Anotaciones de los creadores de 31 minutos sobre su show en Bogotá
Ni bien habían abierto las taquillas del Teatro Jorge Eliécer Gaitán para entregar las boletas sin ningún costo, cuando la fila ya llegaba hasta la carrera décima y daba la vuelta. Los desprevenidos que pasaban por ahí, preguntaban de qué se trataba el alboroto y los que llegaban a hacer parte del tumulto de gente solo hacían cuentas para adivinar si iban a tener suerte y coronar sus entradas. Muchos tuvieron suerte, unos cayeron ante las garras de los revendedores y otros se fueron empapados y con las manos vacías. Toda la algarabía era por asistir a una de las tres funciones del primer show de Rock al Parque para niños a cargo de 31 Minutos.
31 minutos es una serie chilena para niños que tuvo su origen en el 2003 después de que sus creadores se ganaron los recursos de un fondo del Consejo Nacional de Televisión Chileno para producir 21 capítulos. El programa empezó como una parodia a los noticieros hecho por unas simpáticas marionetas, pero con el tiempo y, al ver la fanaticada que tenían sus personajes, vieron la necesidad de crear historias alternas, acompañadas por canciones memorables. La serie se conviritió de culto, calando en adultos y niños por igual, gracias a un humor que nunca subestimó a su público.
Casi siete años después de su nacimiento, pasaron a los escenarios y en el 2012 se presentaron en el Lollapalooza de Chile y un año después en el Festival Viña del Mar acompañados de una banda, con la que cantaban y recreaban todos los temas emblemáticos de la serie. En Colombia tenían un público que gracias a la televisión por cable los siguió fielmente; esta presentación en el marco de Rock al Parque significaba su debut en el país. Por supuesto, el público estaba conformado por esos adultos que en los años dorados vieron los programas y muchos llegaron acompañados por niños, en un intento por transmitir ese sentimiento nostálgico de regocijo.
No hubo asiento vacío, canción no coreada, final no aplaudido o euforia no expresada. Fue una gala como muy pocas se ven, porque a pesar de ser un concierto infantil, la agitación más intensa vino por parte de los mayores. Entonces los más pequeños no tuvieron opción que dejarse contagiar y meterse en la historia de Tulio Triviño, Juan Bodoque, bombi y sus secuaces; de pararse a bailar con el repertorio de sus hits: 'Dinosaurio Anacleto', 'Baila sin Cesar' (que en la segunda función contó con la colaboración de Rubén Albarrán), 'Mi muñeca me habló' o 'Diente Blanco no te vayas' y de sorprenderse por dirección de arte cuidada hasta el último detalle.
El público fue testigo de uno de los mayores logros de 31 Minutos: pasar de la televisión a una puesta en escena en vivo que triunfó combinando los elementos de un musical, una obra de teatro de títeres y un show de entretenimiento que incluyó una botella de champagne gigante golpeando a Tulio o un dragón chino bailando por el escenario.
Después de las exitosas tres funciones en Bogotá, nos encontramos Álvaro Díaz y Pablo Peirano, sus creadores, para analizar lo que fue esta experiencia debutando en Colombia.