“High Score”: Un viaje a la raíz de los videojuegos
Uno de los recuerdos más preciados que tengo de mi infancia, fue un día que amanecí jugando con mis amigos “Winning Eleven”. No éramos muy fans de los videojuegos de deportes, pero la tele estaba dañada y los únicos colores que se proyectaban con claridad eran el anaranjado, el azul y los blancos. Como éramos un montón de adolescentes llenos de espinillas y sin un peso, no teníamos mucho más que hacer, así que pusimos el único juego que medio se distinguía y sin proponérnoslo amanecimos jugando. Fue una de las primeras veces que vi el alba acompañado de mis amigos.
Si usted también disfruta, o alguna vez en su vida disfrutó del mundo de los videojuegos, seguro tiene una historia similar que recuerda con cariño cada vez que ve un menú desplegándose sobre una pantalla. Y seguro también sabe que la magia de los videojuegos radica en que son una especie de llave que abre un portal a una serie de mundos donde todo es posible. Es cuestión de darle start para dejar de ser nosotros y convertirnos en personajes legendarios, atletas de alto rendimiento, criaturas mágicas y en casi cualquier cosa que permita la imaginación.
Pero muchas veces, mientras nos sumergimos en estos universos, nos olvidamos que detrás de cada consola existen mil cosas tan complejas como los cables, chips y circuitos que nos permiten amanecer jugando. Cada bit de información que consumimos guarda el trabajo de decenas de cerebros y la memoria de una historia que comenzó en la década del 40.
Para entender un poco esto hay que pensar en la trifuerza de los videojuegos. Primero son una de las mayores muestras del ingenio humano y los avances tecnológicos. Segundo, desde su popularización en los años 60, los videojuegos lograron una de las primeras revoluciones culturales globales, ya que crearon códigos y símbolos que han conectado a personas de todo el planeta. Y tercero, son una mega industria del ocio y el entretenimiento que cada día recauda más dinero, solo los E Sport generaron más de mil millones de dólares en 2019.
De forma sencilla y hasta lúdica, la serie “High Score: El mundo de los videojuegos” (2020), estrenada por Netflix el pasado19 de agosto, logra hilar estos tres elementos, mientras de forma muy entretenida cuenta una parte de la historia de esta industria cultural. Mediante el uso de animaciones, recreaciones, imágenes de archivo, un excelente guión y mucha nostalgia, estos seis capítulos juntan las voces de varias de las personas responsables de que hoy millones de humanos pasen sus días de encierro conectados a los juegos de algún aparato.
Pero sin duda lo más interesante es el variado coro de voces que la serie recopila. Por un lado están algunos nombres clásicos como: John Romero, creador de “Doom” (1993); Toshihiro Nishikado, inventor de “Space Invaders” (1978), Nolan Bushnell, fundador de Atari o Toru Iwatani, la menta detrás de Pac-Man (1980); y al tiempo pone como protagonistas a personas un poco más desconocidas pero vitales para el desarrollo de esta industria.
Por ejemplo Rebeca Heineman, hoy diseñadora de juegos quien además fue la primera persona en la historia que ganó un concurso oficial de videojuegos, el campeonato de “Space Invaders” (1978) organizado en Estados Unidos en 1980. Jerry Lawson, un ingeniero afrocamericano que creó la Fairchild Channel F, la primera consola de cartuchos intercambiables. Ryan Best, quien diseñó un juego de PC llamado “GayBlade” (1992), el primer videojuego queer de la historia, que quedó perdido en el tiempo pero para la comunidad LGBTI+ de Estados Unidos fue muy significativo, ya que era una parodia a los grupos fundamentalistas conservadores y las políticas de oidio que constantemente atacaban a esta comunidad, y gracias a esto fue un símbolo de unión durante uno de los momentos más críticos de la pandemia del VIH.
Historias que de alguna forma se enmarcan en luchas sociales y nos invitan a hacer reflexiones acerca de las dinámicas de los juegos y que tan políticos pueden llegar a ser. Y pues las palabras política y videojuegos no combinan mucho que digamos, pero el alcance de estos es tan grande que en los 90 el Congreso de Estados Unidos dedicó varias sesiones a este tema e incluso varias organización intentaron erradicar los juegos de la faz de la tierra.
Al igual que un buen juego, “High Score” está llena de detalles y anécdotas curiosas y graciosas, que cuentan paso a paso cómo la pasión de unos pocos entusiastas de las matemáticas y la electrónica evolucionó tanto. Además es interesante que de una forma sutil pero muy clara habla de las minucias industriales que están detrás de todo esto mundo. Algo que no se comenta mucho y que no es del todo agradable porque significan estrategias de competencia salvaje, publicidad agresiva, manipulación de públicos, creación de necesidades, desprestigio de la competencia y el constante recordatorio de que a larga, lo que importa es vender y vender.
Pensamiento que sin duda choca con el de miles de personas que han integrado los videojuegos a sus vidas y ven en estos más que simples productos de consumo. Eso es algo muy llamativo de esta serie que contrasta estos mundos para mostrarnos un cuadro de la realidad y el tras bambalinas de esta industria, que forman una interesante guía para entender las dinámicas actuales de este mundo.
Así que prepárense para desempolvar sus viejas consolas y sumerjanse en el mundo de los videojuegos.