Track By Track "Distrito Federal" por Camilo Lara
No nos veíamos las caras con el productor mexicano Camilo Lara, desde ese día que lo dejé en el aeropuerto para que regresara a su país. Ese fin de semana hicimos Loop 26 (2019) y fue una maratón de viajes y sensaciones únicas, el cual probablemente vamos a recordar como una de las presetaciones más importantes que tuvimos en la histoira de Loop de Radiónica.
En esta ocación, Camilo “abrió" la ventana de su estudio en la Ciudad de México y nos guió por un recorrido colorido y lleno de anécdotas e historias relacionadas con ese fantástico "Distrito Federal", su más reciente disco.
Camilo, siempre la primera pregunta es ¿por qué se llama así el disco?
Bueno, se llama "Distrito Federal" porque la Ciudad de México se llamaba Distrito Federal hasta, hace unos cuatro años que cambió de nombre. No es que la ciudad me encantara como era, pero fue la ciudad que me tocó a mí de niño.
La ciudad de México ha cambiado como cuatro veces de nombre. Se llamó Tenochtitlán con los aztecas, luego Ciudad de México, la gran Ciudad de México, luego Distrito Federal y ahora CDMX. Es un lugar que ha cambiado muchísimo de identidad, de nombre, de look y en cierta forma el disco habla de eso: del cambio, de las identidades de la ciudad y de la gentrificación, de la transformación de todos los lugares donde uno habita.
Este disco pudo haberse llamado Bogotá o Los Ángeles o cualquier ciudad que ha pasado un proceso de gentrificación, en el que, de un año para otro, se vuelve otra persona, otra entidad, otra cosa. A las ciudades le interesan otras cosas, entonces de repente como que todo lo que tenía de personalidad se vuelve obsoleto, de repente, aunque en realidad no lo es.
Listo, empecemos canción por canción. El viaje inicia con “se compran.” ¿Está ahí porque puede ser una introducción, un primer escalón a lo que el escucha se va a encontrar con el disco?
Es un poco como la llave secreta del “Distrito Federal”. En la ciudad si uno cierra los ojos, siempre oye a todo momento, de día o de noche, una camioneta que trae una grabación a todo volumen que dice: “se compran colchones, tambores, refrigeradores, lavadoras, microondas o fierro viejo que venda”, y eso es una pesadilla. Todo el mundo lo odia (risas), no te deja dormir, se mete en las llamadas, es horrible, pero, si lo sacas de contexto y lo pones como si fuera poesía pues, se vuelve poesía.
Siento que es como el mantra de la ciudad de donde soy, es lo que se oye y es el mantra que deberíamos decir para tranquilizarnos o cambiar de polaridad de la locura de una calle muy enloquecida a algo más tranquilo y pacificador.
La segunda canción la sentí muy mexicana. Hay unas referencias a esa tradición como las quesadillas, la música ¿Cómo surgió la letra de esta canción muy mexicana, muy latinoamericana en cierto sentido?
Es una fábula. De repente pensaba en esta idea de Robert Johnson, cuando el blusero que va caminando en el delta, de repente se encuentra una encrucijada: de un lado está Dios y del otro el Diablo. Nada más que en mi historia, de un lado está Dios y le ofrece al que va caminando, es decir a mí, unas quesadillas y del otro está el Diablo que le ofrece unas gorditas. Las gorditas son una especie de arepas, una cruz entre arepas y quesadillas. Son diferentes formas de hacer un taco al final, y uno tiene que escoger con quien se va . Entonces, te das cuenta que el camino es el mismo porque las dos tienen los mismos ingredientes que es masa aceite, carne y frijoles. Entonces vas a llegar a Dios o al Diablo con lo mismo.
En cierta forma, lo que quería contar en esta historia es que el mexicano, siendo un gran comedor de maíz, pues Dios está ahí en el maíz y si aplastaras a un mexicano, que está hecho de agua, carne y maíz, pues tendrías un taco, una quesadilla o una gordita.
Una de las primeras colaboraciones que vienen en el disco es con La Perla, una agrupación colombiana, ¿Cómo se dio esta colaboración? ¿Fue a distancia o en una de tus visitas a Colombia?
Todas. Uno de sus últimos viajes prepandemia fue a Bogotá y en ese viaje me metí a un estudio, al Submarino con varios músicos. Muchos, osea, 10 o 15 y uno de ellos era La Perla. Y La Perla tenía esta canción que quería que sonara a cumbia de sonidero de México.
