Fugas de Tinta, historias narradas desde las cárceles del país
“En este lugar, muchas veces en mis noches de insomnio me he preguntado qué fue lo que hicieron nuestros padres que nos ha tocado pagarlo a los hijos. También pienso que es trágico y duro no tener el cariño y el calor de los padres en la niñez y en la adolescencia; la vida muchas veces es cruel para algunos…”. Fragmento de Un Recuerdo Hacia el Pasado de Néder Guerra Iglesias.
¿Qué historias pasan por las mentes de los internos de las cárceles en Colombia? ¿Cómo las cuentan? ¿Sobre qué tratan? ¿Cuáles son las limitaciones para narrarlas? ¿Hay un verdadero interés de escritura y lectura en las cárceles del país?
Responder a estas preguntas, entre otras tantas, es lo que ha hecho el Programa Libertad Bajo Palabra, un proyecto en el que a través de talleres de escritura creativa se incentiva a los internos e internas de las cárceles del país a narrar esas historias que rondan su imaginación a fin de encontrar en la escritura una herramienta para confrontarse y reflexionar en torno a la reconstrucción del tejido social y cultural de cada cual y su entorno.
Para este 2019 en el marco de la Feria Interncacional del Libro de Bogotá, el Programa presentará la edición número once del libro “Fugas de Tinta”, producción editorial en la que se compilan los escritos de los internos de las diferentes cárceles que participan en los talleres cada año y que podremos presenciar el próximo 3 de mayo a las 2 de la tarde en la sala Jorge Isaacs de Corferias.
“Congrezoológico son de animales lógico Politipos en posición por orden genealógico Irónico, dictan leyes que ellos mismos rompen Hablan de honestidad, toman poder y se corrompen. Que compren votos no es ninguna novedad Sueños rotos por caños más cuatro años de enfermedad Que se renueva Le roban al pueblo y este lo aprueba Una anestesia, aún seguimos siendo las mismas güevas Se hospedan en aquel sucio recinto infernal Para beber tinto, robar y luego hablar de moral”. Fragmento de Congrezoológico de Kabalo (seudónimo)
"El trabajo que venimos realizando tiene como característica principal ser un detonante para que las personas lean y se interesen en escribir. En las cárceles nos encontramos con grupos muy heterogéneos, que van desde los más profesionales hasta personas analfabetas, y entre esos dos extremos hay toda clase de destrezas y torpezas, sin embargo siempre persiste ese deseo por contar historias. En este contexto lo que nos importa como Programa y como talleristas, es conocer el interés de cada persona que conforma el grupo y a partir de ahí entablar una relación de acompañamiento al proceso individual para poder enriquecer su proceso creativo”, cuenta el José Zuleta Ortiz, coordinador del Programa.
Durante los once años que lleva ejecutándose Libertad Bajo Palabra, que hace parte de la Red de Escritura Creativa Relata, y en convenio del Ministerio de Cultura y el Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec, se ha impactado a 4500 internos de 33 cárceles del país, a través de 164 talleres.
La 40, como se le conoce a la cárcel de varones de la ciudad de Pereira ha sido lugar de encuentro y ejecución de los talleres y para esta edición del libro encontraremos textos de cuatro internos que nos narran historias honestas, críticas y diversas que se pasean entre géneros como el diario personal, la crónica y la canción.
“Hoy estuve un poco triste, sentí un vacío dentro de mí. Cada día que estoy en prisión es más deprimente; no estar con mi madre y mi familia es una experiencia maluca, a veces prefiero estar muerto o lejos de esto. Pero bueno, qué más podemos hacer sino luchar o sobrevivir en este infierno: esto es una mala racha que no durará toda la vida. Me gustaría ser un escritor, o yo qué sé, en lo que Dios me ponga a hacer, alabado sea su nombre”. Fragmento de Cuaderno de Diario de Jefferson Ruiz.
La experiencia para Gustavo Acosta Vinasco, tallerista en La 40, es sin duda de las más enriquecedoras para su vida, pues de manera directa ha visto cómo la escritura se convierte en un proceso de catarsis para las personas que privadas de la libertad recurren a muy pocas motivaciones para pasar el tiempo de forma creativa.
“El trabajo es muy motivador para el tallerista al tiempo que es muy difícil entrar a este contexto de una cárcel. Sin embargo cuando entras allí todo es diferente, todo te reta. Las historias de vida de quienes asisten a los talleres son muy valiosas y cada uno se respeta, y es así como se va generando este lazo en el que aprendemos a escuchar sin juzgar, sin jerarquías y en un espacio democrático de creación”.
Comprender que lejos de que las historias anecdóticas o ficcionadas que tienen para contar las personas privadas de la libertad sean apologías al delito, el programa explora otras dimensiones del ser humano para que sea a través de relatos literarios que éstas sean interioriorizadas y posteriormente compartidas.
“Estoy en la comodidad de mi plancha de dos metros por noventa centímetros: digo comodidad porque en este lugar la frase pierde su ironía, ya que en el patio solo habitamos diez personas por celda —están diseñadas para ocho, pero en otros patios llegan a ocuparla dieciséis—”. Fragmento de Un día en el Infierno, de Mario López.
El Ministerio de Cultura ha compartido la edición de libro de forma digital que pueden consultar aquí.