El Irlandés, la más reciente entrega de Martin Scorsese
La historia arranca con un imponente plano secuencia que permite de entrada sentirse parte de la narración, el juego de luces con un tinte oscuro le da la sobriedad suficiente para relatar la historia de Frank Sheeran (Robert De Niro), un veterano retirado de la Segunda Guerra Mundial que incursiona en la mafia norteamericana a mediados del siglo XX, y quien desde un geriátrico hace un largo flash back en un recorrido de seis décadas desde el relato.
De la mano de Russell Bufalino (Joe Pesci), uno de los jefes de la mafia, el personaje de The Irishman transmite una relación de hermandad que resulta algo empático con el espectador, una conexión que más allá del papel en el filme se convierte en una relación de cercanía que probablemente solo lo puede dar el tiempo, esto se aprecia en momentos donde incluso el silencio parece convertirse en un diálogo entre Sheeran y Bufalino.
Netflix logró juntar un equipo de ensueño que hace unos años solo vivía en la cabeza de los amantes del cine más soñadores: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Harvey Keitel, Bobby Cannavale, Ray Romano, entre otros, bajo las ordenes de Martin Scorsese, director que con esta película renueva el carnet que lo acredita como uno de los mejores del séptimo arte.
Sheeran, el irlandés, se da cuenta joven que la tierra de las oportunidades tiene algo para él: un mundo oscuro de propuestas indecentes e irreversibles, de gangster italoamericanos peinados pulcramente con gomina, de trampas, peleas por territorios, religión, vino, pan, sicilianos, humor negro, discuciones bizantinas entre gangsters, cuestionamientos morales y hombres poderosos que prefieren ensuciarse la conciencia pero no las manos (soberbio el papel de Al Pacino como Jimmy Hoffa). Todos elementos tan únicos y representativos en la carrera de uno de los directores más grande de la historia del cine.
No se puede negar que The Irishman es un relato que maneja la elegancia, la perspicacia en los detalles y que por supuesto mantiene ese toque de Scorsese que caracteriza cada una de sus producciones y hace recordar clásicos como Goodfellas (1990) o Main Streets (1973), siendo a la vez este largometraje un reflejo de años de carrera y maduración en la misma donde lo clásico se logra apreciar en los 210 minutos de reproducción.
Pese a esto el emblemático director innovó con el de-aging, la técnica de rejuvenecimiento facial digital que se utiliza en gran parte de la película, y que a su vez fue el motivo más relevante para las largas que se le dieron a su estreno. No incomoda el De Niro veinteañero, o el treintañero, la técnica logra ser convincente, pero más convinvcente será siempre su capacidad actoral, esa que también tienen todas estas figuras rutilantes que se paran frente a la cámara de Scorsese.
La selección musical juega un papel importante ya que transporta a unos Estados Unidos pasados por luchas ideológicas y políticas en donde la música jugó un papel importante, y es evidente que su elección no fue al azar, en cada momento que aparece en escena, se pueden apreciar ritmos de R&B, Jazz y Doo Woop.
The Irishman está catalogada como un producción con miras a los Oscar y que entraría a competir con Érase una vez en Hollywood (2019), de Quentin Tarantino, pues el filme es casi que una lección de dirección desde sus tomas, la fotografía y el arte. La película ya está disponible en Netflix.