“La Segunda Muerte del Dios Punk”, un podcast sobre escrache y suicidio
Javier Messina era un eterno utópico. Un músico callejero movido principalmente por las ganas de hacer punk. Se definía como un antisistema y llevaba en su frente un tatuaje con su nombre artístico: “Dios Punk”. En definitiva, un chico diferente. Pero esa apariencia, en general ruda que creó con este personaje a través del cual hacía música, contrastaba enormemente con su sensibilidad profunda. Sus amigos más cercanos, dicen, que a este le afectaba su entorno más que lo que normalmente le afecta a otra persona. Tenía además, narra este podcast, antecedentes en salud mental, lo cual hacía que fuera más susceptible a sus emociones y a su contexto.
Y tal vez por esto y también por un escrache motivado, tal como el creador de este programa lo explica, por una furia social mal canalizada, un señalamiento injusto y a la vez alimentado por esa bola de nieve imparable que son las redes sociales, decidió un día terminar con su vida.
“La Segunda Muerte del Dios Punk” es una miniserie de nueve capítulos, producida con el apoyo de Erre Podcast, que comienza por un final desafortunado y que poco a poco, a través de un hilo conductor que lleva Maggi, nos revela más detalles de este escalofriante caso.
Así con entrevistas a Alfredo, abogado y padre de Javier, a varios de los amigos del artista y valiéndose también de fragmentos de noticias de medios de comunicación, la representación de las interacciones en redes sociales y por supuesto, la música del Dios Punk, se reconstruye este caso atravesado por muchas complejidades sociales y culturales.
“Octubre de 2018. Se viraliza el audio de una chica desde un hospital de Rosario, luego de sufrir un intento de secuestro en un colectivo con burundanga. La viralización desata una cadena de hechos que tienen consecuencias fatales. Este es el intento por reconstruir esa historia”, dice la sinopsis de este programa en el que reflexiones en torno al alcance del señalamiento en redes sociales, la salud mental, esos prejuicios en torno a quiénes piensan y se ven diferente y que calan dentro de la psique colectiva y su histeria, se hacen presentes en cada episodio.
Esto lo hace además sin caer en un discurso moralista o aleccionador y tampoco echando culpas o creando más enemigos, sino exponiendo unos hechos reales, dolorosos y que necesariamente nos interpelan haciéndonos más preguntas. De acuerdo a Maggi, con quien conversamos, la idea con este proyecto es hacer una segunda temporada para explorar una dimensión que no se explora en esta primera parte: la del bullying y la persecución que ya había sufrido Javier antes de este desafortunado episodio. Esto, con el tono, en gran medida propuesto y sin la intención de hacerlo, del padre de Javier: un tono sereno, conciliador y que no desata odios, pero sí invita a que nos hagamos preguntas a futuro sobre nuestras narrativas sociales.