Los días de la ballena: Medellín a través de jóvenes, música y grafiti
"Supe que a la noche te van a aterrizar cinco hombres del barrio y te van a matar, porque esta ciudad tiene su doble moral y si no te gusta así, te vas a tener que ir. Te vas a tener que ir." Así cantan Los Árboles en Los días de la ballena, y así mismo cala la historia que Catalina Arroyave cuenta en su primera película.
Quería hacer una película sobre lo que es y significa para una mujer crecer en Medellín, y en el camino fueron apareciendo más y nuevos elementos: una familia conservadora y una relación amorososa; el arte urbano y los grafitis; la violencia y el control territorial en Medellín.
Los días de la ballena (2019) está en dialogo con películas recientes de Medellín, Los Nadie (2016) de Juan Sebastián Mesa y Matar a Jesús (2018) de Laura Mora, como lo dice Catalina Arroyave: "hay varias personas que me lo han dicho, sienten que esas tres películas (incluída Los días de la ballena) se vuelven como una especie de trilogía de la juventud de la ciudad de Medellín, y me parece a mí que cada una desde un punto de vista diferente habla de los jóvenes de la ciudad".
A diferencia de Los Nadie (2016), los personajes de Los días de la ballena (2019) no se quieren ir de Medellín, Cristina y Simón quiren quedarse en la ciudad, y quieren además hacerle una resistencia frontal a ciertos fenómenos de Medellín, complejos y reales, como esos que mencionaban entre líneas Los Árboles en la canción que recibe el nombre de la ciudad que los vio surgir en los 90 hasta convertirse en uno de los clásicos obligados del rock paisa, y como esos que caracterizan a la Medellín que más que escenario es personaje en Matar a Jesús (2018) de Laura Mora.
Pero si bien Medellín es parte crucial de la historia que narra Los Días de la Ballena (2019), las dinámicas que determina el territorio que sirve de locación bien podrían encontrarse en cualquier otro lugar de Colombia con presencia paramilitar, y es allí donde los personajes construidos y dirigidos por Catalina Arroyave cobran importancia en el desarrollo de una historia para la que la cultura del graffiti y la música también son esenciales, puesto que sirven de herramienta para infringir y deconstruir las dinámicas que la violencia ha normalizado con el miedo como principal instrumento de control.
"La peli se me fue volviendo cada vez más íntima, en la medida en que fui construyendo las escenas notaba que lo que más me interesa era lo que pasaba en dos ojos, entonces me fui acercando más y la historia se fue centrando cada vez más en los personajes, en quiénes son ellos, en quién es ella, y hay allí también cuestiones personales que tienen que ver con las razones por las cuales yo hice la película."
Catalina, a diferencia de lo que ocurre con la cinematográfia de su ciudad, aferrada al realismo, decidió meter una ballena en la ciudad, y en algunas escenas la muestra en el cruce de la Avenida Oriental con La Playa y en el Río Medellín; la idea le presenta al espectador una metáfora de esas realidades que por mas evidentes que son nos negamos a ver. A su vez, la ballena también representa esa conexión entre la ciudad y los personajes que protagonizan la historia, en ella se evidencia eso que el territorio, latente entre las emociones y vivencias de los personajes, le quita a quienes lo habitan, pero que éstos reviven a través del arte.
Todo ello no sería evidente en Los días de la ballena sin el trabajo virtuoso en la dirección de actores que hizo Catalina Arroyave, de eso hablamos con ella y con Christian Tappan, único actor profesional de la película: