Cinco libros de crónica periodística recomendados por Juan Miguel Álvarez
Juan Miguel Álvarez se ha convertido en uno de los referentes más destacados de la crónica en Colombia. A través de este género periodístico, ha sido arquitecto de relatos ambiciosos, valientes y cuidadosos que no solo han cumplido con el objetivo de cualquier producción dentro de este oficio, el de informar, sino que ha apuntado reiterativamente a preguntas acerca de la condición humana, de la historia que hemos escrito como país, de nuestra relación con la violencia, la política y la muerte.
Por ejemplo, en su libro Balas por encargo, vida y muerte de los sicarios en Colombia, Álvarez puso la lupa en el asesinato como forma de ganarse la vida, en el sicariato como un fenómeno hijo de la descomposición social y de la incapacidad estatal. Con una investigación de más de cuatro años, con la que logra una mirada procesal de largo alcance, brinda herramientas para un análisis a profundidad de una actividad criminal que ha definido el devenir de este país.
O está Verde tierra calcinada, otro libro en el que, a través de siete crónicas, ofrece un viaje a la profundidad de varias regiones de Colombia en las que el conflicto se ha vivido de manera directa y continua. Brinda así un acercamiento a historias que resultan ajenas para muchos y que sirven como una ventana para asomarse a la realidad de un país donde el acaparamiento de tierra y los intereses que la circundan han prevalecido sobre la vida de quienes la habitan. Lo anterior acompañado del trabajo de reportería gráfica de Federico Ríos, un fotoperiodista que desde hace un tiempo se ha convertido en un puente esencial para conocer lo que sucede en la profundidad de las selvas y montañas colombianas.
Nacido en Bogotá, criado en Cali y establecido en Pereira, Álvarez ha escrito también para la Revista El Malpensante, o para medios como La Tarde, de la ciudad de Pereira, El Espectador, Revista Semana, entre otros. Ha sido galardonado con el Premio Simón Bolívar de Periodismo y reconocido como una pluma esencial dentro de la crónica iberoamericana.
Recientemente, el periodista estuvo presentando su libro Lugar de tránsito, cuaderno del asombro en la Feria Internacional del Libro de Bogotá, un texto en el que reúne varias de sus crónicas, las cuales hila por medio de reflexiones y fragmentos de su diario, dejando ver las costuras de su oficio como periodista independiente. Aprovechamos esta visita para sentarnos con él y pedirle que nos recomendara cinco libros de crónica periodística que considerara esenciales tanto para cualquier lector como para quien se quiera dedicar a escribirlas. Esta es su selección.
El periodista y el asesino (1989)
Janet Malcolm
Voy a empezar por un libro de Janet Malcolm, una cronista de Estados Unidos que murió hace poco, que trabajó para el New Yorker y otras revistas. Ella tiene un libro que se llama El periodista y el asesino, el cual me parece importantísimo para cualquier persona que quiera hacer crónicas como forma de vida, como ejercicio profesional. Este texto demuestra al que escribe que su oficio tiene consecuencias y que esas consecuencias pueden ser avasallantes. Que una persona que escribe y que se gana la vida haciéndolo con base en la realidad, con base en gente real con vidas reales, puede joderle la existencia a esas personas. Ese libro no se puede aplazar para nadie que escriba crónica.
Confesiones de un inglés comedor de opio (1821)
Thomas de Quincey
Otro libro que me parece importantísimo, por la manera cómo está armado, es uno del siglo XVIII escrito por uno de mis autores favoritos: Thomas de Quincey. Se llama Confesiones de un inglés comedor de opio, una crónica autobiográfica que le explica al lector no solamente las complejidades emocionales del cronista como consumidor de gotas de láudano, que era una tintura de opio, sino que pone en cuestión la situación política y social de la ciudad de Londres en esos años. Es un texto muy vanguardista que básicamente siembra los cimientos de la crónica contemporánea, entonces entenderla es aprender cómo está armada.
Relato de un náufrago (1955)
Gabriel García Márquez
Me parece importantísimo Relato de un náufrago de Gabriel García Márquez por una razón de técnica. En este, García Márquez logra dramatizar una entrevista, o sea, hacer de un diálogo con dos personas sentadas frente a frente, como estamos nosotros en este momento, un relato emocional con atmósferas, colores, olores, sentidos y con acciones muy vividas. Y eso habla de la capacidad del cronista de convertir un testimonio, una entrevista pregunta respuesta, en un ejercicio narrativo y eso es vital para este trabajo.
El hambre (2014)
Martín Caparrós
Aquí hay que hacer una mención especial. Lo que digo va a sonar un poco fanático, pero para mí Martín Caparrós es el mejor escritor de crónica y probablemente de libros de no ficción en todos los idiomas. He leído un montón de autores en inglés, donde hay una escuela muy potente en este asunto, y me parece que Caparrós se los lleva por los cachos. El libro que me enseña mucho es El hambre. Sé que es largo y difícil, pero es muy revelador porque es ver al cronista como combatiente civil. Es aprender cómo se escribe el periodismo más pulcro, más activista y con las reflexiones más viscerales. Son tres texturas en un mismo libro expresadas con técnica y narrativa y con gran virtuosismo periodístico por la calidad de las entrevistas, de la investigación, de las citas. Es un top completo.
Un día más con vida (2018)
Ryszard Kapuściński
En esta lista tiene que ir al menos un libro de Ryszard Kapuściński, puede ser El Sha o la desmesura del poder, Un día más con vida o Cristo con un fusil al hombro. Particularmente voy a hablar de Otro día más con vida, porque me parece que aquí Kapuściński le enseña a los cronistas a escribir en primera persona, a involucrarse como personaje, pero siempre con un tono en el cual se está en un segundo plano con respecto a las personas sobre las cuales se escribe el libro. Nos muestra que si el cronista decide ser personaje debe ser desde un lugar muy respetuoso y que siempre está en función de los demás. Esa enseñanza conviene mucho, ahora cuando la crónica se está confundiendo tanto con la literatura de autoficción o con la literatura autobiográfica, donde el yo básicamente es el hecho central. No es una crítica a esa forma de escribir, a mí me gusta mucho, pero se está presentando esa confusión.