En la Ciudad de México el sonidero es una especia de Sound System jamaiquino que ponen la cumbia a todo volumen y es una cosa muy de la ciudad pero, algo le faltaba a esta canción y cuando llegaron las chicas de La Perla, todo tuvo sentido y fue un poco el pararrayos de la cumbia tradicional a la cumbia que se consume allá. Y fue eléctrico verlas. Ver a Diana rapear y las demás colaborar fue increíble, fue de los momentos más bonitos de este viaje del disco. Luego, en la pandemia, Diana estaba en Guadalajara y viajó a Ciudad de México a hacer el video. Nos vimos aquí y aquí estuvimos haciendo música. Ahora estamos colaborando a distancia, entonces hemos experimentado todas las distintas formas de colaboración posible.
Llega otra canción, la número 4, “La luna de noviembre”. La sentí una honda muy playera, para estar en la costa con una buena compañía, la música casi que es una banda sonora de una película setentera y la veo como la más distinta del álbum. ¿Fue en una misma sesión, en otra sesión? ¿Cómo fue el trabajo con esta canción?
Pues en esta estoy yo solo con un pequeño sampler de un órgano llamado Melotrón. Quería cantar una canción que hablara justo de la luna de noviembre, pues en esta parte del mundo es el mes en el que la luna se ve más bonita. Era una carta de amor para mi mujer a la que, precisamente en noviembre, la vida me la trajo, me la trajo a mí.
Luego pasaron los meses y tuve la fortuna de grabar con Graham Coxon, él grabó guitarras en esta canción. Entonces tiene doble enamoramiento de mi parte, tener a Graham y hacer una canción de amor en homenaje a la bonita lora.
“Vamos” es la quinta y casi que uno va llegando a mitad de viaje con esta canción. Además hay invitados y llega el inglés al disco, llega un flow increíble que tiene un sabor muy rapero, algo que no es ajeno al Instituto Mexicano del Sonido. Para esta colaboración los primeros pasos o ideas, ¿cómo se dieron?
Es la primera canción que produce Dan The Automator, un personaje increíble que contacté porque teníamos amigos en común. Dan había hecho discos que me marcaron mucho, entre ellos el tron 30/30, el Doctor Octagon, Gorillaz, entonces quería trabajar con él. Tenía las canciones que estaba trabajando en estudio y me invitó a pasar un tiempo en San Francisco para ensamblarlas y hacerlas.
Pasé algunas semanas ahí, haciendo varias de las canciones de las cuales quedaron tres o dos en el disco. Fue un mentor, alguien que me ayudó a entender la producción desde otro ángulo. Una experiencia increíble trabajar con él.
Más adelante, así como con La Perla, hice una sesión de estudio en Los Ángeles en la que grabé con Duckworth, un rapero de Los Ángeles que viene muy del punk y del hiphop. Ese mismo día iba a grabar con Bia, íbamos a estar los tres pero, no sé por qué, puso en el Uber la dirección que no era. De repente llamó y dijo que estaba ahí, pero que no parecía un estudio sino un salón de fiestas con un karate. Pasaron los meses volví a los Ángeles y tuvimos el chance de hacer esta sesión, todo prepandemia.
Tal vez empezó con un sampler muy a mi estilo y terminó siendo una cosa colaborativa con Bia, que es una artista increíble que ha hecho muchas cosas con muchos artistas como Balvin hasta Pharrell. Fue interesante verlos añadir como otro sabor a esa canción.
“My America is not your America” es otra de las canciones que conocimos e incluso la tuvimos en la programación de Radiónica, con una colaboración que, cuando supimos, nos llamó mucho la atención: Graham Coxon, que además nos decías que puso guitarras en el disco. Una pieza difícil de imaginársela antes que saliera, ¿la soñaste e imaginaste de esta manera?
100% tal cual, era una canción que trataba de abordar de manera optimista el momento tan álgido de tener a Trump para los migrantes mexicanos y los mexicanos siendo vecinos de los Estados Unidos.
Era una canción que hablaba un poco de eso, de cómo América, el plan de Estados Unidos de América, era muy diferente a la América que nosotros pensamos. Mi América es de mapuches, de canadienses, brasileños, de muchas formas de vida, pensamientos religiones, en cambio el de ellos no era muy incluyente. Entonces, era una pieza medio mántrica y optimista que hablara de eso.
La canción estaba muy inspirada en las canciones del segundo o tercer disco de los Talking Heads, en el cual experimentaban con música africana que, mediante la repetición, te llevaba al otro lado. No me sentía cómodo cantando la parte en inglés porque quería tener una voz particular. Cuando hice el disco de Compas, ya hace varios años, habíamos estado hablando con Damon Albarn para invitarlo a que colaborara, pero por una u otra razón no pudo. Pero cuando Graham vino contactamos y platicamos hacer una colaboración. Pasó dos y tres días y creo que esta fue la que más trabajamos. Nos encantó tener su voz.
“La balada de la aspirina” llega en este recorrido. Veníamos con muchas colaboraciones pero, ¿hay una intención para dejar algunas canciones solo tuyas?
