“Muchas bandas son hijas de La Polla Records”, Javier Corcuera
La primera vez que Javier Corcuera vio a La Polla Records en vivo fue en 1989, en un parqueadero de Madrid llamado Las cocheras de Pacífico, junto a unas cuantas de decenas de personas. La última vez que los vio fue durante la gira de despedida de la banda, la registró con su cámara y con la que recorrió escenarios por toda España y Sudamérica, grabando a las miles de personas que se reunieron para cantar una última vez con Evaristo Páramos, Abel Murua y Manolo “Sumé” García.
Pero la relación de Javier con La Polla comenzó mucho antes de este primer concierto, fue mientras era un joven en su natal Lima. Durante la década de los ochenta, Perú vivió una época de mucha convulsión y violencia generada por la guerra entre el grupo guerrillero Sendero Luminoso y el Estado peruano, en la cual la represión era la ley. En esos años, en las calles de la capital se comenzó a gestar un movimiento punkero subterráneo llamado los subtes, en el que muchos jóvenes encontraron un escape a la guerra. Entre los toques y los espacios que se crearon empezaron a circular casetes grabados una y otra vez, y La Polla era una de las bandas que más se reproducía en esas cintas.
“Creo que fue la universalidad de sus letras lo que hizo que en América Latina se convirtiera en un referente para el punk y la música en general”, comenta Javier desde Madrid, donde está radicado hace años, y agrega que: “creo que cada país de Latinoamérica la hizo suya a su momento y lo que es interesante en La Polla es que como duró tantos años, atravesó muchos contextos. Es una banda que ha atravesado varias generaciones y fronteras, sus letras no caducan, siguen siendo válidas”.
Esta banda ha marcado varias generaciones y eso lo pudo registrar Javier en el documental No somos nada (2021) que se estrenará en Colombia en el marco de la Feria Internacional de Cine Independiente de Bogotá. El director cuenta que este viaje comenzó con la idea de registrar la gira de despedida pero tanto Evaristo como Abel fueron abriéndose en las conversaciones que tenían durante el rodaje, lo cual permitió dar una mirada muy íntima y privada a la vida e historia de los miembros de esta banda.
Tanto los estadios llenos de fanáticos eufóricos como las solitarias montañas cercanas al pueblo donde vive Evaristo fueron el escenario de esta película que desnuda a La Polla Records y su legado. “Era impresionante ver gente de diferentes edades (en los conciertos). Iban abuelos, padres y nietos”, cuenta Javier que en la película presenta escenas grabadas de las presentaciones desde todos los ángulos posibles. Atrás del escenario, al borde la tarima, la última fila, pero también nos presenta a la hija y la madre de Evaristo, quien siempre se ha mostrado hermético con su vida privada y reacio a hablar de su familia.
Todo para armar este gran retrato de La Polla. El cual no hubiera sido posible de no ser dos elementos. El primero es la experiencia que Javier tiene contando historias. Su filmografía incluye varios trabajos enfocados en la lucha de los Derechos Humanos como: La espalda del mundo (2000), donde cuenta tres historias que suceden en Estados Unidos, Turquía y Perú en las que sus protagonistas sufrieron violaces de sus derechos; Invierno en Bagdad (2005), grabada en Iraq durante la ocupación estadounidense; o Invisibles (2007), que es un largometraje colaborativo realizado junto a directores como Win Wenders, Fernando León e Isabel Coixet, en la que se adentró en la guerra de Colombia.
El segundo es el amor que tiene este cineasta por la música. “Siempre me ha gustado trabajar la música o usarla como un elemento narrativo. Me ha ayudado a contar, a poder transmitir historias”, cuenta Javier que ha hecho documentales centrados en la música como Sigo siendo – Kachkaniraqmi (2012), en el que hace un viaje por las regiones de Perú a través de la música tradicional que cada lugar; o Check Point Rock. Canciones desde Palestina (2009) en el que junto con Fermín Muguruza se adentra en Palestina para contar cómo se vive el conflicto desde los ojos de músicos de distintos géneros y generaciones.
“La música como el cine, como cualquier otra arte, siempre cumple un papel de tocar conciencias, hacer sentir, hacer pensar. Somos consecuencia del cine que hemos visto, de la música que hemos escuchado. Yo creo que el arte en general transforma a las personas y por supuesto tiene ese poder esa fuerza de incidir en alguna gente y hacerte reflexionar, hacerte pensar, hacerte mirar algún tema, una historia algo que tenga que ver con las cosas que no están bien, que hay que cambiar. El arte tiene un poder muy fuerte”, opina Javier, quien a parte de sus obras fundó el Festival Internacional de Cine del Sahara Fisahara.
Este festival se celebra en los campamentos de refugiados saharauis quienes fueron expulsados de su tierra y están aislados en el desierto de Argelia. Este festival comenzó en 2003 y este año regresará a la presencialidad y según cuenta Javier el impacto ha sido tan positivo que se creó una escuela de cine de la cual ya están saliendo las primeras obras creadas por los saharauis.
Sin duda, No somos nada es el cierre de un ciclo tanto en la vida de Javier, como en la enorme historia de La Polla Records y también es un homenaje a un grupo que ha vibrado con fuerza en todo el mundo y seguirá sonando durante muchas décadas más.