"El concepto de rockstar es un poco anticuado": Una entrevista con Indoor Pets
Cinco años se demoró Indoor Pets en sacar su primer larga duración. La banda de Kent, Inglaterra, lanzó en marzo de este año su disco Be Content, una producción con una lírica honesta, burlona, que mira la vida y se ríe de ella, logrando mezclar la desolación y el humor. Fueron años de escritura y giras la que alimentaron el resultado, de absorber influencias, y de pasar de ser una suerte de hobby a un proyecto que cada vez va ampliando su horizonte.
Conformado por Jamie Glass, Ollie Nunn y los hermanos James y Rob Simpson, en un principio la agrupación se llamó Get Inuit, un juego de palabras en inglés que hacía referencia a los inuit, nombre común para los distintos pueblos que habitan en las regiones árticas de América del Norte, pero buscaba sonar en su pronunciación como “Get into it”. Sin embargo, en determinado momento, la cantante canadiense Inuk Tanya Tagaq les escribió por Twitter molesta por el hecho de que cuatro jóvenes blancos de Inglaterra se apropiaran del término "Inuit" para apalancar su proyecto musical.
Aunque el juego de palabras no pretendió ofender a nadie, hubo una fuerte reacción en la que terminaron siendo catalogados como “racistas”. La banda, luego de meditarlo, decidió cambiarse el nombre, así tuvieran contratos ya firmados, y continuar su carrera como Indoor Pets.
Con melodías infecciosas, que se pasean entre un estilizado pop que continuamente se diluye entre la distorción desgarbada de las guitarras, logran una combinación entre los armoniosos tonos altos de los Beach Boys, el grunge de Nirvana y el caos de The Hives. Le cantan a la duda, a la autoestima, al no encajar, siempre con la particular voz de Jaime Glass, que quizás puede ser amada u odiada.
Be Content fue mezclado por Claudius Mittendorfer, quien ha trabajado con agrupaciones como Weezer, Panic! At the Disco, Ra Ra Riot, Carla Morrison, entre otros, y que le da la puntada final a una pieza bastante pulida. Bajo el espíritu de autosuficiencia que rodea a la banda, el arte del disco fue realizado por Rob Simpson, y en este se ve una ciudad virtual, de colores pastel, donde todas las canciones tienen sus propios edificios.
Hablamos con el vocalista de Indoor Pets, Jamie Glass, sobre esta producción, algunos episodios importantes en la historia de la banda y reflexionamos sobre los íconos musicales y su relevancia en el presente.
¿Por qué se demoró cinco años el primer álbum?
Creo que tomó tiempo el que la gente supiera que estábamos en el panorama. No se que pasó. Quizás también necesitábamos un nombre diferente nombre, porque en el momento en que lo cambiamos pudimos capitalizarlo todo: de repente hubo un nuevo aire en la banda, literalmente fue cuestión de semanas para que entraramos a grabar un disco que no habíamos logrado concretar antes, hubo mayor atención de la prensa y de las estaciones de radio. Fue muy extraño, porque igual somos las misma personas de los años anteriores. Tuvimos suerte, supongo.
Cuéntenos la historia detrás del cambio de nombre.
Empezamos la banda bajo el nombre de Get Inuit, que en el Reino Unido acudía a un juego de palabras de “Get into it”. Pensamos que resultaría chistoso decir constantemente “hola nosotros somos ‘Get in to it’”, aunque quizás también un poco estúpido. Sin embargo, mucha gente se acercó manifestando que estaba insatisfecha porque el nombre del grupo tuviera la acepción “Inuit” cuando ninguno de nosotros lo era. Después de una larga disertación en línea , no sobre lo ofensivo, sino sobre lo inapropiado de usar la cultura de alguien más en nuestro nombre, nos dimos cuenta que era algo más importante para estas personas que para nosotros. Para nosotros era simplemente un nombre, entonces lo cambiamos. A la final estamos muy contentos de haberlo hecho porque, como dije, nos terminó beneficiando.
¿Y cómo logran impulsar este disco?
Tuvimos mucha suerte en tocar un concierto en frente del que sería nuestro sello. Apenas acabamos nos firmaron.
Luego de tantos años, ¿tiene este álbum un trabajo conceptual o es más bien una reunión de canciones de lo que han ido creando?
Es una buena pregunta, y estaría mintiendo si digo que el álbum fue escrito de principio a fin en este orden y pensado bajo un concepto específico. Efectivamente hemos sido una banda por cinco años, hay canciones nuevas y canciones viejas en el producto final, pero al juntarlas sí pensamos de manera instintiva en que encajaran en una suerte de concepto o de sentimiento: de estar contenido y sentir altos niveles de estrés y frustración frente a la posición en la que estamos en nuestras vidas. Por eso permanecieron canciones de la primera temporada del grupo así como canciones nuevas, porque cuadraban y se complementaban.
