El café de la sierra nevada, un patrimonio ancestral
“No sembramos por sembrar, sembramos a través del conocimiento. El sabor del grano puede ser similar, pero nosotros entendemos la energía de la planta y así cuidamos su espacio” expresa Emilio Chaparro, un mamo de la Sierra Nevada de Santa Marta, que junto a su comunidad se dedica al cultivo y producción de diversos alimentos, en especial el café.
Hace más de 60 años, un mamo llevó la semilla de café a la Sierra Nevada de Santa Marta, donde habitan cuatro etnias indígenas: los kogis, arhuacos, wiwa y kankuamos. Aquel experimento no solo debía sobrevivir a unas condiciones climáticas distintas a las de su naturaleza, sino que tendría que convivir con cultivos propios de la región, como el algodón, el fríjol, la yuca, el plátano, el guineo y la malanga. El mamo sembró la semilla. Solo faltaba el veredicto final de Kalashe, el padre espiritual de los bosques. El resultado ha sido una vida productiva para los cultivos de café en las tierras fértiles de la sierra.
Colombia es reconocido internacionalmente por ser uno de los mejores productores de café y la Sierra Nevada rinde utilidades cafeteras de aproximadamente 1,5 millones de kilos. Este, se cultiva a una altura de 1.700 metros sobre el nivel del mar. Los granos germinan bajo los principios ancestrales de siembra y cuidado de los indígenas, en armonía con el medio ambiente. De hecho, cuando alguien quiere sembrar y cosechar, debe pedirle permiso al mamo para poderlo hacer, y, del mismo modo, el mamo pide permiso a la madre tierra para realizar esta actividad. Por eso, en los territorios recuperados de la Sierra Nevada, los indígenas han cultivado el café para, más allá de un beneficio comercial, regenerar sus tierras devastadas.
“Necesitamos que la gente entienda, que nutra su mente y su realidad a través de los productos y la energía positiva que trae la Sierra. La naturaleza está para entenderla y no cambiarla”, comentó Emilio Chaparro. Los arhuacos son una cultura amerindia inteligente que prevé los tiempos futuros y por eso alrededor del café hay cultivos asociados que garantizan la seguridad alimentaria y la nutrición. Esta familia siembra en tierras colectivas que se caracterizan por ser espacios muy estrechos en donde se aprovecha de la mejor forma el pan coger.
Nos acercamos a la historia de una comunidad de arhuacos cultivadores de diversos alimentos, en especial de café. Un total de 15 mil personas de esta etnia participan en la cosecha de este grano que crece en microlotes de policultivo, debajo de la sombra del bosque de la sierra que permite el sano desarrollo de las semillas y bajo la custodia de los cultivos como consecuencia de la alta radiación solar y del pronunciado déficit hídrico que se concentra entre finales de diciembre y principios de abril.
En Chévere pensar en voz alta nos acercamos al café cultivado con el conocimiento ancestral de las etnias indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. Un barranquillero y un mamo arhuaco lideran un emprendimiento de café que busca transmitir los valores y conocimientos del legendario pueblo indígena.