La historia detrás de La Mujer Maravilla: poliamor, bondage y feminismo
“En un mundo hecho trizas por los odios y las guerras de los hombres, aparece una mujer para la que los problemas y los temores de los hombres son juegos de niños”.
Con su tiara lanza proyectiles. Sus brazaletes funcionan para devolver los ataques. Pero el lazo que empuña con brío es su verdadera arma letal. Con este, es capaz de someter a cualquier enemigo para que, como por arte de magia, vomite todas las verdades y aclare cualquier misterio.
La Mujer Maravilla, en inglés Wonder Woman, fue creada en 1941 por el psicólogo William Moulton Marston.
El tiempo le ha dado el lugar de ser la heroína femenina por excelencia, un ícono feminista, para algunos, que desbarató las estructuras tradicionales del cómic para darle lugar a otras formas de lucha.
La historia de su creación también parece salida de la ficción: contiene una relación poliamorosa, la invención del detector de mentiras, censura, fantasías sexuales, bondage y feminismo.
William Moulton Marston obtuvo dos licenciaturas y un doctorado en psicología. Dedicó buena parte de sus investigaciones a entender los comportamientos humanos publicando dos importantes libros académicos: Las emociones de la gente normal (1928) y Psicología integradora (1931). Sin embargo, uno de sus mayores logros fue haber aportado a la creación del polígrafo o el detector de mentiras de la mano de su esposa, Elizabeth Holloway.
Ellos experimentaron los efectos de la presión arterial en personas que eran interrogadas. A su experimento se sumó Olive Byrne, una bella e inteligente joven estudiante para apoyarlos en dichas investigaciones.
En esas prolongadas noches de estudio surgió un apasionado amor entre los tres que con el tiempo se consolidó como una relación poliamorosa funcional que duró hasta el final de sus días.
El bondaye —el bondage es la “B” en el BDSM y se basa en la inmovilización de uno de los participantes en la relación sexual— fue una de las prácticas sexuales más recurrentes de William, Elizabeth y Olivia.
La película El profesor Marston y Wonder Woman,disponible en Netflix, cuenta como los tres fueron expulsados de la Universidad de Radcliffe debido a su relación y el refugio de Moulton fue darle vida a una obra que si bien se salía de los parámetros y de los libros académicos, sí tenía buena parte de sus teorías y, por supuesto, de las influencias de las dos mujeres con que convivía: así le dio vida a La Mujer Maravilla.
El cómic es el relato de Diana de Temistila, una princesa amazona proveniente de una isla de mujeres guerreras aisladas desde la antigua Grecia, con ansias de salvar el mundo en la Segunda Guerra Mundial.
Las cuerdas como un símbolo de dominación, el deseo de encontrar la verdad y un carácter guerrero pero al mismo tiempo compasivo, con tintes feministas que se moldeó con las características de ambas mujeres, avanzadas a su época y de una herencia feminista — Olivia era sobrina de la histórica luchadora por los derechos de la mujer Margaret Sanger -— fueron los pilares de esta historia.
La historieta fue publicada por primera vez en All Star Comics #8, de DC Comics, y bastó muy poco tiempo para que los sectores más conservadores le pusieran la lupa a la historieta: según éstos la superheroína no solo incitaba a sus lectores, en su mayoría niños y adolescentes, con la poca ropa que traía, sino que sus páginas estaban cargadas de referencias de símbolos de sumisión que fácilmente se conectaban con las fantasías de sexuales. Sin embargo, no pudieron acallar la fuerza y la heroína de traje rojo, azul y amarillo, vendió más ejemplares que el mismísimo Superman.
En octubre de 2016, las Naciones Unidas anunció que Wonder Woman sería la nueva embajadora para el empoderamiento femenino. La noticia dio pie a debates y críticas sobre el personaje.
Entre las cuales estaba que la figura de ficción había sido creada por un hombre para satisfacer sus fantasías sexuales, que satisface la imagen social de la mujer ideal: inhumanamente fuerte y súper sexy.
Lo cierto es que el profesor William Moulton Marston puso sobre el papel una nueva manera de hacer historietas, usando la psicología y el estudio de las personas para crear personajes robustos.