Se han definido como “Dirty pop music”, ¿A qué se refieren con este término?
La usamos más que todo como una broma, porque encontramos muy difícil clasificarnos desde que empezamos, cuando nos teníamos que promocionar frente a amigos y familia. Como escritor de canciones soy un escritor pop, hago temas que buscan un impacto instantáneo y que crezcan en audiencia, entonces es ridículo decir que somos una banda de rock, o una banda de grunge, o de punk. Siempre hay una sensibilidad muy pop en las canciones. Y al mismo tiempo, mi voz es bastante gritona por momentos y las guitarras suenan muy duro y rasgadas, entonces también es ridículo decir que éramos una banda de música pop exclusivamente, tampoco encajaba. Entonces sentíamos que era un pop que metes en una lavadora a dar vueltas para que se mareara. Y básicamente eso entendíamos por “dirty pop”.
¿Qué papel juega el humor en su música?
Como letrista me gusta usar muchos juegos de palabra, no de una manera mal pensada, más con cosas extrañas. Letras que tengas que prestarle mucha atención para diseccionarlas. Recientemente me pasó con una canción que ya tenía unos años y la gente recién me escribió “finalmente entendí la referencia”. Pero solemos o suelo responder, que también acudimos al humor porque no queremos tomarnos tan en serio o tratar de ser una banda cool. Somos bastante nerds, nos gustan los chistes estúpidos y nos gusta que eso se manifieste en la música.
¿Por qué deciden contradecir esa figura del músico?
Creo que es algo natural, estoy un poco cansado de que a los artistas o músicos se los ponga en un pedestal, convirtiéndolos en grandes íconos, cuando realmente es una representación. A todos los músicos les gustan los chistes estúpidos, todos los humanos somos seres imperfectos. No quiero convertirme en algo que no soy,y no es que sea un orgulloso de cómo somos en la banda, simplemente somos personas sin tener muchas líneas planeadas.
Hay una apuesta visual muy clara, ¿de dónde sale?
En el trabajo visual tenemos la suerte de contar con Rob (Simpson). Él hace el trabajo artístico, los posters, las campaña, es alguien que viene de la escuela del “hazlo tu mismo”. También se debe a que no podemos pagarle a un artista para que haga el trabajo por nosotros, aunque honestamente también nos dimos cuenta que así podíamos obtener lo que queríamos, porque si no nos gustaba solo le decíamos que lo volviera a hacer. Se vuelve más sencillo manifestar nuestra visión. Es increíble además con las ideas que sale y me gusta hacer parte de esa conversación, aunque claro que nos gustaría trabajar con otra gente en el futuro, que nos de otros ángulos.
Han girado mucho por el Reino Unido, ¿qué le queda de todo esto?
Cuanto estamos en gira es cuando más gozamos la banda. Es también el poder mostrar nuestras creaciones frente a una audiencia y ver qué funciona y qué no, tenemos una retroalimentación instantánea de lo que trabajamos en los ensayos. Las canciones que están en el álbum fueron canciones que tocamos en giras y que tuvieron esa respuesta positiva de inmediato. En vivo creo que tienes que ser más obvio con lo que quieres lograr: si quieres ser triste, provocativo, reflexivo o arrasar con el cerebro de alguien.
La gente festeja mucho su cercanía con la audiencia, ¿cómo mantener esa conexión con la gente mientras van creciendo como banda?
Es muy fácil no hacerlo y por eso se convierte en un reto. Ha habido ocasiones en que estamos de gira, acabamos del show y no estamos muy contentos con el espectáculo que dimos. Lo primero que quiero hacer es irme a mi habitación, estar en silencio y no hablar con alguien. Pero me doy cuenta que eso no es productivo, que eso no ayuda. Hubo gente que pagó para oírte y sentir conexión con tus canciones, entonces insistimos en tocar y luego hablar con la personas del público varios minutos. Es una lástima cuando los artistas no lo hacen, hablar con humanos como humanos y salirse de esta idea del rockstar que se queda en el backstage. No queremos ser ídolos ni nada por el estilo.
¿Sobra esa figura del rockstar?
Sí, el concepto de rockstar ya es un poco anticuado. Esa idea de disfrazarse, de ser más como un enigma que como una persona, fue superada por bandas como Nirvana o Pixies, a finales de los ochenta o principios de los noventa. Lo mismo sucedió en los setentas con el rock de estadio, que alcanzó un clímax de idolatría que luego los punks llegaron y destruyeron, yendo en contravía esa construcción ensimismada de la industria, como lo hicieron los Ramones, los Sex Pistols, The Clash, Ramones. Creo que las bandas que han transgredido esos conceptos han quedado en la memoria.