Los caminos y luchas del viche: una entrevista con Nidia Gongora
Aunque su origen es incierto, el viche puede tener alrededor de 300 años. Su producción está relacionada con las comunidades negras esclavizadas que llegaron a lo que hoy es el Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño. Bajo la lógica del pancoger, usaron la caña de azúcar como materia prima, cortada antes de su maduración, para extraer su jugo, obtener el guarapo y destilarlo en alambiques artesanales.
De ahí salió la tomaseca, el viche curao, el arrechón, el viche transparente o el tumbacatre. Bebidas tradicionales que están ligadas a los saberes y tradiciones que definen el palpitar del Litoral Pacífico colombiano, y a una historia de resistencia de hombres y mujeres que escaparon de las haciendas y el maltrato y que hoy siguen luchando por la dignidad.
En los últimos años, el Festival Petronio Álvarez se ha convertido en el mejor promotor del viche, llegando a un público cada vez más multitudinario, al tiempo que se ha ido sacudiendo el estigma y el ojo torvo con el que el interior del país lo miraba. Hoy es elixir de una fiesta exuberante alrededor de la música, la comida y la cultura del Pacífico en general.
En medio de este furor, en el año 2018, justo antes de la realización del Festival Petronio Álvarez, Diego Alberto Ramos Moncayo, representante de la empresa Viche del Pacífico S.A.S., puso una tutela en la que denunciaba la falta de controles para estas bebidas tradicionales. La medida buscaba poner el registro invima como condición para que se pudiera comercializar. Esto dejaba por fuera a la mayoría de productores artesanales. Paralelo a esto, hizo un registro de la marca Viche del Pacífico ante la Superintendencia de Industria y Comercio, que impedía que otros pudieran usar el nombre con el que durante siglos se ha conocido la bebida.
La Superintendencia desvirtuó los argumentos porque ni la palabra viche ni el lugar de proveniencia podía ser cooptado por una marca. Luego vino el mandato constitucional de proteger los bienes colectivos intangibles de las comunidades étnicas minoritarias, y el esfuerzo de la Gobernación del Valle, asociaciones afro y un colectivo de abogados para volverlo patrimonio colectivo. La iniciativa presentada ante el Congreso involucró, además, a los ministerios del Interior, Comercio, Trabajo y Agricultura, desde donde se debía “diseñar e implementar un programa de fomento a la producción artesanal y comercialización”.
Todo derivó en la Ley del Viche, que desde octubre de 2020 hacía trámite en el Congreso. Esta declaratoria implicó la aprobación de su Plan Especial de Salvaguardia (PES) que tenía cinco estrategias: fortalecimiento organizativo, gestión institucional, mecanismos para el manejo y protección del territorio, mantener vigente la tradición ancestral y emprendimiento.
Sin embargo, recientemente ha surgido un nuevo debate alrededor de la producción y comercialización de viche. En Radiónica hablamos con Nidia Góngora, artista emblemática de la música del Pacífico y productora de viche, quien nos dio su visión de la actual problemática.
¿Qué está ocurriendo con el viche?
El viche es una bebida que se produce en las comunidades afro del Pacífico. Es una bebida que en la historia ha sido estigmatizada y prohibida, tanto en su comercialización como en su producción. Hay una ley en estos momentos, donde se reconoce la producción como una bebida que, repito, se hace en el Pacífico colombiano. Lo que significa que al menos ya hay un reconocimiento y no es un delito producir viche.
La discusión en este momento es que esta ley debe tener unas garantías o unos capítulos donde la producción de viche sea exclusiva de los pueblos del Pacífico. En estos momentos se está haciendo esta bebida en muchos lugares y ahí varios casos de seducción en donde empresarios o personas ajenas al territorio están yendo a asociarse y montando plantas en el territorio. Necesitamos que las personas que somos de estos lugares y que hemos venido trabajando en su producción, como transformadores, que hemos estado en esa lucha de nuestra autonomía, tengamos preferencia.
¿Es un problema con la industrialización de la producción de viche?
Sí. Estamos hablando de una bebida ancestral y una bebida artesanal. Y queremos que se mantenga bajo esa denominación, bajo esa estructura, pero hay un inconveniente y es que la ley da libertad a que cualquiera pueda comercializar el viche y nosotros los productores y los transformadores que no contamos con un músculo financiero grande,o podemos competir con empresarios que le meten la ficha a producir viche a gran escala.
