Las lecciones que nos deja Rockeritos con La Pestilencia
En el 2017 se realizó la primera edición de Rockeritos de la mano de Nepentes, la premisa era clara: crear un espacio para la nueva generación de melómanos. Desde entonces esa idea se ha convertido en un deber, que ha persistido de la mano de agrupaciones como Aterciopelados, Dr. Krápula o 1280 Almas.
El último Rockeritos del 2019 llegó con un anuncio poderoso en mensaje y en música: La Pestilencia en el Teatro Jorge Eliécer Gaitán. La noticia caló hondo en todos aquellos que con lealtad han estado detrás de la agrupación de Dilson Díaz; este concierto se convertía en la oportunidad para compartir ese sentimiento de profunda admiración con sus hijos, hermanos o primos, con los niños de la familia.
Dilson saltó a la tarima en compañía de Isabel Valencia, Carlos Marín y Marcelo Gómez. La contundencia, la entrega, la visceralidad en cada canción era la misma, pero un nerviosismo, casi que nunca visto, habitaban a Dilson. “Los nervios en estos momentos nos invaden más que en ocasiones anteriores, porque es ver a las familias acá sentadas, escuchando las realidades de las que llevamos hablando por más de treinta años”.
En casi una hora y media, y con la actuación especial de Damián, el hijo de Marcelo, en la batería, padres y sus acompañantes más jóvenes vivieron un show que si bien fue construído para niños, nunca subestimó su poder de entendimiento. “Este es el concierto de mi vida, estamos construyendo un país. Enseñémosles a los niños a ser libres, pero a respetar a quien está al lado”, dijo Díaz para darle un emotivo cierre a Rockeritos 2019.
Y si bien la imagen que nos queda de este concierto es la de decenas de niños subidos en la tarima, saltando y gritando, mientras La Peste cantaba Fango, también quedan otras importantes lecciones para la posteridad.
Hoy, donde tanto se habla del consumo musical de las nuevas generaciones, se hace justo y necesario poner sobre la mesa de una manera activa las múltiples opciones que hay en el espectro musical, para que sean ellos quienes, basados en sus gustos, elijan qué quieren consumir. Poco o nada justo es aseverar que a los más jóvenes no les gusta el rock, cuando nunca fueron presentados ante éste. De nada sirve reproducir el ciclo donde los mayores se esfuerzan por criticar las elecciones de los menores solo por llevarle la contraria al relevo generacional, tiene que haber un acompañamiento y eso se logra con la búsqueda de espacios para generar ese intercambio de saberes culturales.
La Peste en la vocería de Dilson, dejó un aprendizaje que no se puede pasar por alto. Entre canción y canción puso sobre la temas que tienen que ver con la niñez en la guerra, con la situación que vive hoy en día el país y en la que hemos vivido desde hace años. Lo hizo sin temor y sin rodeos, habló con la convicción de que los niños también necesitan entender que pasan cosas, que necesitan desarrollar un pensamiento crítico y que deben escuchar para hacer las preguntas que sean necesarias.
De la mano de Marcelo Gómez y de su hijo quedó otra memoria, en dos canciones (Soñar despierto y Mentiras) Damián reemplazó a su padre, lo hizo por lo alto, con la tenacidad necesaria para suscitar los aplausos del teatro. Marcelo recalcó la importancia de estimular a los más pequeños: “hay que poner a los niños a acercarlos a las cosas buenas como los instrumentos, la música la pintura”
La necesidad de una oferta cultural mucho más amplia, donde niños adultos puedan converger y disfrutar por igual, la importancia de espacios donde hijos y padres puedan intercambiar sus pasiones y vivir la paternidad y la maternidad desde otro lugar, el compromiso de artistas por crear conciertos que abracen a los pequeños, son otras de las enseñanzas que deja esta última edición de rockeritos para el 2019. Un balance que nos obliga a creer que este proyecto tiene que seguir.