Estéreo Picnic 2022 entre la vida y la muerte
La vida es un instante. En un minuto estás bailando lleno de alegría con el hermoso sonido de la Pacifican Power, escuchando la poderosa voz de Nidia Gongora recordarnos la importancia de vivir sabroso y al otro minuto te quedas perplejo porque Taylor Hawkins murió en un hotel de Bogotá horas antes de su presentación.
Así funciona el destino: en un momento estás encerrado en tu casa sin saber qué va a pasar con el mundo y al otro, corres en un pogo que gira alrededor de Lee Kierman, guitarrista de Idles. En un momento abres tus redes y ves que otro líder social fue asesinado, que un nuevo escándalo de corrupción se reveló, que una nueva guerra empezó y en otro tus ojos se llenan de lágrimas al ver el dulce embrujo de Briela Ojeda que con su voz llena los corazones de ese calor y esa magia únicos de los Andes.
Es muy difícil de entender cómo se pasa de sentir la energía envolvente de Teatro Unión o recibir el amor de Diamante Electríco a sentir el vacío del duelo. Y es que no hay necesidad de entenderlo, porque así es la vida una constante dualidad entre estar abrazado de las personas que quieres saltando entre un éxtasis de felicidad y fundirse en un un abrazo similar pero de desahogo, llanto y consuelo.
Si algo nos enseñó la pandemia es que la normalidad definitivamente no es la misma y que la línea entre la vida y muerte es mucho más tenue de lo que queremos creer. Pero también nos enseñó que el mundo sigue girando y que el show debe continuar.
Es importante rescatar lo bueno porque en momentos así, es la opción que nos queda para aferrarnos a la tierra, para recordar cada bocanada de aire que alimenta esa máquina que es nuestro cuerpo, esa hermosa máquina de carne, huesos, músculos y tendones capaz de moverse con el sonido y sentir la euforia y el dolor de la misma forma. Cómo lo sentimos en ese primer día de Estéreo Picnic.
Día en el que sobresalió la música colombiana, donde una nueva generación de artistas y de público que dijo estamos listos, tenemos hambre y no tenemos miedo. Más allá de la tragedia este día mostró que el encierro incubó la creatividad. Lucille Dupin, Urdaneta, Los Niños Telepáticos, Teatro Unión, Piel Camaleón, Briela Ojeda, La Pacifican Power, Duplat, Diamente Eléctrico mostraron que aquí no hay nada que envidiarle a nadie. Y si bien fue hermoso vibrar con The Drums, sentir la nostalgia de The Libertines y rendirse ante la energía del delirio de Idles, ver a los artistas nacionales tomarse esos escenarios con toda su fuerza y poner a la gente cantar, bailar, soñar es invaluable y esperanzador. Y justamente, algo de esperanza es lo que más necesitamos en estos momentos de caos y dolor que atravesamos como nación, no solo como el público de un festival.
Pero tal vez la parte más emotiva fue la presentación de Black Pumas, la cual fue un abrazo de sonido e hizo menos fría la noche y nos recordó que la música, en el encuentro, la unión y los tejidos que tejemos con quienes queremos siempre serán la cura para todo.