Las 1280 Almas, el nombre de su nuevo disco y las lluvias de Marte
"El Profe" cuenta las historias previas al lanzamiento del nuevo disco de las 1280 Almas.
Imaginen esta historia. Inicios de 2018, en pleno invierno europeo, más exactamente, en el País Vasco, una de las bandas más representativas del sonido independiente colombiano emprende una de sus misiones más importantes: grabar un nuevo disco.
Esta historia tiene muchos aspectos que podrían convertirla en algo épico. Por una parte, lo humano, no es fácil viajar al invierno europeo para grabar un disco, pero también tiene algo poderosamente romántico: el frío y la distancia, algo significativo para los artistas del imaginario post macondiano. Por otra parte, desarrollar con valentía un trabajo artístico que además de justificar una historia hecha con honores, logre generar un nuevo legado que saque al proyecto de sus propias zonas de confort y les permita sonar frescos y aún más trascendentes.
Aunque podría considerarse como un spoiler, les adelanto que la banda logrará cumplir con lo citado en el párrafo anterior y con todos los honores. A veces me dicen "Profe" por profeta (sonrisas), eso aseguran las personas cercanas en mi vida, con mucho cariño. Regresando a la gesta invernal europea, he omitido un dato muy importante, el nombre de los héroes de esta columna, aunque está en el título de la misma es el momento de escribirlo con todo el cariño y la admiración que se merecen. Sí, son las 1280 Almas.
El primer acercamiento que tuve con el nuevo disco de las 1280 Almas fue gracias a La Clase de RTVCPlay, en octubre del año pasado. Ese día no solo me sorprendí por la presencia del gran Pacho Nieto (guitarrista de La Pestilencia, La Derecha) en la banda, sino por la interpretación a Radiolito de una nueva canción: El Viejo. Días después tuve 2 inesperadas operaciones gracias a algunas complicaciones de salud. Durante mi paso por la clínica tenía, entre otras, esa canción en la cabeza, de verdad me había conmovido el tema, tanto por su construcción sonora como en su frescura. Para mí eran unas nuevas y renovadas 1280 Almas.
La historia continuó meses después, cuando hace un par de semanas tuve la oportunidad de escuchar, en el estudio de la banda, algunas canciones del nuevo disco. El gran Juan Rojas, mejor conocido como “El Gordo” (bajista, compositor y productor), fue un anfitrión increíble. Por supuesto le pregunté por El Viejo y tuve la fortuna de volverla a escuchar, pero además de esa canción comencé a conocer la historia de la banda en ese invierno en el País Vasco: la gira que emprendieron por Europa, las historias del “Mono” (guitarrista), el proceso de creación y producción del nuevo disco realizados por las propias Almas, las razones de hacer el álbum en el viejo continente en el estudio Higain en Usurbil, Guipúzcoa, Euskalherria y elegir a Haritz Harreguy para grabar y mezclar el disco.
La sesión continuó, era increíble lo que estaba pasando. Cada canción era muy buena y con cada tema todo sonaba mejor, generaba emoción, profundidad, sorpresa, no lo podía creer, estaba escuchando el mejor disco de las 1280 Almas, el álbum soñado, no dejaba de sonreír y en pensar en muchas cosas: en mi vida, en mi amor por la música, la radio y en el profundo respeto que siento hacia la banda y hacia las bandas del continente, porque este es un punto especial, me voy más allá de nuestro territorio amarillo, azul y rojo, me ilusiona el continente y ese disco le rinde todos los honores.
Debo precisar que en esa mañana apareció ese manifiesto de vida llamado Salvaje y Vagabundo, tema que tiene la poderosa capacidad de generar enamoramiento y pensamiento, himno para algunos de nosotros, filosofía de vida, destino. Y así fue como semanas después en Radiónica empezó la historia de uno de los discos más emotivos que conocerá la música del continente. Les garantizo que seremos felices, que ‘Marteko Euriak’ traerá consigo, literalmente, las soñadas lluvias de Marte. Larga vida a las 1280 Almas. ¡Alegría!