Y ahí plantea que haya un control…
Sí, queremos que haya un ente de control que vigile eso, porque ya hecho hay pueblos en el Pacífico, y lo hablo por Timbiquí, qué son los grandes productores de viche y ya no les están comprando casi. No lo están haciendo porque lo están consiguiendo en otros lugares con unos precios que uno sabe que son imposibles si se piensa en la manera como nosotros lo producimos.
¿Cómo lo ha vivido usted?
Yo tengo una marca, Viche Positivo y no se lo vendo a nadie para re-empacar porque es una receta original de mi mamá y no se puede homogeneizar. La bebida que yo hago es distinta a la de alguien más porque viene de preparaciones diferentes. Entonces, quien vaya a comprarme para revender, la condición que le pongo es que lo venda bajo la marca de Viche Positivo. Yo no le voy a vender viche a una persona de Medellín o de Bogotá que no es del territorio para que venda bajo su marca con la receta mía. Queremos que se respete al menos la autonomía que tiene que ver con la producción y que corresponde estrictamente a los pueblos afro del Pacífico.
¿Qué mensaje envía a quienes están produciendo viche sin tener en cuenta esto?
Que no utilicen la seducción de ir allá y ofrecer dinero, que es lo que están haciendo. Empresarios de otros lados están ofreciendo dinero a los productores de viche para montar plantas. Nosotros lo que queremos es que a través del proyecto se garantice el fortalecimiento y mejoramiento dentro de las comunidades donde hay plantas de producción, sin quitarle la denominación de artesanía, porque no podemos industrializar la bebida.
Necesitamos un capítulo diferencial, porque además es claro que no nos pueden someter a un proceso de registro Invima al tratarse de una bebida ancestral. Hay amigos que venden que me han dicho que los están llamando para ponerles dinero e incluso armar plantas por fuera del Pacífico. Eso es muy grave porque qué va a pasar con la gente que está haciendo viche en el territorio. El trabajo de producir en Timbiquí es difícil porque los canales de comunicación y circulación no son los mejores. Hay que mirar cómo hacer un acercamiento con el territorio y de qué manera la ley está favoreciendo o no en este sentido.
¿El problema es más de producción que de comercialización?
Yo no estoy diciendo que no se pueda comercializar. Si usted tiene un establecimiento público que se comercialice es una cosa. Otra cosa muy diferente es ignorar los procesos y el territorio. No queremos que monopolicen el negocio del viche, como se monopoliza todo en este país y ganan unos pocos.
Pero es que yo tengo evidencias que hay personas, incluso marcas de licores, que ya están hablando con la gente de estos territorios, donde además hay problemas de pobreza, situaciones de precariedad. Están jugando con la necesidad de la gente.
¿Quién debe tomar cartas en el asunto?
Debe haber un diálogo continuo entre el Ministerio de Cultura y las mesas en los territorios y pueden entrar en convenio las cámaras de comercio regionales. Habría que ver bien.
¿A nivel interno están teniendo diálogo para fortalecer el tejido social frente a esta problemática?
Nos toca empezar a hacer eso. Mantener ese diálogo comunitario desde las organizaciones y empezar a tomar cartas en el asunto. En el panorama que tenemos hoy no hay una regulación y para mí es una alerta porque muchas de las familias que viven y han vivido de la producción de viche se están viendo perjudicadas. Nosotros no solamente producimos para la fecha del Petronio, producimos bebidas a base de viche de manera constante todo el año.
Y si no se conoce el procedimiento se puede volver incluso un problema de salud pública. Si no está la rigurosidad puede seguir la estigmatización y estamos en riesgo todos.
¿Qué recomendación le daría a los consumidores de viche acorde a lo que ha señalado?
Revisar su procedencia incluso más allá de la botella, porque el problema es que muchas de esas personas que están comercializando viche hoy no pagan lo que es. Las personas que quieran consumir o incluso revender verifiquen que realmente que el viche que están tomando es de procedencia confiable y que realmente es del territorio. Y que si es una persona que no es del territorio, que esta le compre a precio justo a una persona que sí es del territorio.
¿Qué futuro se imagina usted con la producción y comercialización de viche?
El Pacífico es una región potencialmente rica en muchos aspectos. Considero que nosotros no necesitamos que vayan a seducirnos y engañarnos con procesos de extractivismo en todo sentido. Necesitamos que se nos ayude simplemente a potenciar nuestros procesos. Nuestros saberes ancestrales son motor de desarrollo y el progreso debe ser para nuestra gente. No puede ser que le terminemos haciendo la tarea a otros y siendo empleados de otros. Queremos las herramientas para construir nuestras empresas. Necesitamos autonomía porque el conocimiento lo tenemos.