Diomedes Díaz, el ídolo y el criminal
¿Una sonrisa oculta muchas cosas? Aquella mueca que todos hacemos con nuestros pómulos, labios y dientes puede ser una expresión de alegría, de amor, de deseo o una poderosa arma de manipulación, y Diomedes Diáz lo sabía muy bien. Aparte de su increíble voz y su colosal talento para componer e interpretar vallenato, una de las mayores cualidades que tenía este hombre de cara redonda era su cálida sonrisa.
Cómo no derretirse ante esa mirada pícara, ese rostro inocente, amigable que nos dice: “oye todo está bien, soy Diomedes”. Ese mismo rostro que conquistó a millones, con el que se volvió el gran ídolo del pueblo colombiano, el verdadero rockstar de este país y un tipo tan rico y poderoso que creía estar sobre el bien y el mal. Pero el documental Diomedes: El ídolo, el misterio y la tragedia, estrenado el 30 de marzo en Netflix, y dirigido por Jorge Durán y Jaime Barbosa, nos muestra que detrás de ese rostro se escondía algo mucho más oscuro.
Esta es el primer largometraje documental hecho en Colombia para Netflix, y mediante una rigurosa investigación se profundiza en el crimen de Doris Adriana Niño, quien según la Fiscalía, el 15 de mayo de 1997 fue asesinada en circunstancias que involucraron a Diomedes Díaz, a su compañera sentimental Luz Consuelo Martínez y a sus escoltas.
La producción junta varias voces vitales para esta historia que cuenta los orígenes del Cacique de La Junta, su ascenso al estrellato, cómo cae en la adicción a las drogas, su crimen y su estrepitoso descenso. Personajes como Joaquín Guillen, Jorge Barón, Jorge Oñate, Iván Zuleta, los abogados, músicos y familiares de Diomedes hablan de sus luces y sus sombras; pero también Rodrigo Niño, hermano de Dorís Adriana, cuenta la tragedia que sufrió su familia y se apoya de los abogados que llevaron su caso y los periodistas que investigaron esta historia en los 90.
Esto nos muestra cómo a pesar de las sólidas evidencias presentadas por la justicia, la gente cercana al ídolo del vallenato sigue justificándo y defendiendo su inocencia. Que él solo le daba alegría al pueblo, que no era capaz de lastimar ni a una mosca, que toda la persecución se dio por la envidia que se le tenía, son algunos de los argumentos que aún se usan para no hablar de que el gran Diomedes, estuvo involucrado en la muerte Doris Adriana, cuyo cuerpo fue abandonado en un potrero cercano a Tunja y no solo eso, también se sabe que varias personas fueron sobornadas para que afirmaran que Doris Adriana era una prostituta que nada tenía que ver con el cantante.
De esta historia llama mucho la atención el ver cómo Diomedes lo resolvía todo agradeciendo a su público, a la virgen y a dios. Pero al mismo tiempo hacía pactos con los paramilitares comandados por Jorge 40, para que lo cuidaran durante el tiempo que estuvo prófugo de la justicia. Diomedes, por un lado, enamoraba a todas las almas que lo escuchaban, pero por otro usaba su influencia y dinero para manipular evidencias, falsear partes médicos, reducir sentencias y una vez que fue encerrado, recibir privilegios y regalos.
Y es que: ¿cómo decirle que no a este hombre tan bendecido por Dios con ese talento que alegra al pueblo? ¿Acaso qué importa uno que otro acto de corrupción con tal de que el cacique esté bien? ¿Cómo no hacer un acto solemne en Valledupar y parar toda una ciudad para celebrar la libertad a este hombre que tanto nos ha dado?, al fin y al cabo Doris Adriana era una fanática más. Bien lo dice Jesús Edgardo Niño, abogado de Rodrigo Niño, “estamos en Colombia, mano”.
En este país, mientras siga la parranda, el resto no importa, tal vez por eso Diomodes es nuestro gran ídolo, porque no solo simboliza la alegría, la fiesta, la riqueza cultural, sino también la corrupción, la impunidad, el machismo, la prepotencia y el descaro.
Pero este documental no busca menospreciar, ni acabar con la imagen de Diomedes Díaz, al contrario, busca presentar un retrato muy humano de este cantante. Lejos de las luces, los mitos, la idolatría y los pecados, Diomedes: El ídolo, el misterio y la tragedia es el perfil de un hombre de carne y hueso. De un ser misterioso, brillante y peligroso, que un día tocó la gloria y acabó ahogado en sus desgracias y excesos.
Tal vez lo más importante de este documental es eso. Que sin duda la música de Diomedes Díaz sonará por siempre, que su imagen es una parte importante de nuestra historia e idiosincrasia, que sus canciones siempre se guardarán en nuestra memoria, pero jamás debemos olvidar que fue un criminal convicto, que tuvo lazos con el narcotráfico y el paramilitarismo, que se burlaba de la justicia y que al igual que todos los mortales canonizados por su fanaticada, fue al mismo tiempo dios y demonio.