"Bolero falaz": el espejo de una generación
“Los Aterciopelados encontraron su Dorado en Sudamérica. Esta semana llegaron al primer lugar de los listados de Radio Rock & Pop, la emisora más importante de Chile, con su canción Bolero falaz, por encima de artistas locales como Nicole y Lucybell, y de otros con más cartel, como Maná o los Fabulosos Cadillacs. El grupo colombiano estará próximamente de gira por ese país”, así documentaba el periódico El Tiempo, en octubre de 1995, el éxito internacional y mediático de la banda bogotana en un artículo titulado “El bolero falaz pega”.
Ese es uno de los tantos artículos de prensa que circularon sobre la agrupación de Andrea Echeverri y Héctor Buitrago y su naciente éxito internacional; una evidente sorpresa se suscribía en esos titulares y no era para menos, el triunfo de una banda de rock nacional era una absoluta novedad para ese entonces. Buena parte de esa expansión tuvo que ver con “Bolero falaz”, una canción astuta, que se abrigó bajó la cubierta del bolero, pero también del rock y del pop. Ese “Y dice” inicial, seguido por el inolvidable punteo de la guitarra y una historia de desengaño narrada con visceralidad por Andrea Echeverry y su lenguaje coloquial, fueron solo algunas de las partes que ensamblaron un fenómeno musical.
“Próximo a cumplir el año de lanzado, el álbum ‘El dorado’, el segundo de la agrupación con BMG, ha vendido un total de 150.000 copias. Resulta sorpresa porque se trata de un tipo de música especialmente atractivo para jóvenes adolescentes que aún no cuentan con independencia económica y prefieren aplazar sus decisiones de compra”, escribía el mismo diario un año después en un artículo titulado “El rock entra en la pelea”, y daba cuenta del importante papel de la agrupación para toda una generación venidera de músicos, haciendo foco en la intención de la disquera de firmar a otras bandas como 1280 Almas. Casi que como una premonición sobre los buenos días que venían para el rock colombiano, el mismo año que se lanzó "El Dorado" nació Rock al Parque.
Como bien lo escribe Eduardo Arias en su artículo “Bolero Falaz” para la Revista Arcadia en el año 2014, Aterciopelados no fue el primer grupo en mezclar y experimentar con ritmos colombianos autóctonos, “Eso ya lo habían hecho desde comienzos de los años setenta Génesis, con canciones como 'Don Simón', y en los años ochenta Distrito Especial con 'Candelaria', por solo citar dos ejemplos” explica. Sin embargo, su vertiginoso ascenso propulsado por una identidad sonora y visual singular, y la visión de país en la que se inspiraron para construir esa imagen kitsch y hacer una crítica social audaz, fueron claves para despegar del terreno local y convertirse en los voceros colombianos del rock latinoamericano al lado de agrupaciones como Café Tacvba o Los Fabulosos Cadillacs.
El libro “White Riot: punk rock and the politics of race” publicado en el 2011 en Estados Unidos, es una revisión a la historia punk del mundo a través de los escritos de críticos, músicos y periodistas recopilados por Stephen Duncombe y Maxwell Tremblay; en este se hace un análisis de “Bolero Falaz” extraído del texto de Carmelo Esterrich y Javier H. Murillo, quienes lo describen como un bolero que es profanado con la irreverencia punk y se resalta la importancia de la voz de Andrea Echeverri: “Uno de los puntos importantes de esta canción, y de todas las canciones de Aterciopelados, es el hecho de que están interpretados por una mujer, una rareza en el rock latinoamericano, con algunas excepciones. Esto hace que el desmantelamiento crítico de la música popular sea aún más poderoso”.
Hablar de Aterciopelados y, en este caso preciso, de “Bolero Falaz”, no solo supone hablar de una canción que dio en el clavo por mera casualidad; es necesariamente entender el génesis de un movimiento que cambió para siempre los cimientos de un rock, que lejos de tratar de imitar lo que pasaba al otro lado del océano, se concentró en hacer una lectura interna y genuina. En el ya nombrado libro se hace un paralelo con Café Tacvba para evidenciar la importancia que tuvieron las dos agrupaciones en vías a la construcción de un auténtico género:
“Esto no es simplemente ‘rock en tu idioma’, una traducción del rock anglo; es algo mucho más interesante, un nuevo género musical. Un híbrido urbano formado por la juventud en las ciudades de América Latina, música que combina el sonido irreverente del rock y el punk con expresiones tradicionales y populares”.
