[Reseña] Matar a Jesús: una lección de humanidad, venganza y dolor
Matar a Jesús (2018) es la ópera prima de la cineasta Laura Mora (directora serie Escobar el Patrón del Mal) quien presenta una historia que estremece las entrañas por su crudeza y por la cercanía con la realidad de muchos colombianos.
De la violencia de Medellín mucho se ha escrito, mucho se ha dicho, mucho se ha mostrado, pero más allá de recrudecer y señalar esta dolorosa realidad que más que el reflejo de una ciudad es el reflejo de un país, la sobreexposición del tema ha normalizado estos hechos y personajes. Narcos, pillos y malandros se han convertido en antihéroes y referentes de una sociedad descompuesta.
Sin embargo, todos somos humanos, a todos nos duele, todos tenemos madres, padres o hermanos a quienes llorar. Todos, incluso los 'malos'. Esa es la inquietud que deja una película como Matar a Jesús (2018) una cinta que de manera ingeniosa y sin pretensiones nos cuenta la historia de Paula Ríos, una estudiante de arte de una universidad pública quien ve cómo asesinan a su padre, un profesor de ciencias políticas, al frente de su casa.
El dilema moral y humano comienza cuando Paula se encuentra por casualidad a quien le quitó la vida a su papá y se acerca a él cargada de rabia y con un deseo irremediable de venganza. El hombre es Jesús, un joven a quien la falta de oportunidades, la necesidad y la calle lo convirtieron en un sicario con quien la protagonista comienza a relacionarse mientras camina por una delgada línea entre la vida, la muerte, el dolor, el perdón e incluso la atracción.
Por momentos parece que Paula fuera víctima de una especie de Síndrome de Estocolmo, pues aunque no es privada de su libertad sí comparte con el victimario de su familia, con el hombre que le arrebató su paz, pero que parece por momentos que se la devolviera.
La historia, aunque con una gran dósis de ficción, está inspirada en la muerte del padre de Laura Mora, la directora de la película quien entre sueños encontró la forma de contar este doloroso acontecimiento de su vida.
"El sueño se reduce a una imagen que se vuelve muy importante en la película y es la imagen de un mirador de Medellín, pues yo creo que Medellín es la tercera protagonista de esta historia, y yo estoy allí cuando se me acerca un chico de mi esas en ese momento y empezamos a tener una conversación y de repente él me dice 'Yo me llamo Jesús y yo maté a su papá'"
Los sueños se convirtieron en cartas, largos textos en los que Laura consignaba las conversaciones que tenía imaginariamente con Jesús y con los años esta catársis se convirtió en esta película que promete ser uno de los títulos más destacados del cine colombiano en 2018.
La resistencia a caer en el círculo enfermo de la venganza y la violencia es la lucha que enfrenta Paula, interpretada por Natasha Jaramillo, una estudiante de arte quien coincide con muchos aspectos de la personalidad de su personaje. Lo mismo ocurre con Giovanny Rodríguez, el joven paisa que personificó a Jesús. Laura, directora de la cinta los eligió como actores naturales, porque de esta manera sintió que la historia reflejaría la crudeza y realidad que siempre imaginó.
"Mi mayor lucha, en términos de producción fue rodarla cronológicamente porque estos chicos no tenían un guión. Nosotros durante tres meses trabajamos con ellos para que se sintieran en confianza, más o menos conocían la historia, más no el final, porque queríamos crearles a ellos mismos el dilema ético que plantea la cinta, el dilema de ser capaz de matar o no"
Es una película de autor, en la que la directora plantea su conocimiento, sus sentimientos, sus reflexiones sobre la ciudad, la violencia y sobre una experiencia muy dolorosa en la que el espectador se ve envuelto en los dilemas, las reacciones y sentimientos de los personajes.
Premios y reconocimientos el Festival Internacional de Cine de Toronto, de San Sebastián, de Chicago, de Huelva, de Tarragona, entre otros certámenes cinematográficos parecen razón suficiente para ver Matar a Jesús (2018) pero no, la crudeza de su historia y la humanidad en sus personajes son lo que hacen de esta historia la historia de nuestro país. De Paulas que han llorado a sus padres, de Jesúses que no han encontrado qué o quién los salve de la violencia.
Esta es una cita necesaria con el cine colombiano y una pequeña dosis de realidad que probablemente los haga salir de la sala con el estómago revuelto y las manos temblorosas como a mí.
La película será presentara en el país por primera vez en la edición 2018 del Festival Internacional de Cine de Cartagena (FICCI) y llegará a las salas de cine colombiano el próximo 8 de marzo.