Cambiar balas por libros, una misión heroica y posible
Todos alguna vez hemos leído o visto historias sobre superhéroes: unos con capa, otros con la capacidad de saltar sobre grandes superficies o con poderes sobrenaturales para vencer el mal y conquistar el mundo entero. En Cali, hay uno cuyo escudo y armas son las ideas y un libro. Alguien con una misión, “salvar al mundo con la lectura”.
Se trata de Gustavo Gutiérrez, un escritor, periodista y líder social, caleño de pura sepa, que decidió enfrentarse a un enemigo llamado ignorancia e indiferencia. Tiene el poder de cruzar fronteras invisibles y con tan solo un libro arrancarle niños a la violencia. Tiene el poder de cambiar balas por libros.
Quizá su inspiración sea su superhéroe favorito, Spider Jerusalem, el personaje de ficción creado por el escritor Warren Ellis para el cómic Transmetropolitan, quien también era un periodista.
“El periodismo es sólo un arma. Sólo tiene una bala, pero si apuntas bien, es todo lo que necesitarás” - Spider Jerusalem
Hace 15 años Gustavo se hizo una pregunta que se convertiría en una misión y cambiaría por completo su vida y la de cientos de niños en un barrio del nororiente de Cali. El lugar donde vivía estaba siendo azotado por la violencia entre grupos de narcotráfico y microtráfico que se disputaban el territorio. “¿Qué tiene un escritor para darle a su comunidad? esa fue la pregunta que me hice en un momento de mí vida. Luego de haber hecho un ejercicio de escritura de un libro de ciencia ficción encontré un poco de responsabilidad social. Esa pregunta me motivó a poder promocionar la lectura en sectores donde la violencia es protagonista a diario”, indica Gustavo.
Fue así como nació la Corporación Biblioguetto. Hoy Gustavo es un líder muy querido y respetado por la comunidad de Petecuy, barrio que lo ve caminar con su chaleco, sus gafas puestas y libros en mano.
Foto cortesía Gustavo Gutierrez- Tomada por El País.
¿Cómo empezaron?
“El departamento venía enfrentando una ola invernal bastante fuerte, y el río Cauca había llegado a su máximo nivel inundando las viviendas que hacían parte de la columna del Jarillón, lo que se conocía como Venecia y Las Vegas. Cerca de 200 niños que vivían en esa corona del Jarillón fueron hacinados en la sede comunal y el presidente de la Junta de Acción comunal nos dijo a mi y a unos amigos que porqué no íbamos y le ocupamos el tiempo libre a todos esos niños. Ahí se me alumbró el bombillito y dije: bueno, aquí está la oportunidad para demostrarme y demostrarle a los otros cuál es esa responsabilidad del escritor”.
Cuenta que por primera vez los niños del Jarillón, quienes no tenían acceso a la educación y cuya única recreación era ir a coger frutas de los árboles o tirarse al río Cauca a nadar, por fin tenían un espacio de juego con mimos, zancos, deportes y muchas más actividades para olvidarse por un ratico de su situación. La cara de Gustavo al contar esta historia es de inmensa alegría, una sonrisa se le dibuja de oreja a oreja.
“15 días después, un niño se nos acercó pidiendo que lo volviéramos a hacer, que no esperáramos a que sucediera otra ola invernal para que les presentáramos esas actividades. Fue cuando empezamos a promover la lectura. Pedí prestado un libro en gran formato a la Biblioteca Departamental y en una esquina del barrio empecé a hacer lectura en voz alta”.
Cambiando balas por libros
Gustavo, intentando dibujar sonrisas en su barrio y haciéndole frente a sus miedos, como alguna vez lo expresó Nash, sigue los pasos de don Luis Soriano, aquel que impulsó el Biblioburro, promoviendo la lectura en los campos donde se enfrentaban los paramilitares y la guerrilla en Colombia.
Crédito:Facebook Biblioburro
“En el año 2015 hicimos un piloto en el sector de El Hueco, donde a tres cuadras se enfrentaban “Los Buenaventureños” y “Los Rastrojos”. Eso dejó una marca de dolor muy grande en la comunidad y en la opinión pública del barrio. Fue en ese territorio donde empezamos a hacer actividades con niños. Había una esquina donde consumían y donde incluso sus paredes tenían orificios de las balas que habían quedado ahí, que contaban un poco la historia dolorosa de aquellos enfrentamientos”.
Foto cortesía Biblioghetto
A Biblioghetto se le ocurrió pensar en el desplazamiento del consumo, de los parches, de ese ambiente de miedo que se había generado entre esas dos bandas. Se convirtió en un reto personal para Gustavo y que pasó a ser un desafío de comuna, y por qué no, ahora uno de ciudad,
Publicó el libro Cambiando Balas por Libros, con un prólogo de Mario Mendoza. Se trata de una compilación de historias sobre experiencias de lecturas en el ghetto. Ahora prepara una nueva publicación llamada “Manual de promoción de lectura en contextos no convencionales”.
Petecuy no es el mismo barrio de 15 años atrás, ahora tiene esquinas de lectura, con paredes pintadas y con un libro pegado en la pared que consultan todos los días quienes pasan a su lado.
Foto cortesía Biblioghetto
Gracias a Biblioguetto, la calle donde empezaron a leer en voz alta hoy se llama La Calle del Color, tres cuadras de murales que cuentan historias y sueños de una comunidad. También el Estado ha hecho algunas intervenciones importantes, como mejorar algunas vías con adoquines, poner comedores comunitarios y apoyar a Gustavo con algunas de sus actividades, sin embargo aún queda mucho camino por recorrer
¿Con qué canción se identifica Gustavo?
“Con Nach y su canción “Lo Estoy Intentando”, porque hay que Intentarlo muchas veces. Eso es lo que hace Biblioghetto cada que va a dar un taller, porque cada vez que salimos no tenemos nada seguro, no sabemos qué va a pasar en el barrio, lo dejamos a voluntad de la vida”.
Biblioguetto, conformado por Gustavo, su esposa y un amigo del barrio, ha ganado un premio internacional de Iberbibliotecas que les permitirá abrir 15 esquinas de lectura nuevas. Ya tienen sus murales pintados, solo esperan que pase la pandemia o que por lo menos llegue el día en que con todas las medidas de bioseguridad pueda volverse a escuchar la voz de un pregonar de esperanza, las declaraciones vivas para crear nuevos mundos en la imaginación de niños que habitan los barrios más necesitados de Cali.
También se han inspirado para crear La Tienda de las Letras, incentivando la lectura incluso en prendas de vestir.
El mensaje de Gustavo es claro: “Crean en la lectura, crean en los libros, pues la lectura y los libros deben ayudar a una ciudad, un barrio o un país a luchar con las palabras, antes que con las armas”.