Así fue el emocionante cierre del Festival Cordillera
El sol brillante de la tarde ya anunciaba lo que sería un día lleno de alegría y fuerza. En medio de varios escenarios, personas con sus mejores pintas de todos los colores y la música retumbando en todo el espacio a cielo abierto del Simón Bolivar, los rostros emocionados de miles de personas confirmaban lo que sería una jornada llena de música y un ritual colectivo para recordarnos que estamos vivos y lo vital que es bailar y pararnos duro.
Después de un primer día en el que varias generaciones se unieron en un mismo espacio para dejarlo todo en la pista y cantar a grito herido varios himnos latinoamericanos, la energía seguía arriba. Incluso parecía haber más personas en el espacio que el día anterior y solo atravesando el mar de gente en grupos que se movían en manadas de escenario a escenario, era evidente que el público había aumentado y esta vez, venía a darla toda.
Entre los artistas más sonados en el cartel, por los que la gente decidió llegar a este segundo día de festival, estaban nombres como Aterciopelados, Julieta Venegas, Draco Rossa, Cafe Tacvba y Maná, pero también quizá lo que más convocó fue una apuesta grande del festival por darle todo el protagonismo al rap iberoamericano encabezado por presentaciones inolvidables de N. Hardem, Lianna, Al2 El Aldeano, Akapellah, La Etnnia y Kase.O y también a la escena electrónica, con un escenario enfocado solo en esta.
Así, fue emocionante ver cómo la energía si bien empezó arriba fue subiendo poco a poco hasta estallar al final de la noche. Con Piero, por ejemplo, como uno de los primeros artistas sobre el escenario, la energía era sutil, varias personas incluso se acostaron para escucharlo mientras cantaba esos temas insignia de la infancia o juventud que tanto las marcaron. “Para el pueblo lo que es del pueblo, porque el pueblo se lo ganó. Juntemos todas las manos, todas las manos que quieren paz en Colombia”, dijo en algún momento el artista.
Al final, con Kase.O, en cambio el trance fue apoteósico, en una presentación que fue como un paréntesis de la realidad, el rapero nos llenó de rimas, reflexiones personales y políticas y una banda que improvisaba como los dioses. Luego, Café Tacvba, cuando ya las estrellas brillaban en el cielo y el cansancio se hacía más grande, demostró que el amor es la fuerza más grande y poderosa y este se traduce muy bien en canciones, baile y mucha celebración.
Devolviéndonos al principio, luego de Piero, ya se veía más y más gente llegar, cantar, bailar y tomar fotos del espacio que cada vez albergaba un espiritu más fiestero. Al tiempo que Conociendo Rusia, N. Hardem, quien compartió escenario con Briela Ojeda y De Juepuchas abrieron con fuerza el día, uno de los shows más emocionantes fue el de Aterciopelados.
Con úteros de colores, tetas de todas las formas y tonos como sombrero, ojos con lentejuelas y unas visuales psicodélicas llenas de locura, canciones como “Cosita seria”, “Antidiva” y “Florecita Rockera” se llevaron el protagonismo. Luego, el Frailejón Ernesto Pérez que estuvo desde el día anterior caminando por todas partes y tomándose fotos con personas, cantó con Andrea Echeverry a los páramos y al medio ambiente, un mensaje que durante todo el festival se reforzó a través de los mercados sostenibles, escenarios en medio del follaje cundinamarqués y una oda a las montañas, al agua y a la naturaleza en general.
Al tiempo de esta presentación, Lianna, con su potente voz y una sensualidad que destilaba por cada poro de su piel nos demostró que el talento femenino es imparable. Esto en una presentación a la que se sumó Lalo Cortes en los coros. Mientras que Caloncho, Al2 El Aldeano y Cerrero mostraban una amplia variedad de sonidos que justamente dejaban ver el corazón del festival en la celebración de su diversidad.
Más tarde, cuando el viento ya se apoderaba de todo el Simón Bolivar, pero el calor de la música seguía convocando, se subió Julieta Venegas al escenario. Con su carisma, dulzura y destreza con el acordeón, la cantautora nos sumergió en un viaje lleno de cariño y amor, con canciones “de las viejitas”, como ella misma dijo, como “Lento”, “Limón y Sal” y “El presente”, con la que cerró una presentación llena de energía y que nos hizo bailar al tiempo que reflexionamos sobre lo mágico y a la vez simple de respirar el momento y sumergirnos ahí.
La noche llegó acompañada de Maná que convocó a miles de personas que durante dos horas cantaron emocionados sus más emblemáticas canciones, mientras que en otro escenario La Etnnia, trajo todo el sonido de las Cruces con visceralidad. Esto, compartiendo la tarima con Kei Linch que brilló por sí misma con su talento y destreza para rapear y quien luego además compartió escenario con Kase.O, demostrandonos que es una promesa enorme del hip hop en Colombia y en todo el continente.
Zoé, Moenia y Chancha vía Circuito continuaron ese crescendo que luego ya llegó a su climax final con Kase.O y terminó con Café Tacvba en un gran abrazo colectivo. Aquí el rapero español hizo un show impresionante lleno de honestidad, en el que no solo se lució por sus rimas, sino por su capacidad humana de conectar con un público ansioso de respuestas.
Como en un trance espiritual, el artista habló desde la protección del Amazonas, de la importancia de llamar a nuestras mamás y abuelas y “aprender de esos dinosaurios” y de decir “no” y pararnos duro frente a los gobiernos opresores. Aquí con un coro que decía “Uribe, no eres un buen pibe” hizo retumbar el espacio, mientras dejó ver una personalidad encantadora, cuya verdad está atravesada por la convicción de que el amor es lo único real y venimos aquí a recordarlo.
Para cerrar con broche de oro y con la energía por el cielo, Rubén Albarrán nos abrió su hermoso y trascendental corazón hablando sobre la importancia de mandar fuerza a nuestros seres queridos en proceso de tránsito a otras dimensiones o de crear un aura de flores en todo el público mientras cantaba su emblemática canción llena de alegría. Así con una presentación que fue como un ritual colectivo de unión y gozo, no pudo haber mejor final que ese a cargo de Café Tacvba, donde las reflexiones en torno a lo esencial que nos hace ser mejores humanos estaban tan presentes.
Así con un público eufórico por la suma de dos días de música de toda la cordillera que vibró fuerte en sus corazones y con la certeza de que ahí hay un poder transformador que se siente bien en el cuerpo y en la mente, las miles de personas que asistieron caminaron hacia la salida, tarareando canciones y riendo, aunque el cansacio cada vez era más grande. Esto, porque justamente el festival ayudó a recordar lo hermoso que es llamarnos latinos y resistir, bailando y cantando nuestras canciones.