La crisis de los espacios culturales en Barranquilla
Barranquilla, antaño puerto de ingreso a invenciones, nuevas tecnologías e influencias universales y que incluso actualmente se precia de ser portadora de vanguardia, es también sepulcro para escenarios culturales.
La ciudad ya no cuenta con tres de sus más grandes escenarios culturales. Los presupuestos inestables, ingresos reducidos, y la falta de apoyo distrital han ocasionado el cierre del Teatro Amira de la Rosa, el Museo del Caribe, y el Museo de Arte Moderno de Barranquilla (MAMB), los principales centros artísticos de La Arenosa. Si a esto se suma el cierre de la facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico en el barrio El Prado y la clausura parcial del emblemático Museo Romántico; ante los ojos de cualquier local o visitante se percibiría un común denominador, una crisis en la cultura de Barranquilla.
El panorama no es muy alentador pues el mismo alcalde Jaime Pumarejo ante los reclamos de la comunidad por la crisis cultural en la que se encuentra sumergida la capital del Atlántico, manifestaba en febrero de 2021 que “promover este sector es muy difícil y el distrito no puede hacer mucho. Hacer cultura es difícil y a veces no sostenible”.
Habría que hacer, entonces, un ejercicio de memoria colectivo, para recordar la importancia de los establecimientos culturales y su misión en las comunidades. Iniciaremos, recordando que en algún punto de la historia del siglo pasado Barranquilla contó con una Orquesta Filarmónica, una compañía de Ópera propia dirigida por Pedro Biava, un conjunto de música de cámara, todas ellas con una buena cantidad de músicos que combinaban sus fuertes raíces folklóricas con una adecuada familiaridad con el mundo de la música clásica.
Barranquilla tenía una vida musical relativamente dinámica, que comenzaba a producir resultados musicales importantes, dinámica que se perdió. A estos antecedentes históricos debemos muchas de las fusiones musicales de las que el país conoce como patrimonio nacional. El desarrollo cultural de la ciudad se vio interrumpido por el cierre del Teatro Municipal en 1930, cuando Barranquilla desapareció del itinerario de grandes orquestas y compañías durante cincuenta años, se hicieron menos frecuentes los intercambios y contactos con músicos de otras latitudes. Hasta que en 1982 se da apertura al nuevo Teatro municipal Amira de la Rosa.
El declive del Teatro
En los años sesenta, gracias al interés de un grupo de barranquilleros se comienza a realizar la estructura del teatro que quedaba en obra negra. La estructura permanecería más de 15 años a la intemperie hasta que a inicios de los años ochenta, el Banco de la República termina su construcción y en junio de 1982 esta organización inauguró el único teatro y complejo cultural, Amira de la Rosa tras asumir su manejo y administración en la figura de comodato, pues el dueño era la Sociedad de Mejoras Públicas.
Con un imponente diseño arquitectónico contemporáneo que cuenta incluso con el telón de boca del teatro diseñado por Alejandro Obregón, el edificio se encuentra cerrado indefinidamente desde julio de 2016.
Con un triste aspecto de abandono y con una estructura inestable, los aplazamientos para la entrega de su restauración han sido protagonizados desde lo administrativo, patrimonial, estructural y finalmente los damnificados han sido los artistas locales, gestores culturales y sobretodo una ciudadanía que vuelve a enfrentarse a casi una década careciendo de un escenario idóneo para muestras artísticas de alta calidad. La crisis se incrementa dada la carencia de otros escenarios con las características acústicas, estéticas y de aforo idóneos para la realización de espectáculos de calidad internacional.
El teatro, que lleva el nombre de la autora del himno de la ciudad, la poeta Amira Arrieta McGregor de la Rosa, fue por más de 30 años el escenario de presentaciones musicales, danzas, y conciertos. Pero en 2015 comenzó a presentar fisuras y desprendimientos.
El Gerente del banco, Diego Restrepo Álvarez, afirma que “en 2016 se evidencia el daño estructural y el banco realiza un estudio en el que se demuestra el daño producto de esos años que estuvo a la intemperie. Las intervenciones al Teatro se ven imposibilitadas porque el Amira es propiedad de la Sociedad de Mejoras Públicas para entonces, hasta 2018 cuando se oficializa el proceso de donación. A partir de la entrega del inmueble, este bien de interés cultural de carácter patrimonial, supera las aprobaciones por parte del Ministerio de Cultura y se inicia el Plan Especial de Manejo y Protección –Pemp-, que termina en 2021 y es allí cuando empieza el contrato de diseños, se invita a distintas firmas y se escoge al consorcio Daniel Bermúdez y Payc s.a.s, en este diseño se desarrollan cuatro fases que son: diagnóstico –que acaba de terminar-, anteproyecto, proyecto y licenciamiento para entrar a la obra”.
