“Por envidioso y por el cine, así comencé en la escritura”: Andrés Cáceres
La labor de un escritor, independientemente del género al que se dedique, siempre será dejar un testimonio para la posteridad de aquello que se ha vivido en los eventos ficticios de una mente inquieta o en los rincones de una realidad parcializada. De aquí el nombre “La prosa del testigo” una recopilación de cuentos o testimonios realizados por el escritor emergente caleño Andrés Cáceres, psicólogo y estudiante de filosofía.
Sin embargo, si hay algo que podría caracterizar la labor de un orquestador de historias y sucesos, es la poca relevancia y apoyo de los distintos escenarios a los que generalmente estamos inmersos en nuestra infancia y adolescencia. La inquietud, testarudez y la desbordante energía por plasmar universos en papel son rasgos que incentivan en un principio la formación empírica de un ávido lector y un escritor en potencia, cuando en su entorno no encuentra recursos externos de apoyo, esto aplica también para desempeñarse en diferentes áreas del arte.
De esta forma, empírica, Andrés inició a escribir a una temprana edad, sin embargo, su historia tiene ciertas particularidades que ilustran lo que podría causar el apoyo superficial que se puede encontrar en algunas instituciones escolares.
¿Quién es Andrés Cáceres y cómo te diste cuenta de tu gusto por la lectura y la escritura?
Nací un tres de enero de 1997, eso fue un viernes, nací el mismo día que mi padre. Soy de padre, bonaverense, madre Caleña, por eso no se me nota mucho el acento y digo que soy caleño, pero con acento disimulado. Viví mucho tiempo en el norte de la ciudad, en Floralia.
Mi vida estudiantil la pasé más que todo en un colegio en Cali y en él, por un accidente fue que tuve la iniciativa de irme por el lado de la escritura.
Inicialmente yo odiaba la lectura, el colegio tenía una dinámica con la que nos enseñaban a leer y con la cual yo no me sentía a gusto porque nos hacían grabar nuestras voces leyendo los cuentos infantiles que nos enviaban, yo odiaba eso, yo tenía entre 4 y 8 años y lo único que quería era jugar.
Luego, en tercero de primaria, a los 9 años, en el salón hicieron un concurso de escritura y el premio era un libro de Edgar Allan Poe. Yo participé en el concurso, pero perdí y de la envidia que le tenía a la chica que ganó, le pedí a mis padres que me compraran exactamente el mismo libro del premio, ellos decidieron regalármelo y a esa misma edad lo empecé a leer y obviamente no entendí absolutamente nada y mi interés por la lectura se terminó de bloquear, ese fue mi primer acercamiento a la escritura y la lectura que terminó frustrándose nuevamente.
Pero entonces, ¿cómo te reconcilias de nuevo con la escritura?
Entre los 9 y 11 años vi muchas películas, yo creo que por medio del cine fue que me reconcilié con la lectura. Mis películas favoritas en esos años eran el Señor de los Anillos y Narnia, me encantaban tanto que yo que quería hacer algo así, luego me entero que cada una venía de una serie de libros y mi lógica fue como “Listo, debo leerlos y entenderlos para aprender cómo hacer una película”, cuando los empecé a leer me di cuenta que ya no quería hacer películas; luego, me reencuentro con el libro de Edgar Allan Poe, lo empiezo a entender un poco más, me parece hipnotizante (él termina siendo una de mis grandes referencias de la escritura) y ahí es que confirmo que lo que yo quería era escribir. Entonces ahí, en ese punto, empecé a escribir cuentos, inicialmente lo hacía en unas hojas de cálculo que tenía mi padre en las que hacía facturas, claramente esas historias eran malísimas, aún creo que tengo imágenes de esos cuentos, y pues así fue como inicié con la lectura y la escritura, por envidioso y por el cine.
¿Hubo un proceso de apoyo en tu colegio para pulir o mejorar tu narrativa y escritura?
Yo le tengo muchos peros a los procesos académicos escolares que viví, porque es que les mostraba mi interés por la lectura y la escritura, incluso a los profesores les llegué a mostrar lo que hacía y ellos me daban como dos o tres observaciones de ortografía y puntuaciones, pero en cuanto al contenido y estructura no decían nada y tampoco había iniciativa de apoyar estos talentos invitando a concursos extracurriculares o generando eventos internos y tampoco hubo iniciativas de crear clubs de lectura, por lo general el colegio nunca prestaba tanta atención al estudiante.
Antes escribía de forma catártica, escribía lo que sentía, lo que vivía, lo que hacía, lo que quería ser de cierta forma. Empecé a consumir mucha literatura, mucha fantasía y veía cómo se hacían las cosas de forma empírica, me gustaba entender el desarrollo de personajes, también me gustaba mucho construir el mundo de la historia, hacer los mapas.
Mencionas que no tuviste apoyos escolares contundentes y que tu trabajo fue en su mayoría de forma empírica, pero de forma extracurricular, como talleres que se pueden encontrar en la ciudad de Cali ¿Llegaste a investigar?
Si, pero es fue hace muy, muy poco, el único taller al que he asistido de escritura, fue a dos módulos grandes, uno dedicado a Borges y el segundo a Poe. Era un taller llamado Altazor que se realizó en la biblioteca Departamental en el 2019.
¿Con qué te encontraste en ese taller?