La verdad no es que sea un disco lleno de colaboraciones. Hice muchos tracks y grabé con mucha gente y colaboré mucho en distintas canciones, pero este disco debía tener una temática especial y era muy puntual en lo que quería, entonces probablemente un tercio de las colaboraciones que hice aparecen en el disco. Incluso, hay una canción que se llama “Llama ya”, con Gaby Moreno, y que no necesariamente reflejaba el disco, entonces no la quise incluir.
Esta pieza, por ejemplo, es la segunda que grabo con Dan The Automator y era una canción claramente dub. El tema hablaba de la hermana del antídoto, pensar que la música es una aspirina y a veces te sirve para curarte o a veces es un placebo que te apoya en la cura.
Bueno, “Cruzando el río” fue otra de las canciones que sonaron acá en Radiónica. Hay una colaboración con Joe Crepúsculo ¿Desde cuándo lo tenías en tu radar? Es curioso invitar a un artista tan lejano, español, en una canción con tanto sabor cumbiero.
Joe y yo hemos sido amigos muchos años. Alguna vez en un show suyo me subí al escenario. Éramos amigos de fiesta y amigos de tomarnos una copa de vino. En esta canción salió la oportunidad de hacer una residencia creativa en un lugar llamado Los Cabos, en Baja California, en el Norte del país. Es un sitio donde se hacen acercamientos de ballenas. Fue justo por estas épocas, en enero hace dos años, entonces invité a Joe a pasar una semana viendo ballenas y en las noches nos poníamos a grabar y esto fue lo que salió: una canción cuya coincidencia era el cruzar el río, la forma que los egipcios pasaban a la muerte. Hay muchos simbolismos, pero el más importante era el de los mexicanos cruzando el río bravo y los africanos cruzando Gibraltar para llegar a Europa.
“Paloma”, la penúltima canción, parece un encuentro en un lugar común de dos artistas que, a pesar de ser latinos, tienen probablemente muchas diferencias en el sonido. Sin embargo, cuando uno escucha la canción, se siente una armonía total en esta colaboración. Cuco nos encanta acá en Radiónica y fue una sorpresa cuando escuché la canción y sentí su voz, ¿fue natural el camino que tomaron musicalmente?
Sí, lo que dices es totalmente cierto. Cuco es un niño, tiene 20 o 21 años, es impresionante, me hizo sentir mayor (risas). Y sí, me hizo sentir que teníamos otra referencia de la vida.
Pero lo loco fue que me recordó un poco lo que me pasaba con Café Tacva, o con la Maldita Vecindad o esos grupos legendarios que son de otra generación, pero que tenían un punto en común, que eran tus raíces, de dónde eres y tus pasiones. Con Cuco me pasó exactamente eso: a pesar que él oyera otras cosas en inglés como el hip hop, el trap, lo que nos hermanaba era la música que oían en su casa con sus papás, igual que yo.
Así que empezamos a hacer una canción más cercana a Alfredo Jiménez, Chavela Vargas y, curiosamente, es la primera canción que Cuco canta completamente en español. Fue muy emocionante hacer esa canción con él y es de las personas que más admiro, es un tipo muy brutal, un gran artista.
Llega el cierre, el cierre del álbum, y siempre nos encanta también preguntar por el final. En este caso, ¿por qué el cierre de esta historia? ¿De dónde salió la banda misteriosa?
“Los lunáticos'' es una canción que es un cover de un grupo inglés de los 80 que se llama Fun Boy Three. En esa época estaban haciendo una canción anti Margareth Tacher, pensando que los lunáticos toman el poder del manicomio y, cuando yo estaba haciendo este disco, estaba pensando como “My America is not your America” se relaciona con Trump. El Trumpismo como una cosa peligrosísima y me pareció una gran canción que, después de 40 años, seguía siendo tan vigente como cualquier canción de protesta.
Al mismo tiempo cuando grabé “Coco”, lo hice con La banda misteriosa, que son los que ves en la escena del concurso del talento. Nos volvimos buenos amigos y con el disco de Lila Downs que produje, los había vuelto a ver. Los invité al estudio para juntarnos y hacer algo. Lo que no tenía en cuenta es que son como cuarenta y tantos los del grupo y ese día llegó un camión con 45 personas vestidas de banda y grabamos. Fue un momento épico, inclusive para pedir pizza, para comer, eran como 30 cajas. Estuvi increible, justo en estos tiempos en pandemia, apartado de todo el mundo, grabar con 40 personas en un mismo cuarto. Me emociona mucho y, sin duda, es el cierre de la canción del disco. Hasta puse sonidos de barrio, de una plaza pública, como que esa sería mi banda para despedirme, que sigan tocando hasta el amanecer.