Se espera que el Teatro abra nuevamente sus puertas en 2027, con una moderna estructura con espacios optimizados para el desarrollo de las actividades culturales de la ciudad “porque entendemos la importancia del teatro para la ciudadanía”, puntualiza Restrepo. La programación cultural del banco continúa gracias a las alianzas con organizaciones del sector.
La utopía de un museo vanguardista
El Museo del Caribe inaugurado en 2009, llegó a ser la propuesta museística más atractiva de la región Caribe. Un majestuoso edificio en el centro de Barranquilla, diseñado por uno de los arquitectos más reconocidos del país, proponía un recorrido por la historia y la prehistoria de nuestra cuenca Caribe. El Patrimonio inmaterial del Caribe estaba manifestado a través de los conceptos literarios, gastronómicos, musicales, danzarios y culturales dentro del Museo del Caribe.
El museo se gesta con la intención de reivindicar la riqueza y diversidad cultural y ambiental del Caribe vista por los mismos costeños. En el terreno donado por la Fundación Santodomingo pretendía albergar el Museo del Caribe, el Museo de Arte Moderno y la Cinemateca del Caribe.
“Un museo es un instrumento pedagógico, el museo complementa la educación formal, uno de los objetivos era atraer a los jóvenes para que aprendieran de una manera lúdica y emocional que los involucrara en el aprendizaje”, indica Carmen Arévalo, ex directora del Museo.
Según explica una de las gestoras de este proyecto, Carmen Arévalo, hay una falla de fondo desde la concepción del museo y es que el manejo estaba dado desde una corporación privada sin ánimo de lucro que no estaba inscrita en un presupuesto público, pero que debía gestionar fondos públicos porque se estaba prestando un servicio público educativo. Arévalo comenta que “buena parte de los recursos venían del sector público y otra parte derivados del sector privado que adoptaban salas para aportar financiación. El tercer recurso era generado a través de la venta de boletas que eran subsidiadas. Las fallas comenzaban por la inestabilidad en la recepción de recursos. Por un lado, no estaba establecido un fondo público fijo y constante, sino que variaban según el gobierno de turno; de otra parte, la financiación privada se alteraba de acuerdo con el rendimiento financiero anual de cada empresa. De esta manera, comenzó a generarse un déficit cuando los gastos de operaciones y funcionamiento no alcanzaban a cubrirse con lo que llegaba de recursos” concluye.
El museo que hoy mantiene sus puertas cerradas no pudo resolver los problemas en la estructuración del proyecto y en la obtención de recursos económicos fueron difíciles de soluciona. Su propuesta museológica multimedia exigía un mantenimiento riguroso de los equipos tecnológicos y la reposición de los que presentaban fallas. El museo cayó en un déficit que se volvió inmanejable. Cerró sus puertas en 2018 de forma provisional y en enero de 2020, cerró por segunda vez e indefinidamente.
La operación y mantenimiento del museo demandaba un recurso importante por el carácter tecnológico de avanzada que tenía el museo. “De pronto pecamos de ambiciosos, quisimos un museo que estuviera a la vanguardia, hombro a hombro con museos del mundo y resulta que no, que somos un país pobre, somos una ciudad pobre y en el museo no tuvimos el fuerte respaldo que debería tener un proyecto de ese tipo por parte de estado” concluye.
El 23 de febrero de 2022, el alcalde Jaime Pumarejo habló de la recuperación del Parque Cultural del Caribe, con una inversión de más de $20 mil millones en obras de remodelación. Todo esto con acuerdos entre el distrito, la Gobernación del Atlántico, la Fundación Santo Domingo y la Cámara de Comercio de Barranquilla. Ha pasado más de un año y el Museo continúa cerrado.
La población beneficiada por la programación cultural y académica, los servicios educativos, los recorridos del museo, recorridos itinerantes y eventos realizados en el Parque Cultural del Caribe, entre 2008 y 2017 supera los 4 millones de personas.
El edificio de la desidia
El Museo de Arte Moderno fue inaugurado en 1994, aunque funcionaba desde 1974, con diversas exposiciones artísticas a nivel nacional e internacional. El escenario cultural ha contado con una biblioteca y un auditorio y una sala de exhibición, con obras de importantes artistas como Fernando Botero, Karel Appel, Ángel Loochkartt, Enrique Grau, Alejandro Obregón, Salvador Dalí, entre muchos otros.
Desde 2015 se suponía que el Museo de Arte Moderno de Barranquilla estaría funcionando en las inmediaciones del Parque Cultural del Caribe, debido a un proyecto que “buscaba fortalecer y fomentar la parte artística y cultural, también para buscar un mejor estatus o posicionamiento a la ciudad de Barranquilla”.