Los módulos estaban compuestos de ocho talleres y allí fue donde pude comprender mucho más de estructura narrativa. En el taller complementé y fortalecí los conocimientos que ya había adquirido previamente de forma empírica. Antes de iniciar el taller, lo que hacía era imitar lo que leía para darle un medio sentido a lo que escribía, pero definitivamente si necesitaba mucha estructura, por ejemplo, yo no sabía que antes de escribir se recomienda hacer un guion o escaleta del cuento, plantear y tener claro desde el inicio el nudo y el final, porque si uno se pone a escribir a la carrera sin haber planteado previamente el fin del cuento, el escrito terminaría siendo una recopilación de divagaciones sin punto de aterrizaje, y eso era lo que me pasaba, si bien yo planteaba formalismos interesantes en lo que escribía, a medida que desarrollaba el texto, llegaba a un punto en el que no sabía qué dirección tomar para finalizarlo, eso me ayudó bastante.
También pulí mi noción de desarrollo de personajes, empecé a comprender conceptualmente los recursos narrativos que se deben tener en cuenta para construir las personas, por ejemplo se debe procurar plantear contrastes de carácter que generen conflicto en ellos mismos, como el uso de un personaje que tenga como rasgo problemas de manejo de la ira, pero que otro rasgo sea que es muy cobarde y que no puede enfrentarse situaciones apremiantes, eso ya le genera un conflicto interno interesante al personaje. Otra cosa que me encantaba de ese taller era que todo lo que escribíamos lo teníamos que leer en voz alta y en esa lectura te empezaban a pulir.
¿Ese ha sido el único espacio académico que has tenido de desarrollos de textos de narrativos?
Si, ese ha sido como el único taller al que he podido asistir porque anteriormente le estuve dedicando más tiempo a mis carreras, psicología y filosofía, la escritura la veía antes como un hobbie, no como una profesión; sin embargo, hace un año fue que le pude sacar más tiempo a la escritura y por eso me empecé a interesar más en buscar talleres que se encuentran en la ciudad, Irónicamente yo no tengo tanto contacto con lo que se desarrolla en la ciudad en el contexto literario.
Sobre el concurso 9 editores:
Andrés Cáceres logró el título de finalista en un concurso realizado por la editorial 9 editores el cual le otorgó la posibilidad de recopilar su serie de cuentos en un libro, este tipo de oportunidades brindan una energía y motivación para quienes han tenido una experiencia parecida a la de Andrés, en la que su talento pudo verse estancado cuando no tuvo una guía lo suficientemente rigurosa para nutrir sus habilidades, sin embargo el cariño, la pasión y el entusiasmo en muchas ocasiones también ayudan de forma contundente para nutrir la perseverancia y actuar de forma autodidacta, que también es una opción de educación muy efectiva.
¿Antes del concurso de 9 editores participaste en algo anteriormente?
En los concursos si había tenido más participación porque buscaba participar en lo que pudiera, pero me equivocaba en todo, nunca gané nada, solo este el último, el de la convocatoria de 9 editores, esa si la gané, aunque realmente no soy ganador sino finalista. De todas maneras manejar el trabajo fue chevere, pero eso sí, que quede claro, yo no soy bueno, considero que no tengo talento, lo que tengo es mucha constancia, puedo tener novelas iniciadas de mil páginas, cuentos a la mitad y son malos, soy consciente de que tienen muchos errores, pero, eso fue lo bonito de todo, ver la evolución, el antes y el después de haber tenido una guía más clara, llegando al punto de que en este último ejercicio de escritura me he sorprendido a mí mismo con cosas que he escrito.
¿Cómo fue el proceso del concurso y cómo recibiste la noticia de la publicación?
Inicialmente, antes de inscribirme, hice con una recopilación de 13 cuenticos muy cortos que ya tenía, cuando me fui a inscribir la gente de la editorial me dijo que el monto mínimo de páginas para poder concursar debía ser de 60, yo ahí la vi grave porque no tenía más material decente para presentar, les comenté que podía rellenar la recopilación de cuentos con otros, pero que le bajaría mucho la calidad a lo que ya tenía preparado para el momento, ellos al final accedieron recibirme lo que les llevaba y realmente desde eso yo si pensé que no tenía esperanzas, pero al final gané el puesto de finalista.
Al principio no me lo creía, eso fue una emoción muy grande. Lo que hizo el concurso fue seleccionar los mejores textos y a uno darle la oportunidad de publicar el libro a un costo muy bajo, o sea, publicar un libro requiere de unos servicios, como, por ejemplo, la curación del texto, la diagramación, maquetación, diseño de portada, publicación, etc, y todo eso me lo estaban brindando a un precio extremadamente bajo. Luego de recibir la noticia y conocer la dinámica del premio, les expresé mi interés de completar las 60 páginas que exigían en un principio, les pedí un plazo para entregarlos y complementar el libro, escribí 7 cuentos cortos más y se los envié para que se completara el libro.
Ya cuando me dieron el libro en físico, fue algo extraño, una sensación indescriptible. Ver el libro y ser consciente que lo había escrito y había sido un trabajo de meses fue bastante curioso, realmente no sé cómo describirlo, no sé incluso como expresar la felicidad, fue algo muy hermoso y explosivo, igualmente ya releyendo uno cae en cuenta de cosas que pudieron haber sido diferentes, pero, aun así, es algo difícil de explicar.
“La prosa del testigo” es una recopilación de diferentes historias que brillan por la oscuridad contenida que posee en las tensiones que se generan en cada situación, son cuentos con un efecto de frialdad y angustia con los que se pueden observar, analizar y cuestionar la cultura de la familia, la gestión de emociones, las dinámicas sociales, entre otros temas.