“Séptima Puerta”: ovnis, fantasmas y brujas en la televisión colombiana
Estaban en la Hacienda San Rafael dentro de una iglesia. Todo estaba listo. El espacio estaba decorado y en cada banco había un ramo de flores. Mientras conversaban, cada ramillete, del más lejano al más cercano, se fue cayendo. Uno, dos, tres. Así hasta llegar al último. Quedaron petrificados, sin poder hablar. Salieron del espacio, respiraron y empezaron a conversar sobre cómo iban a grabar. Era una escena de un matrimonio en el que la muerte era una de las partes. Volvieron a entrar, acomodaron las flores en las sillas y otra vez se volvieron a caer.
Como si se tratara de un episodio de la Séptima Puerta, Jorge López, recuerda entre risas nerviosas y una reflexión profunda en torno a los mundos desconocidos y espirituales, esos que van más allá de lo más tangible y material, este tensionante momento. “No nos dejaron grabar. No recuerdo lo que hicimos o si terminamos la escena. Nos molestaron todo el tiempo con eso”, dice el actor que luego de estudiar cine y fotografía y de hacer teatro por cinco años, llegó a varias producciones en televisión como Hombres de honor y luego a esta, que sin duda acompañó las tardes de muchos jóvenes colombianos.
López que en ese momento no era creyente ni seguidor del catolicismo, pero que ahora sí lo es, dice que al interpretar un personaje como Tomás Cabal Amado, un escéptico periodista que cubría temas paranormales para una revista llamada Séptima Puerta junto a la fotógrafa, Jenny Candela (interpretada por Carolina Ramírez), no sabía lo delicado que era este tema. “En la Séptima Puerta entendí que la ignorancia y el no saber lo que estás haciendo, te puede llevar a cosas muy graves. Mi recomendación es que no jueguen con eso y no abran esas puertas. Las consecuencias son muy grandes”, advierte.
Y explica entre risas que el director de casting de la serie, Humberto Rivera, lo guiaba en su actuación, diciéndole cosas como: “al personaje le toca investigar cosas todas raras, como que en el huevo frito salió una imagen de la Virgen”.
Entonces, cuenta, a Tomás le tocaba hacer muchas entrevistas, pero no creía en absolutamente nada. La que creía todo era Jenny, su compañera. “Pero nos dimos cuenta que eso era muy difícil de mantener, porque si tu ves algo paranormal muchas veces, la vaina cambia. El personaje arrancó así, pero después del tercer, cuarto capítulo, dijimos, este tipo tiene que ser un conocedor del tema”.
El hecho de que fuera un programa que se transmitía a diario, a las cuatro de la tarde, en un canal tan mediático como Caracol, hacía que el trabajo fuera bastante exigente. El equipo tenía que trabajar todos los días entre 15 y 16 horas. “A veces llegaba a la casa a estudiar 20 escenas, con unos parlamentos grandísimos. Era muy interesante, cogímos mucho ritmo, pero en un punto estábamos totalmente agotados. Por eso el programa cambió sus dos protagonistas y entraron otros dos, porque Carolina y yo estábamos tan cansados que nos tocó pedir cacao”, cuenta el actor.
Ese cambio se dio cuando Estefanía Borges llegó a reemplazar a Carolina Ramírez y Gustavo Angel a Jorge López en una segunda temporada. “No fue fácil para los otros actores porque la gente se acostumbra a verlo a uno y a Jenny. Eso se vuelve muy familiar. De hecho eran actores excelentes, pero era muy difícil para la gente volver a acostumbrarse. El programa duró otro tiempito más y se acabó”.
Sin embargo, en el tiempo que duró, aproximadamente un año y medio, hubo una exploración muy amplia de temas de brujas, santería, apariciones, fantasmas, ovnis y personas que se transformaban en otra cosa. “Algunas historias eran reales. Ruth Viasús, la libretista, las investigaba y las escribía. Las otras, se las inventaba. Una mujer talentosísima, era un trabajo diario, de escribir mucho”.
Así como el susto que cuenta Lopez de la iglesia, al equipo lo asustaron varias veces. Una vez a un coordinador algo le jaló el morral después de estar en una casa con una energía pesada, dice. Otra vez, añade, conocieron a una familia en una casa que les mostró una foto que se habían tomado. “Salía otra familia detrás de ellos. Nos contaron que a ellos los habían asesinado antes en ese lugar. Una historia rarísima”.
Y mientras el equipo se enfrentaba a estas presencias paranormales, también se las ingeniaba para crear sus propias historias de terror con poco presupuesto. “Había efectos especiales todo el tiempo. Uno se llama ‘amarrar la cámara’: se queda la cámara fija y el personaje está adelante, luego todos se congelan y este mismo personaje va rondando, pero vestido de otra forma. Ese es un efecto de aparecer y desaparecer. Otro efecto, era con naylon, para poder abrir y cerrar las puertas. Otra estrategia era el maquillaje, había mucho látex. Un actor podía durar dos horas en maquillaje para que se viera real. Y también estaba el tema de solucionar rápido con misceláneas y papelerías cercanas”.
A pesar de su bajo presupuesto, el programa fue uno de los favoritos entre los jóvenes, sobre todo los que llegaban del colegio a ver el programa. Lopez cuenta que aún se sigue encontrando con gente de 20, 30 años que le cuenta que durante su infancia vio el programa. Dice que incluso a Chile llegó la serie y fue un éxito, nos contó que tiene un seguidor desde la época en la que se transmitió la serie, con el que sigue hablando de temas políticos y coyunturales.
Y aún así, más allá del éxito, el artista lo ve todo con otros ojos. Dice que acercarse a Dios y hacerse preguntas sobre estos temas le ha permitido entender que sí, los fantasmas y espíritus existen, “pero se manifiestan porque él lo permite”. Y explica que esas manifestaciones obedecen a que “esas almas están pidiendo oración para salir de ese círculo del purgatorio y llegar a la presencia de Dios”.
Dice además que si bien este fue uno de los momentos más importantes de su carrera, hoy en día, enfocaría el personaje y la historia desde otro lugar. “No sé si me dejarían. Porque como te dije, se abren puertas. Uno cree que esto es un juego, pero miremos lo que está pasando con la humanidad, hay niños que se suicidan. Hay gente que no sale del hueco, es algo espiritual”.
Aunque tal vez Jorge López dista mucho de los temas que le interesaban a Tomás Cabal Amado, sin duda al igual que él, es un apasionado de lo espiritual. Ambos hablan con propiedad de esto e incluso también escriben. Durante la pandemia, Jorge escribió un libro sobre Moisés y la zarza ardiente que se encendió y le habló a este personaje de la Biblia. Lo hizo porque sintió un “llamado muy fuerte en su corazón” y porque la enseñanza de esta historia es que a pesar de la adversidad que vivimos, todo forja nuestro carácter.
Y puede que no lo recuerden, pero la Séptima Puerta también tenía enseñanzas de vida. Tomás se encargaba de escribirlas una vez relataba las historias sucedidas para que los lectores, de una u otra manera, pudieran encontrar paz y alivio espiritual, como si de una fábula se tratase.
Aquí les dejamos uno de nuestros capítulos favoritos. En el minuto 35:00 pueden ver la enseñanza del gran Tomás: