El corazón de Bogotá volvió a vibrar con el Festival Centro
“Volver al centro” es una expresión que hace referencia a regresar al equilibrio, al interior del ser, a esas cosas que nos dan alegría. Cosas que en estos dislocados días son difíciles de lograr, por eso estar al aire libre, en el centro de Bogotá, viviendo la música en vivo se siente casi como un sueño. Si bien desde el 2021 comenzó la reactivación de los conciertos, y poco a poco hemos regresado a los escenarios, poder volver al Festival Centro es especial, porque es volver a comenzar el año con música, con encuentro, con desahogo, con catarsis y con algo de esperanza.
En sus trece ediciones, este festival organizado por la Fundación Gilberto Alzate Avendaño (FUGA) ha buscado desde el corazón de la capital lanzar un mensaje de unión y diversidad a través de la música. Este festival ha logrado unir el pasado y el presente, ha mostrado la enorme gama de propuestas, sonidos y expresiones de todo el país y se ha consolidado como el primer gran festival del año de la capital.
Para celebrar el reencuentro, este 2022, el Festival Centro fue gratis y se tomó varios escenarios del centro de la capital. Fueron cuatro jornadas caracterizadas por la diversidad. Desde los ritmos tradicionales del folklore colombiano, hasta la estridencia del punk, pasando por las rimas finas de hip hop y el espectacular encuentro entre Timbiquí e Inglaterra, llenaron de vida esta edición.
La apertura del festival fue un gran abrazo entre la música, las amistades y la vida en general, que se celebró en un lugar que durante años fue una puerta al infierno, el infame “Bronx” de Bogotá. Desde hace unos años, el rebautizado Bronx Distrito Creativo, se convirtió en la primera fecha del festival, pero esta vez la apuesta fue más grande. Un escenario más completo, un espacio adecuado para que entren decenas de personas y un cartel brillantemente arriesgado.
Porque pasar de los bailables sonidos tropicales de D’Pockers a la furia distorsionada de I.R.A, es una apuesta genial, ya que ver cómo se une la gente en un baile o un pogo, sin importar nada, es algo cada día más necesario en un país que pide a gritos más fraternidad y menos prejuicios. Bien lo dijo I.R.A desde el escenario, el objetivo era llenar el lugar de música, mostrar cómo se resiste desde la cultura y romper barreras.
En la pista de baile, los cuerpos son uno, y en el Festival Centro la invitación era sentir, oír y dejarse llevar por la música. A I.R.A lo siguió Hermanos Menores, una banda que no necesitó hablar para producir un embrujo sonoro e impredecible que fluctuó entre lo pesado y lo contemplativo y que fue seguido por el pop de Pacíficio de Hendrix B, quien no solo le dio un ambiente romántico y bailable al Bronx, también recordó a Junior Jein, asesinado en Cali el año pasado, cuyo legado sonó durante la interpretación de “¿Quién los mató?”.
El cierre de esa jornada fue sin duda la mejor presentación de todo el festival, porque la maestra de música tradicional de Pacífico Nidia Góngora (Canalón de Timbiquí) junto al productor inglés Will Holand, mejor conocido como Quantic, presentaron completo su nuevo disco Almas Conectadas (2021). Lo que incluyó un ensamble de cuerdas que dejó anonadado al público que bailó bajo el cielo nocturno. Y sin duda, uno de los momentos más emotivos de la presentación fue cuando interpretaron “Adora la sangre”, un canto en honor a todas las almas que se perdieron en esas calles de centro, que como dijo Nidia desde el escenario: “es importante sanar, reconciliar y rodear estos lugares donde ha habido tanto dolor".
La segunda jornada estuvo dedicada al que tal vez es la cultura musical más fuerte del país, el hip hop. Sin importar a qué punto del mapa uno apunte, va a encontrar alguna persona haciendo rimas, bailando, usando una lata o armando pistas. El hip hop es parte del ADN de Colombia, es una voz, una válvula de escape y una herramienta de resistencia y cambio y eso fue lo que se demostró en el Auditorio Mayor.
Esta fue una jornada que repasó la variedad y riqueza del rap nacional. Empezando con El Gamin, representando la nueva escuela que continúa con un legado de 30 años de rimas. Desde Medellín Crew Peligrosos se tomó con toda su fuerza el escenario y fue recibido por un público eufórico que cantó, saltó y vibró con este grupo que ha llevado el rap más allá de la música y lo ha vuelto una parte esencial de la comunidad.
Luego se tomó la tarima una mujer que conoce muy bien el potencial del rap y lleva 20 años usando su voz y sus rimas para trabajar por las mujeres, los barrios y para exorcizar los demonios que recorren las calles. Diana Avella junto con cuatro breakdancers se comió el escenario con toda su paciencia y carisma y dejó al público listo para Todo Copas.
Este clásico del rap bogotano, criado en el centro de la capital, hizo temblar una vez más su casa. Y para finalizar la noche Granuja y Métricas Frías, le dieron todo el estilo del hip hop de la montaña a la capital que los recibió de forma eufórica.
La tercera jornada presentó dos escenarios de forma simultánea. El tradicional Muelle de la FUGA, donde se juntaron los ritmos tradicionales de Latinoamérica, plasmados en los violines, chelos y guitarras del Ensamble Zocoró, en guapachosa irreverencia de Aguardientes, en la mística de los tambores de Natikumbatá y en la hipnotizante magia de La Perla y todo el fuego de su bullerengue.
Mientras tanto en la Plazoleta de Centro Cultural Gabriel García Márquez se dio paso a sonidos más experimentales, que unen los beats electrónicos con la herencia sonora del país, para crear una fiesta futurista como lo hicieron Carlos Rizzi, Indus y Ancestral Beats, quienes alternaron con propuestas que también juegan con la fusión de instrumentos y sonidos como Los Iankovers, Balthvs y La Tenaz.
El domingo fue el día de la familia y el escenario fue el Teatro Jorge Eliécer Gaitán en donde en la mañana se presentaron Victoria Sur y Edson Velandia junto a Adriana Lizcano, quienes repitieron función por la tarde, en el cierre del festival que estuvo a cargo de la leyenda de la cumbia sabanera, Carmelo Torres, quien puso a bailar al teatro junto a Los Toscos, y finalmente el Festival Centro terminó con la voz de César Mora.
Sin duda lo mejor de esta jornada fue poder estar una vez más al aire libre, cantando, sintiendo el sol, el viento y sobre todo la música. Qué mejor forma de empezar el año que bailando y golpeando duro desde el centro de la capital, en donde los artistas dijeron, estamos presentes, estamos vivos y esto cada vez es más grande y mejor.
Aquí les dejamos algunas postales de esta gran fiesta.