquilarlo como vivienda y también hicieron rifas, pero ninguna de esas opciones lograron cubrir los costos básicos del lugar.
Edison Jaramillo, otro de los socios, dice que “Después de tres meses de resistir y analizar el panorama del virus llegamos a la determinación de que lo más conveniente era ponerle fin al bar y centro cultural, porque por un lado nosotros los dueños tampoco teníamos ahorros y nos encontrábamos desempleados por causa de la pandemia, y por el otro porque, con las rifas, no queríamos ponerle a las personas cargas, puesto que también estaban pasando múltiples necesidades”.
“Al no ver más alternativas viables, decidimos entregar el local ya que eran costos que no teníamos la capacidad de sostener. Llegamos a la conclusión de que teníamos que cerrar el bar y centro cultural El Zaguán. Sabemos que hará mucha falta en nuestra localidad por ser una alternativa para la música y la cultura del pueblo, pero las circunstancias impiden que podamos hacer otra cosa distinta”, explica el fundador de este espacio.
El chamán
(Bogotá)
El 13 de julio de 2018 Manuela Echeverry y Tomás García le dieron vida a El Chamán, un espacio ubicado en Chapinero. Este lugar se creó como un escenario de música en vivo para apoyar a talentos emergentes, pero con el tiempo se transformó en un espacio cultural donde se generaron encuentros entre diferentes áreas y disciplinas artísticas. Se convirtió en un lugar clave de la escena musical independiente y casi que en una comunidad que recibió a artistas como Elkin Robinson, Juan Walters (Uruguay), Romperayo, La Perla, Hazlo Pablito, Margarita Siempre Viva, Nicolás y los Fumadores u Odio a Botero. Cuando empezó la pandemia El Chamán ya tenía planes de mudarse a un lugar mucho más grande y para pagar los últimos meses de arriendo optaron por crear diferentes iniciativas: venta de merchandising, “la guaca chamánica”, una caja a la venta con diferentes obras de artistas y bandas y también hicieron parte de una campaña de Bavaria donde la gente podía donar dinero a diferentes bares y restaurantes.
Sin embargo, los planes de abrir en un nuevo lugar tuvieron que parar al ser insostenible la actual situación. Manuela Echeverry, una de las fundadoras de este espacio, asegura que siguen los planes de abrir el nuevo espacio, pero que no será este ni el próximo año: “Esto se aplaza hasta que estemos en tiempos en los que la gente pueda vivir y disfrutar la experiencia chamánica. Más que poner el negocio a funcionar para tener ingresos económicos, nos afana crear un Chamán que siga siendo un hogar y el espacio de toda una comunidad”. Manuela asegura que la pandemia hará que los lugares de intercambio cultural tengan mucha más relevancia en el futuro, pues esta situación ha hecho reflexionar sobre la importancia que tienen en la vida de las personas.
Prana Bar
(Antioquia)
La taberna Prana fue, durante treinta años, un bar que además de ser un epicentro de la música, también presentó eventos de teatro y de danza. Como respuesta a la crisis intentaron vender productos, pero eso no fue suficiente para sobrevivir. Diana Haad, administradora del lugar, cuenta que hicieron de todo,pero fue imposible: “Intentamos evitar el cierre del establecimiento, pero desafortunadamente no contamos con el apoyo de los dueños del local comercial, ni tampoco del apoyo gubernamental. Buscamos las ayudas para mitigar el impacto y nos encontramos con una economía aporreada, los comerciantes muy golpeados. La incertidumbre reina en el ambiente y vemos como cada día los lugares van cerrando; es difícil la situación y aún más cuando hay que pagar penalidades por las terminaciones de contratos por los arrendamientos de los locales. Realmente no encontramos apoyo en los dueños”.