“Bolero Falaz” encabeza el listado Las 50 de Aterciopelados de Radiónica. Le preguntamos a Álvaro González ‘El profe’ sobre cómo fue la selección.
¿Por qué termina siendo “Bolero Falaz” la canción más importante en el conteo de Radiónica?
Porque fue, literalmente, todo un manifiesto alrededor de una generación, el resultado de lo que significó en ese momento una nueva Constitución, lo que significaba la participación de la juventud. Y si bien en Estados Unidos un “Smell like teen spirit” de Nirvana significó una explosión, “Bolero Falaz” también significó una ruptura, algo completamente disruptivo. Si bien la música colombiana ya tenía canciones de rock populares como “Vestido de cristal” de Kraken, “La calle” de Compañía Ilimitada, “Igor y Penélope” de Pasaporte o “Muévete” de Estados Alterados -que logró llegar a la radio comercial- el caso de “Bolero Falaz” es toda una filosofía. Era una estética, una lectura diferente de época y una aproximación única e híbrida de lo que denominaríamos el rock colombiano. Sí, existían Ños Speakers, Los Flippers, en particular Banda Nueva, pero “Bolero Falaz” de Aterciopelados es toda una filosofía estética de una generación que se ganó un espacio en las diferentes memorias de Colombia
¿Cómo cambió la historia del rock esa canción en particular?
Lo hizo todo, existió un momento mágico y fue el primer Rock al Parque donde ese “Y te cagaste de risa” se convirtió en un momento, es algo naturalmente rebelde. Teníamos a una mujer cantante, compositora, de un grupo con esencia punkera, y está claro que significó la posibilidad de que Colombia pudiera ser continental, podíamos entrar en un circuito internacional con una banda que representaba a toda una generación: la de La Derecha, Juanita Dientes Verdes, Catedral, 1280 Almas. ¿Cambió la historia del rock colombiano? Sí. Antes del "Bolero Falaz" existían grandes canciones y después también, pero esa canción le dio confianza a Colombia para que contara su historia desde el rock.
Fue una canción que no solo sonó en las radios de rock o alternativas de la época, sino que también se movió en las estaciones de música tropical ¿A qué se debió este fenómeno?
Fue algo necesario y es muy interesante en la medida en que a veces la música independiente colombiana se queda en el nicho y le ha costado conectarse más allá de eso. Aterciopelados, siendo una agrupación punkera, rara, extraña, con ese “y te cagaste de risa”, logró tener una conexión con todo un país. La han cantado abuelas, abuelos, tías, tíos, nietas, nietos y durante 25 años sobrevive como un grito único de lo que significa toda una generación que logró ganarse un Rock al Parque, la oportunidad de formar parte del circuito rockero latinoamericano o iberoamericano. Por eso no fue difícil que llegarán a la radio tropical, es una canción que ha encantado a todo un país.
¿Qué tal difícil fue escoger entre todas las canciones de Aterciopelados, una que de alguna u otra forma enmarcara todo lo que ha significado la agrupación en la historia musical de Colombia?
Fue muy difícil, pero en el caso de “Bolero Falaz” fue como una crónica de un número uno anunciado. Le hacíamos mucha fuerza a “Maligno”, que hace parte del “Caribe Atómico” (1998) y fue fácilmente el disco más importante iberoamericano. Pero fue contundente, el “Bolero Falaz” es una canción que va a ser tan importante como las canciones de Lucho Bermúdez o Pacho Galán, y en décadas será un espejo de toda una generación. Lo más hermoso del proceso fue comenzar a revisar disco por disco y si bien todas las 50 canciones son de una calidad extraordinaria, de la 30 a la primera es un viaje de éxito tras éxito, y redescubrir Aterciopelados es redescubrirse a uno mismo. Fue emotivo, realmente poderoso y ahí está: Aterciopelados como parte de un nuevo folclor y de una nueva mirada necesaria para poder contar las historias de Colombia.