“El Juicio de los 7 de Chicago”: olvidar está prohibido
El año de 1968 marcó un momento determinante en la historia: la guerra de Vietnam, la lucha por los derechos civiles, el asesinato de Martin Luther King y luego el de Robert Kennedy, hermano de John F Kennedy, más toda la tensión política, social y las manifestaciones culturales que se vivieron en su momento.
En ese contexto, en agosto de aquel año varios grupos de activistas como las Panteras Negras, los Yippies, grupos estudiantiles entre otros, se unieron para protestar pacíficamente con canciones, discursos y todo tipo de arengas en la multitud reunida en la ciudad de Chicago mientras se llevaba a cabo una Convención Nacional por parte del Partido Demócrata. Lo que debió ser una protesta pacífica derivó en un enfrentamiento violento con la policía. Como consecuencia, se entabló uno de los juicios más sonados de la historia.
Ese es el episodio que Aron Sorkin revivió en la película El Juicio de los 7 de Chicago, filme que ya tiene un Globo de Oro al mejor guion del drama y que tiene entre sus nominaciones en los Oscar a Mejor Película, Mejor Guion Original, Mejor Edición. Con Phedon Papamichael nominado en la categoría de Mejor Cinematografía y con Sacha Baron Cohen nominado a Mejor Actor de reparto interpretando a Abbie Hoffman, cofundador de los Yippies.
En la película también participan Jeremy Strong como Jerry Rubin, el otro cofundador de los Yippies; Eddie Redmayne (Chica Danesa 2015 y La Teoría del Todo 2014) interpretando a Tom Hayden; John Carroll Lynch interpretando a David Dellinger; Yahya Abdul Mateen II como Bobby Seale, junto con Noah Robbins como Lee Weiner y Daniel Flaherty como John Froines, otros dos activistas contra la guerra.
El Juicio de los 7 de Chicago evoca sentimientos de impotencia, tristeza, frustración y a la vez puede generar en el espectador empatía para entender la manera en la que en muchas ocasiones se han pensado las manifestaciones, la lucha por los derechos humanos, y que en el camino se han encontrado con la tergiversación del sentido real de la situación.
En dos horas hay un juego visual y sonoro con flashbacks entre lo que sucede en una corte y el desenlace del porqué están 8 personas acusadas por un delito que pudo haberse evitado si los intereses del poder en el gobierno fueran distintos y si se le hubiera dado oportunidad a la libre expresión de manera pacífica. La historia tiene un punto de giro cuando retiran del juicio al líder de las Panteras Negras, Bobby Seale.
Desde los ojos que se mire, es una película que puede abrir heridas que aún no sanan en el pueblo como el abuso de autoridad, la falta de empatía, el racismo, la lucha de clases, la desigualdad social, el poder del Estado, las leyes, la rebeldía, la injusticia y la necesidad de que el pueblo exprese su opinión.
En una entrevista dada al portal de noticias La Nación, Aron Sorkin expresó que desde el comienzo quiso que la película fuera sobre el presente y no sobre 1968, su rodaje empezó justo cuando Donald Trump asume la presidencia de los Estados Unidos y se estrenó semanas antes de que terminara su mandato.
“Nunca nos imaginamos cuán contemporánea iba a terminar siendo pero siempre tratas de encontrar esa cosa, ya sea como hice en Red Social, como en el Juicio de los 7 de Chicago, que suene en el ahora. Una razón para contar la historia”, expresó el cineasta.
Esta es una película que deja ver la contracultura, con detalles en los diálogos y en el que está claro que es prohibido olvidar, en el que hay un compromiso con la memoria, con el hecho de nombrar a los héroes caídos, aquellos jóvenes que fueron enviados a la guerra, las víctimas de ese juicio, las víctimas del enfrentamiento con la policía, el racismo, la negación que han enfrentado los afroamericanos frente a sus derechos, e incluso la lucha que puede llevar un funcionario público cuando debe decidir entre lo que le ordenan y lo que le dicta su conciencia y también la necesidad de que siempre se conozca la verdad.