Fundación Fusión Étnica
(Riohacha)
Fusión Étnica es una fundación ubicada en Riohacha que opera formando a niños y a jóvenes en danza y otras artes desde el año 2007. Para costear los distintos gastos de la organización intentaron crear clases virtuales de danza y entrenamientos de cuerpo; sin embargo, no hubo la receptividad esperada por parte de las personas. Edwin Vega, director de la fundación, explica que “Antes de esta pandemia, hemos sufrido de otras ‘pandemias’, la del desconocimiento de nuestros gobernantes que no entienden lo cultural. Pero esto del COVID-19 ha sido algo que nos ha llevado a una situación de caos, al estar encerrados y no poder estar en contacto con las personas y emprender nuestras líneas de trabajo. Se han venido encima las deudas y los gastos”. Agrega que “En estos momentos, estamos sumidos en deudas, en esa imposibilidad de poder solucionar cosas, tocamos la puerta de las entidades culturales, que tampoco pudieron hacer mayor cosa, porque sus manos estaban atadas”.
Cómic House
(Pasto)
Con más de 500 m2, este espacio se convirtió en el restaurante temático de cómic más grande de Colombia; un lugar de reunión para todos los amantes del cómic y la cultura popular donde se llevaron a cabo encuentros geek, de videojuegos, de Syfy, torneos, lecturas de cómics y proyección de películas. Andrés Ceballos, fundador del espacio, cuenta que uno de los componentes más importantes de este espacio es la experiencia que ofrece el lugar en sí, por eso no tuvieron otra opción que cerrar. “La solución del gobierno era endeudarse, eso era peor que la enfermedad. Decidimos cerrar Comic, poner todo en una bodega y alquilar otro lugar para trabajar únicamente la cocina de Cómic y atender a través de domicilio, así logramos conservar los empleos de las personas que trabajan con nosotros”.
Laboratorio de arte Casa de Exccecum
(Pasto)
Casa Exccecum era un centro para el estudio, la investigación, la apropiación, la difusión y la creación de productos y obras artísticas. Allí, convergían diferentes artes del movimiento del teatro, la música, la danza, la pintura, la cocina y la literatura. Jonathan Burbano, director de la casa, explica que, en febrero, abrieron las matrículas para diferentes cursos y en marzo, cuando empezaron a regir las primeras medidas para la mitigación del COVID-19, decidieron devolver el dinero de las inscripciones. Hicieron un concierto, pero las donaciones no fueron suficientes para solventar los gastos de la casa y tampoco pudieron llegar a ningún acuerdo con los arrendatarios del lugar, razón por la cual el cierre fue inminente.
Mario Benavides, maestro de Artes Escénicas, explica que “la Casa Exccecum fue un espacio muy importante para el desarrollo cultural del municipio y un espacio para compartir arte. Quisiera hacer un llamado de atención a las instituciones que trabajan frente a la cultura en el departamento y en el municipio, porque realmente no hubo un acompañamiento en la pandemia para estas casas culturales y para estos espacios independientes. Y así como Exccecum cerró sus puertas, muchos otros espacios culturales tuvieron que verse en la obligación de cerrar sus puertas y entregar sus casas”.
Fundación Luna Arte Taller de las Artes
(Pasto)
La fundación Luna Arte funcionaba en Pasto como una organización dedicada a brindar herramientas artísticas y ecológicas para el desarrollo humano. Cuando llegó el momento de buscar medidas para hacerle frente a la crisis, optaron por realizar una subasta con piezas de arte de artistas, personas cercanas a la fundación y los mismos alumnos, pero no fue suficiente. Beatriz Martínez, artista escénica y pedagoga, integrante de la Fundación, cuenta que esta fue una iniciativa individual,pues para ella “Ni las ayudas del estado, ni de la Gobernación ni de la Alcaldía fueron claras. Si tú gestionas un proyecto, no hay una política pública que te respalde frente a estos procesos, sobre todo si tienen que ver con arte y discapacidad”. El cierre de la sede en donde se daban las clases fue la única opción y en medio de la incertidumbre decidieron seguir acompañando a sus alumnos de forma virtual.
“Al ser nuestros alumnos de zonas vulnerables y escasos recursos, encontramos la alternativa del Whatsapp, grabamos unos videos muy cortos para que los papás también los entiendan y puedan acompañar a sus hijos, entregamos un material con unas guías para que ellos las sigan paso a paso. Esa ha sido nuestra pequeña manera de tener contacto con ellos, para que sepan que no están solos, y que nuestros procesos creativos siguen. Nuestra expresión y nuestro amor seguirán con pandemia o sin pandemia”, agrega Beatriz.