La inversión para el traslado al complejo cultural se planteó inicialmente con un costo de $10.000.000.000 que serían destinados por el Gobierno, presentando seis plantas y 3000 metros cuadrados de espacio, con un diseño del arquitecto Giancarlo Mazzanti.
Como una alegoría al despilfarro se levanta en pleno centro de Barranquilla, ocho años después de su anhelada inauguración, una mole de cemento sin arborización a su alrededor, el esqueleto sin vida del que iba a ser el Museo de Arte Moderno de Barranquilla MAMB.
Un edificio inconcluso, en obra negra, donde la hierba crece por entre las placas de concreto y las vigas metálicas se oxidan con la brisa marina y el salitre que llega de cerca. Cada tanto volquetas y grúas se movilizan hasta el lugar para remover los escombros que yacen dentro de la estructura.
Como organización cultural, el museo sigue ofreciendo actividades educativas, pero ha tenido que suspender las exposiciones por falta de una sede propia.
El Museo de Arte Moderno de Barranquilla (MAMB), la apuesta para acercar el arte moderno y contemporáneo al público, se encuentra cerrado desde marzo de este año. El museo, fundado en 1996, funcionaba en un edificio en el centro histórico de la ciudad. Aunque el plan era instalarse de forma definitiva en el complejo del Parque Cultural del Caribe, la obra está paralizada debido a que el escenario está bajo la responsabilidad de un privado, la Corporación Parque Cultural del Caribe, que afronta problemas económicos.
“Actualmente estamos trabajando dos frentes, uno con la obra MAMB, de la cual esperamos que a finales de septiembre se finalicen las obras de la etapa 1 que es obra negra que no estaba concluida, una vez terminada la etapa 1 se finiquita el convenio con Findeter. El edificio será entregado a la Alcaldía de Barranquilla con la finalidad de poder recibir los recursos de regalías y siendo el edificio de propiedad pública permite que los gastos de mantenimiento de la edificación, predial y hasta servicios públicos sean absorbidos por la Alcaldía y de esta manera el MAMB se concentra solo en lo misional y respecto a recursos solo le tocará gestionar para su planta de personal, exposiciones y programas educativos entre otros” expresó Susana Bacca gerente encargada del Mamb.
Para la ejecución de todas estas actividades, el Mamb ha creado alianzas con otros espacios culturales, por mencionar algunos la Fundación Nueva Acrópolis, Cómic Play, Asociación amigos de la cultura, Plataforma Caníbal, Biblioteca Publica Julio Hoenigsberg, la Alianza Francesa, Universidad del Norte, Universidad del Atlántico.
Otros espacios afectados
Lo que queda del escenario más tradicional de Barranquilla, el Museo Romántico, es deprimente. Fundado por el historiador Alfredo de la Espriella en los años 80 del siglo XX en una casona del tradicional barrio El Prado, se encuentra tan abandonado que ni siquiera tiene luz. La electricidad fue suspendida por falta de pago y posible embargo judicial.
Por su parte, el icónico edificio de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico en el barrio el Prado, desde junio de 2017 se encuentra en cierre preventivo por fallas físicas y el riesgo de colapso tras la caída de varios techos de la edificación, situación que afecta a más de 1000 estudiantes. A pesar de los avances ejecutados en su restauración, el alma mater de las bellas artes en Barranquilla permanece cerrado.
Las noticias culturales en la ciudad de Barranquilla no dejan de escandalizar al sector por tratarse de una constante negligencia que pareciera no importar a las entidades gubernamentales. El Portafolio de estímulos a la cultura del distrito, por ejemplo, establecido como una política pública desde 2017, no se ejecutó en 2022. Durante este 2023 el portafolio minimizó los montos a otorgar con una inversión de $1.500 millones para las artes, a diferencia de 2021 cuando se ofrecieron $2.300 millones de pesos que beneficiaron 469 proyectos y cerca de 2.340 artistas, según datos del Distrito.
Barranquilla, la ciudad donde confluyen las distintas manifestaciones culturales del Caribe, es también responsable de esta crisis. La falta de exigencia de la ciudadanía, el mínimo apoyo a las actividades culturales independientes que han aprendido a sobrevivir a la indiferencia de los entes gubernamentales y la apatía en la comunidad para generar conversaciones y actuaciones hacia una creación de programación cultural, educativa y científica de ciudad, ahondan en una problemática de fondo.
La ciudad vive un verdadero retroceso para las nuevas generaciones de barranquilleros desacostumbrados a las actividades de conciertos, recitales, exposiciones, muestras artísticas o conferencias. Centenares de jóvenes que nutrirán sus mentes en centros comerciales, careciendo de actividades culturales que promuevan el pensamiento crítico.