Ciudad Cultural Sancocho
(Tuluá)
Sancocho es una organización que desde ocho años le apuesta a la exhibición artística, al emprendimiento cultural, a la formación en diferentes áreas del arte y la cultura. Uno de esos proyectos es Ciudad Cultural Sancocho, un espacio que se dedica a la circulación de proyectos que venía abriendo diferentes espacios formativos, de conciertos, obras de teatro, festivales, exposiciones fotográficas, circulación de artistas nacionales y locales. El lugar se hacía sostenible gracias a esa circulación de iniciativas que permitían costear el alquiler del espacio; pero en abril, debido a la pandemia, tuvieron que cerrar sus puertas.
“Fue un espacio de encuentro de muchos gustos artísticos en donde se hicieron obras de teatro, obras de circo, conciertos, exposiciones, talleres, conferencias, debates políticos con los candidatos y candidatas a la alcaldía, al concejo. Le apostamos al tema ambiental de la mano de líderes y lideresas juveniles”, cuenta Andrés Vélez gestor y propietario de Ciudad Cultural Sancocho, y agrega que esperan poder abrir las puertas en el 2021.
Teatro Vive
(Palmira)
Por el Teatro Vive pasaban grupos teatrales, musicales y de danza, que nutrían una programación constante durante todo el año. Tenían una escuela de formación actoral teatral que ayudaba, en buena parte, al sostenimiento del espacio y de todas las personas que trabajaban en este. Para Luis Eduardo Jiménez Barco, actor y director general de El Teatro Vive, la presencialidad es un aspecto clave en este circuito y por eso la situación fue catastrófica. Tuvieron que entregar el espacio y ahora se encuentran con deudas. Aunque han encontrado en la virtualidad una forma de acercarse a su público a través de foros, clases, conversaciones con directores y presentaciones, esto no ha ayudado a salir de la crisis.
“Al sector cultural y específicamente el teatro, cuya esencia está en la presencialidad, la pandemia nos afectó considerablemente, pero vamos a salir adelante. Esperamos que el próximo año podamos iniciar desde cero para el tema de la presencialidad y poner en marcha el sostenimiento del espacio”, afirma Jimenez Barco.
El Son de la Loma
(Antioquia)
El Son de la Loma lleva 30 años siendo un epicentro para los fieles amantes de la salsa. Un templo que llevaba desde 1992 en el mismo lugar, en el Barrio Mesa, en Envigado. Hace tres meses tuvieron que entregar ese legendario local al no llegar a un acuerdo con los arrendatarios. Sergio Rendón, dueño del establecimiento que vio pasar por sus tarimas a cientos de orquestas, explica cuáles fueron las medidas que tomaron ante la crisis: “tratamos de buscar el auxilio y la ayuda del gobierno municipal de Envigado por medio de una asociación de comerciantes, pero no hubo respuesta en cuestión económica para nosotros como bar y entiendo que para nadie. El gobierno municipal ni nacional tuvo soluciones para mitigar la situación. Nosotros nos quedamos sin trabajo, sin empleo. Sin embargo, esperamos que en diciembre o enero, podamos seguir con nuestro bar en otro establecimiento”.
Tanto Sergio, como los demás fundadores y salsomanos, esperan que el otro año El Son de la Loma pueda volver a abrir las puertas en un lugar distinto para presentar seguir trabajando por la cultura en Colombia. Mientras encuentran soluciones se ha abierto otra puerta, Sergio cuenta que “se presentó otro camino, y es tener un programa de radio en la emisora Latina Estéreo, con investigaciones sobre músicos, orquestas, intérpretes, canciones, discos, y resaltando tantos exponentes de esta maravillosa música. Desde la Barra del Son con Checho Rendón es su nombre. Buscamos que se consolide y sea una alternativa para conectarnos con El Son De la Loma”